Una ola monstruosa cruzó el Pacífico y la NASA la captó con un satélite de última generación

En una madrugada del verano boreal de 2025, miles de personas en el Pacífico norte recibieron alertas de evacuación. Lo que había comenzado como un potente terremoto frente a las costas de la península de Kamchatka, en Rusia, se convirtió rápidamente en una amenaza mayor: un tsunami de alcance oceánico (¿cómo sobrevivir a uno?). La magnitud del sismo, de 8,8 en la escala de Richter, no fue récord absoluto, pero bastó para sacudir no solo la tierra, sino también la comunidad científica.

En medio del despliegue de alarmas y monitoreos, un instrumento recientemente lanzado al espacio por la NASA captó algo sin precedentes. El satélite SWOT, especializado en medir la topografía del agua, logró registrar en alta resolución el paso del tsunami sobre el océano abierto. Por primera vez, se pudo observar en detalle, desde el espacio, cómo una ola gigantesca avanza, se dispersa y se deforma en tiempo real. Un artículo científico publicado en The Seismic Record explica esta observación inédita y lo que revela sobre la dinámica de los tsunamis, el riesgo de grandes terremotos y las capacidades emergentes de la tecnología satelital.

La ruptura que vino del fondo

El 29 de julio de 2025, a las 00:35 UTC, se registró un terremoto de magnitud 8,8 frente a la costa oriental de Kamchatka. Fue el sismo más grande desde que comenzó a operar SWOT en 2022. Aunque no fue el más intenso en la historia reciente, sí se convirtió en el primer gran tsunami observado con la precisión que permite un altímetro espacial de última generación.

El evento ocurrió en la zona de subducción Kuriles-Kamchatka, una región donde la placa del Pacífico se introduce bajo la placa de América del Norte a una velocidad de aproximadamente 8 cm por año. Esta configuración geológica es una de las más activas del mundo en términos sísmicos y tsunamigénicos. La ruptura de 2025 alcanzó una extensión de unos 400 kilómetros, y en su zona central levantó el fondo marino hasta cuatro metros .

Estos datos no provienen únicamente de modelos sismológicos. Parte del mérito fue del sistema DART (Deep-ocean Assessment and Reporting of Tsunamis), una red de boyas que detectan cambios mínimos en la presión del agua y transmiten esos datos en tiempo casi real. Las observaciones de tres estaciones DART cercanas fueron cruciales para reconstruir la deformación inicial del lecho marino.

Ubicación del terremoto de Kamchatka, la trayectoria del satélite SWOT y la altura del tsunami en su fase temprana. Fuente: The Seismic Record

Un satélite que capta lo invisible

SWOT (Surface Water and Ocean Topography) es un satélite desarrollado por la NASA y la agencia espacial francesa CNES. Su función principal es medir la altura del nivel del mar y cuerpos de agua continentales con una precisión sin precedentes. Pero en este caso, sirvió para registrar el paso de un tsunami desde el espacio, algo nunca logrado con esta calidad de resolución.

Durante su órbita ascendente, SWOT pasó justo sobre la región afectada por el tsunami. En apenas cuatro minutos, cubrió una franja de 120 km de ancho sobre el Pacífico noroccidental y midió alteraciones en la altura de la superficie del mar de apenas unos pocos centímetros. Estas variaciones captadas por el radar coincidieron con el modelo de propagación del tsunami, y permitieron ajustar las estimaciones sobre la magnitud y la forma de la ruptura sísmica .

Uno de los hallazgos más relevantes fue que el modelo tradicional del USGS (el Servicio Geológico de EE.UU.) no coincidía con los datos observados por DART ni con el perfil de la onda detectado por SWOT. Por eso, los autores del estudio combinaron modelos para lograr un ajuste más preciso. El resultado fue un modelo híbrido, o “blended”, que mezcla la información de elevación del fondo marino obtenida por satélite con la de las boyas oceánicas.

Modelo final que combina los datos de boyas y satélite para representar la deformación submarina que generó el tsunami. Fuente: The Seismic Record

El eco de 1952

Este gran terremoto no ocurrió en un punto cualquiera del mapa. Se trató de una reactivación parcial de la misma zona de falla que generó el catastrófico terremoto de 1952, de magnitud 9.0. En ese momento, las consecuencias fueron devastadoras: olas de hasta 15 metros azotaron las costas del Pacífico y se perdieron numerosas vidas.

La comparación entre ambos eventos es reveladora. Según el artículo, “la deformación del terremoto de 2025 está ubicada más en profundidad que la de 1952 y no involucra deslizamiento cercano a la fosa oceánica”. Esto explica por qué, aunque el sismo fue muy potente, el tsunami de 2025 resultó mucho menos destructivo .

Otro dato importante es que las dos rupturas ocurrieron con solo 73 años de diferencia. Muchos modelos sísmicos tradicionales asumen que los grandes terremotos se repiten cada varios siglos en una misma región. Pero este caso contradice esa idea y obliga a reconsiderar el riesgo de recurrencia en zonas con alta convergencia tectónica, como la del Pacífico occidental.

Dispersión, profundidad y complejidad

El análisis del tsunami no se detuvo en la fuente. También se evaluó cómo la onda viajaba a través del océano, cambiando su forma, dispersándose y dividiéndose en diferentes frentes. Esto es lo que los científicos llaman “dispersión de onda”, un fenómeno que los modelos tradicionales no siempre logran simular correctamente.

La información que SWOT proporcionó fue clave para estudiar esa dispersión. Según los investigadores, el frente principal del tsunami fue seguido por una serie de ondas secundarias que solo se pueden explicar si se incorporan efectos dispersivos al modelo numérico. Esto sugiere que la interacción entre el tsunami y la compleja topografía del fondo oceánico genera patrones que hasta ahora eran difíciles de prever .

Además, las observaciones del satélite mostraron un tren de ondas más disperso de lo que los modelos habían anticipado. Aunque se mejoró el ajuste al incorporar ecuaciones de Boussinesq, los investigadores concluyen que se necesita una mayor resolución espacial y temporal en futuras simulaciones.

Más allá de la emergencia

Aunque SWOT no puede enviar datos en tiempo real (la latencia actual es de 5 a 10 días), su valor como herramienta de análisis posterior es enorme. Según el estudio, “las observaciones de SWOT proporcionaron una vista sin precedentes de la propagación del tsunami, revelando la complejidad de las formas de onda”.

Este tipo de información puede alimentar modelos más precisos para evaluar riesgos en futuras emergencias. Además, fortalece la comprensión física de los tsunamis y su interacción con la geografía marina. A largo plazo, se espera que este tipo de tecnología complemente los sistemas tradicionales de alerta y ayude a refinar tanto la previsión como la respuesta.

Los autores también advierten sobre las implicaciones para la gestión del riesgo: no solo importa cuán grande sea un terremoto, sino cómo se reparte el deslizamiento a lo largo de la falla, y si ese deslizamiento ocurre cerca o lejos de la fosa submarina. Un sismo con menor magnitud, pero con deslizamiento superficial, puede generar tsunamis mucho más destructivos.

Referencias

  • Ruiz-Angulo, A., Melgar, D., de Marez, C., Deniau, A., Nencioli, F., & Hjörleifsdóttir, V. (2025). SWOT Satellite Altimetry Observations and Source Model for the Tsunami from the 2025 M 8.8 Kamchatka Earthquake. The Seismic Record, 5(4), 341–351. https://doi.org/10.1785/0320250037.

Cortesía de Muy Interesante



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