Cuando Charly García y Fiorucci inauguraron la era del sponsor en el rock nacional, en Ferro 1982

Caerán muy bajo, sin importar género, gusto ni procedencia, quienes no hayan atravesado la experiencia Fiorucci. Jeans nevados, stone washed, hechos en casa, made in Argentina, pero con excéntrico precio dolar. Luca Prodan los odiaba y Charly García les tuvo pánico. Los dos, cada uno por su lado, incluyeron la marca en canciones.

Charly al principio se enojó con Fiorucci, pidió que sacaran toda la publicidad del pantalón del estadio. “Saquen todos esos avisos o no toco”, amenazó desconociendo por completo el significado de la palabra “sponsor”. Fines de 1982. “Daniel Grinbank me dice: Charly quiere sacar toda presencia de marca del show. Tenés que hablar con él. Y me comenta el problema: la periodista de Clarín Sibila Camps estuvo haciéndolo un reportaje y le preguntó por qué se había vendido a Fiorucci. Charly quedó hecho pelota por el comentario. Andá a hablarle, me pidió Grinbank. Y fui”.

Jorge Furia, gerente de Publicidad de Fiorucci, es un hombre clave en esta historia. Antes había sido manager de Polifemo, banda donde tocaba David Lebón, y “secretario” de Litto Nebbia. “George” para los amigos. Responsable directo e involuntario de que a partir de entonces se instalara el primer momento de incipientes tribus urbanas antagónicas: chetos versus pardos. Luca Prodan odiaba a los chetos y por eso escribió cantaba despectivamente “hombres encajados en Fiorucci” (La rubia tarada).

No bombardeen Buenos Aires

García, por eso entonces lejos del Say No More, era evidentemente muy hippie para semejante superficialidad, o muy superficial para ser hippie. Lo cierto es que Fiorucci apareció como auspiciante del show del ex Sui Generis en Ferro (también Lycra), el show de la escenografía de 50 metros con una imagen proyectada de Manhattan, sus rascacielos y sus ventanitas iluminadas. La puesta que estalla en pirotecnia cuando se presentara el tema No bombardeen Buenos Aires. Al día de hoy, esa intervención sigue funcionando como inolvidable manifiesto poético.

Charly Garcia baja de la limusina con la que llegó hasta el escenario, en su mítico show en el estadio Ferrocarril Oeste, el 27 de Diciembre de 1982.
Foto Carlos BairoCharly Garcia baja de la limusina con la que llegó hasta el escenario, en su mítico show en el estadio Ferrocarril Oeste, el 27 de Diciembre de 1982.
Foto Carlos Bairo

Pero estábamos con Charly diciendo “no, no, no” y Furia que se acerca al músico, arrima un banquito, y le dice: “Pero Charly, nosotros somos una empresa argentina que está tratando de imponerse en el mercado. Nada más que eso. Ponemos plata en un recital tuyo porque sos una figura. ¿Qué tiene de malo?”

Hay que situarse en tiempo y espacio. Ni Luis Alberto Spinetta ni García estaban acostumbrados a trabajar así. El Flaco era imposible en estos asuntos, y lo fue casi hasta el último día de su vida. Detestaba que cualquier producto usara su imagen. “Imposible trabajar con él”, nos dijo alguna vez un productor artístico que le hizo ganar mucha plata.

Empezando los ’80, Fiorucci fue la primera marca con una comunicación distinta. Hasta tenían una línea exclusiva para damas. “Nos preocupamos de que estuviera en la cola de artistas, de modelos, de gente que ahora reconoceríamos como influencers”. La moda del baggi, impuesta por Elio Fiorucci desde Italia, fue la puerta de entrada. “La gente pedía baggis de una manera astronómica. Cuarenta mil baggis Fiorucci vendimos en un mes. 50 mil en dos meses”, dirá Carlos Wolodarsky, el primer dueño de la marca en nuestro país.

Charly Garcia llenó Ferro en diciembre de 1982. En el afiche del show estaban Fiorucci y Lycra.
Foto Carlos BairoCharly Garcia llenó Ferro en diciembre de 1982. En el afiche del show estaban Fiorucci y Lycra.
Foto Carlos Bairo

Primer sponsor oficial del rock nacional

A bordo de una limusina rosa junto a los músicos de su banda, Charly entra al escenario montado en la cancha de Ferro. Noche de pileta, un calor bárbaro aquel domingo 26 de diciembre de 1982 que sirvió para que García diera, formal y pirotécnicamente, su ingreso formal a la etapa solista. Ese día presentaba Yendo de la cama al living.

Fue el primer recital de una sola figura de rock nacional en un estadio. Planteado como un espectáculo integral, bajo la dirección artística de Renata Schussheim. Unas 25.000 personas llegaron hasta la cancha de Ferro para ver al hombre del bigote bicolor.

Yendo de la cama al living, Desarma y sangra, Pubis angelical, Quizás por qué, No llores por mí Argentina, Hipercandombe, Yo no quiero volverme tan loco o Incosciente colectivo fueron algunos de los temas que se escucharon esa noche en el barrio de Caballito.

Charly Garcia (con un joven Cachorro López), a bordo de la limusina con que llegaron al show de Ferro. Foto Carlos Bairo

Con chaparrones veraniegos, la jornada organizada por un señor que empezaba a presentarse en sociedad, Daniel Grinbank, arrancaba con Los Abuelos de la Nada y Suéter como bandas soporte.

“El día que se hizo el show, estaba en el mangrullo con Luis Alberto (Spinetta) y empieza a llover, ante lo cual pensé que nada iba a suceder porque todo se iba a humedecer y no iba a estallar nada. Así que junto con la lluvia caían mis lágrimas de desesperación y angustia. El tema es que sí funcionó y voló por el aire todo. Fue una locura. Los chicos que estaban tocando vieron que se caía la escenografía y ellos mismos estaban muy sorprendidos”, narró la performer Renata Schussheim.

“Y se vendió a Fiorucci”

Charly aceptó, es decir, entendió lo que pretendía una marca de jeans que no le pedía nada a cambio, ni siquiera que usara esos pantalones. Con la lluvia, las banderitas dispuestas en el piso de la cancha se habían volado. El sponsor tenía recursos novedosos, pero precarios. García, entonces, hizo algo completamente inesperado: “Nos agradeció en el micrófono y la sola e ingenua mención de Fiorucci hizo que pasemos de 140 mil a 200 mil jeans vendidos en un mes. Todo gracias a ese saludo”, recuerdan lo ex de la marca.

De ahí en más el trabajo de Fiorucci consistió en instalar la marca en todos los culos que valieran la pena, sean artistas, modelos, gente que ahora reconoceríamos como influencers. Nunca hicieron publicidad en medios tradicionales. Se imponían como noticia. Crearon movidas demenciales. La Fiesta Morisco (Casapueblo, 1986) fue un evento de más de 10.000 personas con dos Boeing 737 trayendo, desde Buenos Aires hacia Punta del Este, centenares de personajes del ambiente artístico y periodistas.

El poster del histórico show de Charly García en Ferro, en 1982. ¿Se vendió a Fiorucci? Después se reiría de sí mismo en el tema El poster del histórico show de Charly García en Ferro, en 1982. ¿Se vendió a Fiorucci? Después se reiría de sí mismo en el tema “2, 0, 1 (Tranzas)”.

A lo largo de 22 canciones, Charly despidió una etapa tocando parte de su pasado en Sui Generis, Serú Girán y La máquina de hacer pájaros. Tuvo como invitados a Nito Mestre y Pedro Aznar. También estuvo Mercedes Sosa, y se esperaba a Spinetta, pero no pudo llegar al escenario desde el mangrullo, lugar elegido para presenciar el concierto, según contó luego el propio Charly. El mayor impacto del recital se produjo con la alegoría a la reciente Guerra de Malvinas y una lluvia de pirotecnia derribando la metrópoli de cartón pintado.

Un año después, el mismo Charly se burlaría de todo lo sucedido con el el primer sponsor oficial del rock nacional y una canción llamada Transas (El se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci). Como los dinosaurios, la marca de pantalones desaparecerá en la crisis de 2001.

Cortesía de Clarín



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