Los acantilados blancos de Beachy Head, en la costa sur de Inglaterra, no solo son un paisaje reconocible y fotografiado desde hace siglos. También esconden historias humanas que han permanecido en silencio durante casi dos mil años. Una de ellas es la de una joven que vivió y murió en época romana y cuyos restos óseos, olvidados durante décadas en un edificio municipal, acabarían convirtiéndose en uno de los casos más debatidos de la arqueología británica reciente. Su identidad, su origen y hasta su aspecto físico han sido objeto de interpretaciones cambiantes, reflejo de cómo evoluciona la ciencia y de cómo se construyen —y corrigen— los relatos sobre el pasado.
El artículo científico publicado en Journal of Archaeological Science presenta la revisión más completa realizada hasta ahora sobre esta mujer, conocida como Beachy Head Woman. El trabajo reúne más de una década de análisis osteológicos, isotópicos y genéticos, aplicados con tecnologías muy distintas a las disponibles cuando se hicieron los primeros estudios. Lejos de limitarse a ofrecer un nuevo dato, el paper muestra cómo una historia ampliamente difundida puede transformarse cuando se dispone de mejores herramientas científicas, y plantea preguntas incómodas sobre los métodos tradicionales utilizados para clasificar la diversidad humana en contextos arqueológicos.
Un hallazgo sin contexto y una historia por reconstruir
Los restos de Beachy Head Woman fueron localizados en 2012 en el sótano del ayuntamiento de Eastbourne, dentro de una caja etiquetada de forma escueta como “Beachy Head (1959)”. No existía documentación arqueológica asociada, ni información precisa sobre la excavación original. Esta ausencia de contexto obligó a los investigadores a reconstruir su historia exclusivamente a partir del esqueleto y de análisis científicos posteriores.
La datación por radiocarbono situó su muerte entre los años 129 y 311 d. C., un periodo que coincide plenamente con la ocupación romana de Britania. El estudio osteológico indicó que se trataba de una persona joven, de entre 18 y 25 años, con una estatura aproximada de 1,52 metros. También se identificaron signos de traumatismo antemortem, como un hematoma osificado en el fémur derecho, aunque no fue posible determinar la causa exacta de la muerte.
Desde el principio, la falta de objetos funerarios y de un yacimiento claramente identificado convirtió a Beachy Head Woman en un rompecabezas científico. Cada nuevo análisis tenía un peso desproporcionado, porque no podía contrastarse con datos arqueológicos clásicos. Este vacío inicial explica por qué las primeras interpretaciones tuvieron un impacto tan grande fuera del ámbito académico.

El cráneo, la apariencia y el peso de las viejas categorías
En 2013 se realizó un análisis craneofacial detallado y una reconstrucción facial siguiendo el llamado método de Manchester. A partir de rasgos como la forma del cráneo, la estructura nasal o la mandíbula, el informe concluyó que algunos caracteres eran compatibles con un origen subsahariano, aunque los propios autores subrayaron la dificultad de establecer filiaciones poblacionales a partir de morfología ósea.
Aun así, esa interpretación fue ampliamente difundida. Beachy Head Woman pasó a ser presentada como una de las primeras personas negras conocidas en la Britania romana, una afirmación que tuvo eco en medios de comunicación, libros divulgativos y materiales educativos. La reconstrucción facial reforzó visualmente esta idea mediante una piel oscura, ojos marrones y cabello oscuro y rizado.
El nuevo paper es explícito al contextualizar este episodio. Señala que los métodos tradicionales de clasificación morfológica proceden de una antropología heredera del siglo XIX, basada en categorías raciales rígidas. El artículo recuerda que existe una enorme variabilidad dentro de las poblaciones humanas, y que muchos rasgos craneales no se agrupan en conjuntos discretos. Esta reflexión no invalida el trabajo previo, pero lo sitúa dentro de un marco metodológico hoy superado.
Isótopos: dieta y movilidad en la costa romana
Un segundo bloque de información clave provino del análisis isotópico del esqueleto. Los isótopos de carbono y nitrógeno, extraídos del colágeno óseo, ofrecieron pistas sobre la dieta. Los valores obtenidos indicaban un consumo elevado de recursos marinos, coherente con una vida en un entorno costero.
Por su parte, los isótopos de estroncio y oxígeno, analizados en el esmalte dental, aportaron datos sobre la movilidad durante la infancia. Los resultados eran compatibles con un origen en el sur de Gran Bretaña, aunque no permitían excluir por completo regiones continentales con firmas isotópicas similares. Aun así, la combinación de dieta y geografía apuntaba a una vida estrechamente ligada a la costa donde se hallaron los restos.
Estos datos ya cuestionaban la idea de un traslado tardío desde África subsahariana. No encajaban con una biografía marcada por una migración de larga distancia, sino con una trayectoria mucho más local. Sin embargo, durante años, estas evidencias quedaron eclipsadas por el impacto mediático de la interpretación craneofacial inicial.

El giro decisivo: ADN antiguo de alta resolución
El cambio definitivo llegó con la aplicación de nuevas técnicas de ADN antiguo de alta resolución. Los primeros intentos, realizados en 2017, generaron una cantidad limitada de datos genéticos, insuficientes para conclusiones firmes. Aun así, ya sugerían que Beachy Head Woman no tenía un origen subsahariano reciente.
En 2024 se empleó una metodología de captura específica para ADN humano muy degradado, centrada en miles de posiciones variables del genoma. El resultado fue un conjunto de datos robusto, con una cobertura excepcional para un resto arqueológico de esta antigüedad. El paper afirma de forma literal: “Presentamos datos de ADN antiguo de alta calidad que indican que Beachy Head Woman tiene una fuerte afinidad genética con individuos de la Britania rural durante la ocupación romana y con británicos modernos”.
Los análisis poblacionales, incluidos estudios de componentes principales y estadísticas de afinidad genética, fueron concluyentes. No se detectaron señales de mezcla reciente con poblaciones subsaharianas, y su perfil genético se alineaba con comunidades locales del norte de Europa. El ADN mitocondrial reforzó esta conclusión, al pertenecer a un linaje frecuente en las islas británicas.
Rostro, piel y color de ojos: lo que sí se puede inferir
El ADN permitió además estimar rasgos físicos básicos mediante herramientas forenses contrastadas. Los resultados indicaron ojos azules, cabello claro y una pigmentación cutánea intermedia, lejos de la imagen difundida anteriormente. A partir de estos datos se realizó una nueva reconstrucción facial digital, que conserva la estructura ósea original pero modifica los rasgos superficiales.
El paper resume este proceso con cautela. No se trata de ofrecer un retrato definitivo, sino de ajustar la representación visual a la evidencia genética disponible. La segunda reconstrucción no “desmiente” a la primera, sino que la reemplaza como hipótesis más probable a la luz de datos más sólidos.
Este punto es crucial porque pone de manifiesto cómo las imágenes influyen en la percepción pública del pasado. Un rostro reconstruido puede convertirse en una verdad asumida, incluso cuando la base científica es provisional. El caso de Beachy Head Woman ilustra la necesidad de revisar estas representaciones conforme avanza el conocimiento.
Más allá de un caso individual
El interés del estudio no reside solo en aclarar el origen de una mujer concreta. Los autores subrayan que este trabajo es un ejemplo del carácter iterativo de la ciencia, donde conclusiones anteriores se revisan sin ocultarlas. El artículo afirma literalmente: “Toda la ciencia es un proceso iterativo y Beachy Head Woman representa un estudio de caso de cómo, a medida que evolucionan los métodos y tecnologías, también pueden hacerlo las conclusiones”.
El paper plantea además una reflexión más amplia sobre la arqueología romana en Britania. Reconocer que Beachy Head Woman era probablemente local no niega la diversidad documentada en el mundo romano, ni la presencia de migrantes de múltiples orígenes. Lo que hace es ajustar un caso concreto a la evidencia disponible, evitando extrapolaciones simbólicas que no se sostienen científicamente.
En ese sentido, la historia de esta mujer no se empobrece al volverse más precisa. Al contrario, recupera una biografía más verosímil, anclada en un paisaje, una dieta y una comunidad concretas, y libera al pasado de etiquetas modernas que no siempre encajan con la complejidad histórica.
Referencias
- Walton, A.; Marsh, W.; Strang, A.; Seaman, J.; Van Doorn, K.; Eckardt, H.; Wilkinson, C.; Barnes, I.; Brace, S. Beachy Head Woman: clarifying her origins using a multiproxy anthropological and biomolecular approach. Journal of Archaeological Science, 2025. https://doi.org/10.1016/j.jas.2025.106445.
Cortesía de Muy Interesante
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