Durante siglos, las víctimas de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. han sido interpretadas como símbolos del dolor, el drama y la resistencia humana. En los moldes de yeso de Pompeya, vemos cuerpos en actitud fetal, rostros tapados con las manos, abrazos congelados en el tiempo. Todo nos sugiere que murieron sufriendo, quizá asfixiados por la ceniza o sepultados lentamente mientras intentaban huir. Pero la ciencia ha demostrado que esa imagen es equivocada, en muchos casos. Murieron al instante, fulminados por un calor tan brutal que sus cuerpos quedaron “petrificados” en vida.
Una generación de estudios forenses analizó en profundidad los restos de más de 350 víctimas de Pompeya, Herculano y Oplontis, tres de las ciudades sepultadas por el Vesubio. A través de microscopía electrónica, simulaciones térmicas y análisis tafonómicos, se ha logrado reconstruir cómo fue, segundo a segundo, el impacto letal del primer flujo piroclástico. Y lo que ha emergido es un relato mucho más violento, inesperado y revelador que cualquier recreación artística o literaria.
En Herculano, las víctimas fueron alcanzadas por la primera oleada ardiente del volcán, una mezcla letal de gases, partículas y calor que alcanzó temperaturas de entre 500 y 600 °C. Estas personas, muchas de ellas refugiadas en los cobertizos junto a la playa esperando ser rescatadas por mar, murieron en menos de un segundo. No hubo tiempo para gritar, ni siquiera para reaccionar.
Sus cuerpos quedaron en posiciones naturales, como si el tiempo se hubiera detenido justo antes del movimiento siguiente. Ese fenómeno, conocido como “shock fulminante térmico”, ha sido confirmado en múltiples restos esqueléticos. Los estudios muestran fracturas en huesos largos, esmalte dental cuarteado, carbonización interna del cráneo, y una preservación completa de la articulación entre huesos, algo imposible si hubieran muerto por asfixia prolongada o colapso estructural.

Pompeya y las posturas engañosas
En Pompeya, donde los moldes de yeso muestran figuras en actitudes de aparente sufrimiento, la interpretación clásica hablaba de asfixia por gases tóxicos o sepultamiento por cenizas. Sin embargo, análisis de Petrone, Mastrolorenzo y otros investigadores, citados en el Austin Journal of Forensic Science and Criminology, revelaron que también aquí la causa principal fue el calor extremo, aunque con menor intensidad que en Herculano.
Las víctimas de Pompeya fueron alcanzadas por flujos secundarios, con temperaturas de entre 250 y 300 °C. A esa temperatura, los tejidos blandos comienzan a desintegrarse, y los músculos se contraen por deshidratación. La famosa “posición pugilística” de muchas figuras pompeyanas —codos y rodillas flexionados, puños cerrados— no es una postura de defensa, sino una contracción post-mortem provocada por el calor.
Investigaciones más recientes han añadido un matiz decisivo a esta historia. Un estudio publicado en PLOS ONE en 2023, centrado en un pequeño grupo de fugitivos de Pompeya, demuestra que algunas víctimas sobrevivieron a las primeras fases de la erupción y murieron horas después por asfixia, al inhalar cenizas finísimas y gases volcánicos mientras intentaban escapar de la ciudad. Cuando las oleadas piroclásticas calientes alcanzaron sus cuerpos, ya estaban muertos. Lejos de contradecir los estudios anteriores, este trabajo confirma algo aún más inquietante: el Vesubio no ofreció una muerte “igualitaria”. Según el lugar, el momento y la distancia al volcán, la catástrofe mató de formas distintas, pero siempre con la misma brutalidad y sin margen para la elección humana.
Durante al menos dos siglos, se asumió que esas posturas eran una reacción instintiva al peligro. Hoy sabemos que son marcas físicas del colapso inmediato del cuerpo bajo un calor imposible de soportar.

Oplontis: la muerte no perdonó ni a los muros
En Oplontis, una elegante villa suburbana cercana a Pompeya, el impacto fue menos conocido pero igual de letal. Los restos humanos allí encontrados presentan las mismas señales de destrucción térmica que en Herculano: huesos quebrados, carbonización intensa, cavidades craneales ennegrecidas, y ausencia de tejidos. La violencia del flujo piroclástico no solo destruyó la vida humana, sino que vaporizó muebles, objetos y estructuras con precisión quirúrgica.
Lo más inquietante, según los investigadores, es que las personas que estaban bajo techo, dentro de habitaciones, también murieron instantáneamente, lo que demuestra que ningún refugio ofrecía protección real contra la oleada ardiente del Vesubio. Ni muros, ni puertas, ni cuevas sirvieron de escudo. La muerte llegaba con el aire.
Ciencia forense: cuando los huesos hablan
Estos hallazgos no son interpretaciones libres ni teorías especulativas. Provienen de estudios comparativos entre huesos modernos expuestos a distintas temperaturas, análisis microscópicos de fracturas térmicas, y modelos termodinámicos del comportamiento de gases y tejidos en condiciones de calor extremo.
En uno de los análisis más innovadores, se utilizaron restos recientes quemados en laboratorio para comparar el grado de fractura, carbonización y deformación ósea. Los resultados coincidieron con los esqueletos de las víctimas del Vesubio, confirmando que fueron expuestas a temperaturas suficientes como para vaporizar músculos y órganos internos.
Los dientes, por su parte, revelan una historia igual de dramática. El esmalte estalló por la presión interna, dejando patrones de fractura que solo se observan en incineraciones rápidas. Todo esto permite afirmar que la muerte fue inmediata, brutal, y térmicamente inducida.

El mito romántico se derrumba
Durante mucho tiempo, la historia de Pompeya y Herculano se ha contado con una mirada romántica: los cuerpos abrazados, las madres protegiendo a sus hijos, los gestos congelados en la tragedia. Esa narrativa, aunque poderosa, ha sido construida desde el presentismo, con nuestros valores y emociones proyectados sobre el pasado.
La ciencia, sin embargo, ha revelado otra cosa: la erupción del Vesubio no dio lugar al heroísmo ni al sacrificio. Fue un evento de aniquilación instantánea. Las víctimas no murieron luchando por su vida, sino fulminadas antes de entender que su vida acababa.
Y lejos de deshumanizar la tragedia, esta revelación nos conecta más profundamente con aquellas personas. Porque no fueron personajes de una pintura barroca ni estatuas vivientes. Fueron seres humanos atrapados en una catástrofe que superaba todo entendimiento. La verdad, aunque menos poética, es infinitamente más real.
Gracias a estas investigaciones, las ciudades del Vesubio se han convertido en uno de los mayores laboratorios naturales de la arqueología forense. Se han desarrollado métodos que hoy se aplican en conflictos modernos, desastres naturales, incendios masivos y análisis de víctimas no identificadas.
Y al mismo tiempo, cada nuevo hallazgo cambia nuestra forma de ver el pasado. No como una serie de mitos pintorescos, sino como una historia tejida por la vida y la muerte real de personas concretas. De hombres, mujeres y niños que un día se despertaron sin saber que sería el último. Y cuyo final, aunque instantáneo, quedó inscrito para siempre en sus huesos.
Referencias
- Petrone P, Niola M, di Lorenzo P, Graziano V, Paternóster M y Buccelli C. Un nuevo enfoque forense para desastres masivos del pasado: Las víctimas humanas del Vesubio. Austin J Forensic Sci Criminol. 2014;1(1): 2. ISSN:2380-0801
- Mastrolorenzo, G., Petrone, P., Pagano, M. et al. Herculaneum victims of Vesuvius in ad 79. Nature 410, 769–770 (2001). DOI: 10.1038/35071167
- Alapont L, Gallello G, Martinón-Torres M, Osanna M, Amoretti V, et al. (2023) The casts of Pompeii: Post-depositional methodological insights. PLOS ONE 18(8): e0289378. DOI: 10.1371/journal.pone.0289378
Cortesía de Muy Interesante
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