Nuevos hallazgos revelan por qué desapareció la civilización del Valle del Indo, la cultura que rivalizó con Egipto

Durante más de mil años, la civilización del valle del Indo floreció con una organización urbana sin precedentes, sistemas hidráulicos avanzados y una economía agrícola dinámica. Sin embargo, a pesar de su sofisticación, esta cultura —contemporánea del Egipto faraónico y la Mesopotamia sumeria— fue desvaneciéndose sin guerras, sin incendios, sin catástrofes visibles. El misterio de su declive ha desconcertado durante décadas a historiadores, arqueólogos y climatólogos. Hoy, un nuevo estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment ofrece una explicación convincente: la transformación del paisaje de Harappa estuvo marcada por una serie de prolongadas y devastadoras sequías fluviales que alteraron para siempre la distribución humana en el noroeste del subcontinente indio.

Un colapso sin ruido: la civilización que se fue deshaciendo con el clima

Lo más sorprendente no es que la civilización del Indo —con sus ciudades como Harappa, Mohenjo-Daro o Dholavira— terminara desapareciendo. Lo extraordinario es la manera en que lo hizo: lenta, de forma dispersa y casi silenciosa. No hubo guerras totales ni invasiones masivas. Lo que hubo fue una crisis hídrica de larga duración, una sucesión de eventos de sequía que afectaron de manera progresiva el corazón agrícola y fluvial de esta sociedad.

La investigación dirigida por el científico Vimal Mishra y un equipo interdisciplinar de expertos ha utilizado simulaciones climáticas de alta resolución y registros paleoclimáticos para analizar qué ocurrió en el Indo entre los años 5.000 y 3.000 antes del presente (es decir, entre el 3.050 y el 1.050 a.C.). A diferencia de estudios anteriores, esta investigación no se limita a una reconstrucción puntual, sino que logra mapear patrones de temperatura, precipitaciones y caudales fluviales durante dos milenios clave.

El hallazgo más impactante: cuatro grandes sequías, cada una con una duración superior a los 85 años, marcaron la transformación de la civilización harappa. La más severa duró 164 años y provocó una reducción del 13% de la lluvia anual, afectando a más del 90% del área ocupada por los miembros de esta civilización. La escasez de agua dulce no fue momentánea, sino una presión sostenida que obligó a las poblaciones a reubicarse y cambiar su modo de vida.

Nuevas simulaciones climáticas muestran que una sucesión de sequías prolongadas, algunas de más de un siglo, obligó a las poblaciones del valle del Indo a modificar sus asentamientos y puso en jaque sus sistemas de gestión del agua
Nuevas simulaciones climáticas muestran que una sucesión de sequías prolongadas, algunas de más de un siglo, obligó a las poblaciones del valle del Indo a modificar sus asentamientos y puso en jaque sus sistemas de gestión del agua. Foto: Istock

De la abundancia al éxodo: cómo cambiaron los asentamientos harappanos

Durante el llamado periodo Pre-Harappa (hace entre 5.000 y 4.500 años), los asentamientos se distribuían en regiones con mayor acceso a lluvias estacionales, lejos del cauce principal del Indo. La disponibilidad de agua de lluvia era suficiente para sostener la agricultura y la vida cotidiana sin una dependencia directa del río.

Sin embargo, al comenzar las primeras sequías prolongadas, las poblaciones comenzaron a migrar progresivamente hacia las márgenes del Indo, buscando seguridad hídrica en sus cauces permanentes. Durante el periodo de máximo esplendor harappano (hace entre 4.500 y 3.900 años), las grandes urbes surgieron alineadas con los principales sistemas fluviales, lo que sugiere una adaptación masiva al nuevo escenario climático.

Pero la estrategia no fue suficiente. Las sequías posteriores, especialmente las identificadas entre 3.800 y 3.400 años antes del presente, afectaron incluso las zonas ribereñas. En ese contexto, comenzaron a desaparecer los grandes centros urbanos. Se produjo un proceso que los arqueólogos llaman deurbanización: las ciudades se despoblaron, los sistemas hidráulicos dejaron de funcionar y la cultura se fragmentó en pequeños asentamientos dispersos, muchos de ellos hacia el este, en la cuenca del Ganges o hacia el suroeste, en zonas como Saurashtra, más favorecidas por las lluvias tardías.

Un ejemplo de escritura del Indo
Un ejemplo de escritura del Indo. Fuente: Wikimedia

El papel de los ríos y el colapso de los caudales

La reconstrucción hidrológica basada en modelos ha sido clave para entender el impacto real de estas sequías. El equipo de investigación simuló el caudal de ríos como el Indo, el Ghaggar-Hakra o el Sabarmati, demostrando cómo el flujo disminuyó de forma drástica durante los periodos de sequía. En algunos puntos estratégicos, como Kot Diji o Ganweriwala, se estima que el caudal descendió hasta un 12%.

Este descenso no solo complicó la agricultura, sino también el transporte, el comercio y la gestión urbana. Algunas regiones como Saurashtra o el alto Ganges resistieron mejor los embates del clima, lo que explica por qué estas zonas atrajeron población en la última fase de la cultura harappana.

Más allá de los datos, el estudio pone en evidencia un patrón histórico: las civilizaciones hidráulicas, por sofisticadas que sean, son extremadamente vulnerables a las alteraciones prolongadas del régimen hídrico. La capacidad de adaptación tiene límites, y en el caso del Indo, el equilibrio entre sociedad y medio ambiente terminó rompiéndose.

Un clima cambiante y una civilización resiliente… hasta cierto punto

El estudio también identificó una subida progresiva de las temperaturas de alrededor de 0,5 °C entre el inicio y el final del periodo analizado. Aunque podría parecer un cambio menor, combinado con una caída de entre el 10 y el 20% de las precipitaciones anuales, supuso un golpe decisivo al equilibrio ecológico de la región.

A estos factores se suman cambios en la circulación atmosférica global, como la variabilidad del fenómeno de El Niño y el enfriamiento del Atlántico Norte, que modificaron los patrones del monzón. En suma, los harappanos enfrentaron una serie de crisis encadenadas, climáticas y ecológicas, que aunque no fueron devastadoras por sí solas, ejercieron una presión constante durante siglos.

Y, sin embargo, resistieron. Cambiaron de cultivos —pasando del trigo y la cebada a mijo más resistente—, modificaron su ubicación, rediseñaron su agricultura. La cultura harappana no desapareció en un cataclismo; se disolvió en una transformación social y geográfica forzada por el clima. Una lección tan antigua como actual.

Harappa fue una de las principales ciudades desarrolladas por la civilización del valle del Indo
Harappa fue una de las principales ciudades desarrolladas por la civilización del valle del Indo. Foto: Istock

¿Un espejo para el presente?

La civilización del Indo no fue la única que enfrentó crisis hídricas prolongadas. Pero sí es una de las mejor documentadas gracias a esta nueva ola de investigaciones que combina arqueología, modelado climático y análisis geoquímico. El trabajo de Vimal Mishra y su equipo es un hito en la forma de entender cómo el clima, incluso sin grandes catástrofes puntuales, puede modelar el destino de sociedades enteras.

Hoy, en un mundo que enfrenta desafíos similares —desertificación, agotamiento de acuíferos, migraciones por sequía—, el eco de la historia harappana resuena con fuerza. Nos recuerda que el colapso no siempre llega como una tormenta repentina. A veces, se desliza, casi sin ruido, a lo largo de generaciones.

Referencias

  • Solanki, H., Jain, V., Thirumalai, K. et al. River drought forcing of the Harappan metamorphosis. Commun Earth Environ 6, 926 (2025). DOI: 10.1038/s43247-025-02901-1

Cortesía de Muy Interesante



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