Un estudio italiano halla trazas de peste porcina en embutidos importados de modo ilegal, aunque asegura que ese virus no tiene capacidad de infectar

Científicos del Istituto Zooprofilattico Sperimentale dell’Umbria e delle Marche (IZSUM) han presentado un estudio, a partir de muestras recogidas en Italia entre 2023 y 2024, en el que se constata que un tercio de los productos cárnicos analizados, todos ellos derivados del cerdo e importados de manera ilegal en el país, resultaron positivos a las pruebas del virus de la peste porcina africana (PPA), aunque el patógeno se encontró, en todos los casos, inactivo, es decir en estado no contagioso. En el mismo trabajo, publicado el pasado noviembre en la revista ‘Transboundary and Emerging Diseases‘, los científicos alertan de que existe un comercio irregular de embutidos con trazas del patógeno y que, aunque por ahora solo se hayan encontrado virus inactivo, hay que mantener todos los controles pertinentes para evitar eventuales problemas en un futuro.

El trabajo indica que, al menos en el caso de Italia, ese comercio irregular de carne porcina y embutidos está relacionado con un consumo de productos étnicos y que esto representa “un peligro” para la bioseguridad alimentaria en el país ya que, según afirman los expertos, “existe un riesgo significativo de transmisión transfronteriza de la PPA“. “Aunque el virus en los productos analizados estaba inactivado, la posibilidad de que otros productos crudos o menos procesados contengan virus infeccioso sigue siendo una amenaza tangible”, avisan los expertos, y recomiendan “la necesidad crítica de mantener una vigilancia continua, controles fronterizos estrictos y una colaboración internacional para salvaguardar la industria porcina“.

La constatación de estos investigadores italianos abonaría, en buena medida, la hipótesis del director general de Sanidad de la Producción Agroalimentaria y Bienestar Animal del Ministerio de Agricultura, Emilio García Muro, que el mismo día en que se hizo oficial la declaración de la peste porcina en Catalunya, el pasado 28 de noviembre, apuntó a que el virus pudo ser transmitido por algún producto alimentario infectado. Esa misma explicación es la que dio, al día siguiente, el conseller de Agricultura, Òscar Ordeig, y que fue bautizada como ‘la hipótesis del bocadillo’. La teoría decayó unos días después cuando el laboratorio central del ministerio reveló que la cepa hallada en los jabalís muertos en Catalunya no coincidía con la que circula por Europa y sí con las que se analizan en laboratorios, entre ellos el del IRTA-CReSA, situado a poca distancia del foco inicial.

Propagación a larga distancia

Los productos cárnicos derivados de animales infectados por el virus de la peste porcina son vehículos altamente eficientes para la propagación del virus a larga distancia. El equipo de investigadores que lidera el profesor Francesco Feliziani explican a que esto se debe “a la notable estabilidad del virus de la PPA, que puede resistir una amplia gama de temperaturas, valores de pH y la degradación autolítica”. “El movimiento de estos productos a través de fronteras, impulsado por actividades humanas como turismo o comercio ilegal, facilita la introducción de la enfermedad en áreas previamente libres de ella“, constata el científico en el estudio en el que se analiza el caso italiano pero cuyas conclusiones podrían exportarse a otros puntos del mundo afectados por esta problemática.

Los autores insisten en la necesidad de poner coto al comercio ilegal que opera fuera de los controles oficiales, lo que socava la integridad de los protocolos de bioseguridad. ¿Cómo es posible que este tipo de alimentos se cuelen en territorio europeo? Pues por ejemplo con un etiquetado engañoso, como sería el caso de aquellos envases que omiten que están hechos con carne de cerdo.

En el estudio no se encontró virus infeccioso en las muestras analizadas (probablemente debido a la inactivación durante el proceso térmico de elaboración del embutido o durante el secado), pero los autores advierten que el riesgo no puede descartarse por completo. La detección de material genético viral en el 26% de los productos importados ilegalmente analizados confirma que estos alimentos provienen de cadenas de suministro contaminadas y que existe la posibilidad real de que productos con virus infeccioso alcancen el mercado y entren en contacto con animales susceptibles.

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Cortesía de El Periodico



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