
El viernes pasado, durante la Mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum, el gobierno presentó el informe “Crece la clase media en México” y dio a conocer un dato que cambia la realidad social del país: entre 2018 y 2024 la clase media creció 12.4 puntos porcentuales. Para dimensionar la cifra, el propio reporte la comparó con la de otros países: Brasil +7 puntos, Costa Rica +6.8, Paraguay +4.1 y Honduras +1.6. Y, del otro lado, con los que retrocedieron: Uruguay -0.5 puntos, Ecuador -1.9, Perú -4.4 y Argentina -6.3. Así, México aparece como el líder regional en movilidad social.
Lo relevante es que dos metodologías distintas señalan lo mismo. El Banco Mundial, midiendo por ingresos, reporta que la pobreza cayó 13.6 puntos mientras que la clase media subió 12.4, lo que indica un traslado directo de los pobres a la clase media. El INEGI, con una medición multidimensional, confirma la tendencia desde otra perspectiva: la población “no pobre y no vulnerable” —clase media y alta— pasó del 29.3% en 2018 al 42.3% en 2024. Todos estos datos indican que, por primera vez en lo que va del siglo, la curva de la clase media (39.6%) rebasó la de la pobreza (21.7%).
¿Cómo entender mejor estos datos? “Clase media” no es una identidad aspiracional; es un umbral técnico. Para el Banco Mundial, empieza en torno a un ingreso de 17 dólares por persona al día, medido con Paridad de Poder Adquisitivo (PPA 2021): un tipo de cambio “ajustado” que usa precios comparables de 2021 para medir cuánto puede comprar realmente un ingreso en cada país, en vez de convertirlo al dólar al tipo de cambio de mercado. Además, el cálculo usa el Ingreso Corriente Total, que es la suma de todos los ingresos de una persona: salarios, comisiones, ganancias de un negocio propio, remesas y transferencias públicas (pensiones, becas, apoyos). Con este método, 17 dólares PPA equivalen hoy a unos 187 pesos diarios por persona. Y como el cálculo es per cápita, el tamaño del hogar acelera el salto estadístico: en una familia de cuatro se requieren unos 22,440 pesos al mes; en un hogar de dos, 11,220.
También hay un límite superior. El Banco Mundial lo coloca en 70 dólares PPA diarios; en pesos, eso indica que un hogar deja de ser de clase media (incluso media alta) e ingresa a la alta cuando supera entre 80,000 y 90,000 pesos mensuales, con capacidad real de ahorro e inversión.
La ampliación de la clase media mexicana tiene efectos inevitables: más mercado interno y consumo como motor del PIB; más rigidez fiscal porque parte del ascenso a la clase media depende de transferencias del gobierno a las personas; expansión del crédito y presión por vivienda vertical y departamentos pequeños; y un “salario de reserva” más alto que empuja sueldos al alza y, con ellos, inflación de los servicios. Y aquí está el punto incómodo: subir de categoría socioeconómica no pavimenta calles, no reduce asaltos, no consigue medicinas. Si la clase media ya rebasó a la pobreza, ya no agradece las transferencias de dinero; exige más seguridad y mejores servicios de salud, educación y movilidad. Si el gobierno de la 4T no entrega eso, esa misma clase media —volátil y exigente— se lo cobrará, y muy caro, en las urnas.
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Cortesía de El Economista
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