Si pensamos en qué comían las poblaciones humanas prehistóricas, es probable que nos imaginemos una escena marcada por la fuerte centralidad de la caza y el consumo de carne. Sin embargo, un reciente estudio arqueológico publicado en Journal of Archaeological Research propone una revisión profunda de este paradigma. Así, el trabajo de S. A. Florin y M. N. Ramsey reconoce a los alimentos vegetales procesados un lugar mucho más relevante en la dieta prehistórica de lo que tradicionalmente se había considerado. A partir de una revisión exhaustiva de las evidencias arqueobotánicas, tecnológicas y paleoecológicas, el trabajo plantea que el uso y el procesamiento complejo de las plantas anteceden al desarrollo de la agricultura. Esta hipótesis rompedora obliga a reconsiderar tanto las estrategias de subsistencia de los primeros humanos como los modelos explicativos clásicos sobre la transición hacia las economías productoras.
Más allá del mito del “cazador paleolítico”
La persistencia de la idea del humano paleolítico como un depredador eminentemente carnívoro deriva, en gran medida, a los sesgos que derivan del registro arqueológico. Puesto que los restos óseos animales se conservan con mayor facilidad que los vegetales, los análisis isotópicos tradicionales tienden a infrarrepresentar los alimentos ricos en carbohidratos.
No obstante, el estudio subraya que las limitaciones fisiológicas del metabolismo humano hacen inviable una dieta basada exclusivamente en las proteínas animales. Las plantas, especialmente si se procesan mediante molienda o cocción, aportan carbohidratos fácilmente asimilables y complementan el aporte calórico necesario para sobrevivir en diversos entornos.
La revisión crítica de la Revolución de Amplio Espectro
Uno de los pilares teóricos que los autores del estudio someten a revisión es la llamada Revolución de Amplio Espectro. Formulada a finales de los años sesenta para explicar la diversificación de la dieta humana en el Epipaleolítico, esta hipótesis sostiene que la incorporación sistemática de plantas silvestres, incluidas las gramíneas, en la dieta humana habría sido una respuesta tardía a las presiones demográficas y ambientales. Sin embargo, la investigación sostiene que el uso de recursos vegetales variados y su procesamiento no fueron ni una innovación puntual ni la antesala obligatoria de la agricultura, sino un elemento constante del comportamiento humano.
Evidencias tempranas del procesamiento vegetal
El estudio reúne un amplio conjunto de pruebas que documentan el consumo y el procesamiento de plantas en contextos muy antiguos. Entre ellas, destacan los microrrestos vegetales hallados en el cálculo dental, los fitolitos asociados a los hogares y las huellas de cocción detectadas en los granos de almidón.
Estos datos indican que tanto los humanos anatómicamente modernos como los neandertales procesaron semillas, gramíneas y otros vegetales mediante técnicas tanto mecánicas como térmicas. La presencia de restos vegetales modificados por el calor sugiere, además, prácticas culinarias complejas, incompatibles con la idea de un consumo ocasional o marginal de plantas.

Ohalo II: un archivo excepcional del consumo vegetal prehistórico
Datado hace unos 23.000 años, el yacimiento de Ohalo II (Israel) ocupa un lugar central en el análisis de Florin y Ramsey. Gracias a su excepcional conservación, este enclave ha proporcionado decenas de miles de restos vegetales, incluidos cereales silvestres y pequeñas gramíneas.
La investigación demuestra que los habitantes de Ohalo II recolectaban, molían y cocinaban una amplia gama de plantas durante todo el año. Esta continuidad en el procesamiento y consumo de plantas apunta a una economía de amplio espectro plenamente desarrollada. El conjunto de datos, por tanto, sugiere que los recursos del entorno se explotaron de forma sistemática.

Tecnologías para transformar las plantas en alimentos comestibles
Uno de los aspectos más reveladores del estudio concierne al estudio de las tecnologías de procesamiento vegetal. Se ha documentado el uso de molinos, losas de molienda y estructuras asociadas a la cocción de masas ricas en almidón.
Estas prácticas permitían reducir toxinas, aumentar la digestibilidad y maximizar el rendimiento energético de los vegetales. De este modo, se transformaban recursos de bajo valor calórico en alimentos clave para la dieta. El procesamiento vegetal, por tanto, constituía un componente central de las estrategias de subsistencia humanas.
Plantas, movilidad y colonización de nuevos entornos
El trabajo también plantea que la capacidad de explotar y procesar una amplia variedad de plantas fue decisiva para que los humanos se expandieran fuera de África. En este sentido, el procesamiento vegetal se convierte en una adaptación que facilitó la ocupación de ecosistemas diversos, desde zonas templadas hasta entornos tropicales y semiáridos. Al permitir el aprovechamiento de recursos locales heterogéneos, estas prácticas alimenticias redujeron la dependencia exclusiva de la caza y aumentaron la resiliencia de los grupos humanos frente a las fluctuaciones ambientales.

Neandertales y humanos modernos: una frontera menos nítida
Uno de los argumentos más innovadores del estudio de Florin y Ramsey afirma que los neandertales también procesaban alimentos vegetales de forma sistemática. Algunos hallazgos recientes en cuevas de Eurasia han confirmado la presencia de preparaciones culinarias complejas que combinaban gramíneas y leguminosas. Estos datos cuestionan visiones simplistas que sostienen la supuesta inferioridad tecnológica de los neandertales; por el contrario, refuerzan la idea de que el procesamiento de vegetales formaba parte de un repertorio de prácticas compartido por distintas especies humanas.
Frente a los modelos tradicionales, el estudio propone un nuevo marco interpretativo: la hipótesis de la “especie de amplio espectro”. Según esta perspectiva, la flexibilidad dietética y el procesamiento de plantas son dos rasgos evolutivos propios del género Homo. La domesticación de las plantas y el surgimiento de las economías agrícolas, por tanto, serían procesos tardíos y contingentes, construidos sobre una base de conocimientos y prácticas mucho más antiguas.

Un estudio que revisa el lugar de las plantas en la dieta prehistórica
Las conclusiones del estudio obligan a replantear de manera sustancial la historia de la alimentación humana. Lejos de ser consumidores ocasionales de vegetales, los humanos prehistóricos desarrollaron estrategias sofisticadas para recolectar, procesar y cocinar las plantas desde fechas muy tempranas. El procesamiento vegetal emerge así como una innovación clave en la evolución humana, esencial para la supervivencia, la expansión geográfica y la diversidad cultural de nuestra especie.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: