Casa de la Amistad, CAFs y capacitación médica sobre cáncer Infantil

Casa de la Amistad para Niños con Cáncer IAP, una fundación mexicana dedicada a combatir el cáncer infantil, está impulsando un innovador proyecto para elevar la detección oportuna de esta enfermedad. Bajo la presidencia de Lorenza Mariscal Servitje, la organización planea capacitar a médicos de consultorios adyacentes a farmacias, que se han convertido en los “médicos de cabecera” en el sistema de salud mexicano. Esta iniciativa busca fortalecer su labor mediante becas y entrenamiento en signos y síntomas del cáncer pediátrico, reconociendo que el diagnóstico tardío es un obstáculo mayor para la supervivencia. Según Mariscal, un estudio realizado por la fundación reveló que los pacientes pueden pasar por hasta seis médicos antes de un diagnóstico, con retrasos de semanas en leucemias y meses en tumores sólidos. “Los signos son inespecíficos: fiebre, dolor de cabeza, moretones”, explica, enfatizando la necesidad de sensibilización para que las familias regresen al mismo médico y eviten opiniones múltiples. Un piloto en Querétaro, que incluyó campañas en redes y capacitación, demostró que la información adecuada acelera el proceso, pero requiere canales de referencia eficientes para dirigir a los niños a atención especializada. Este proyecto, que requiere financiamiento adicional, representa un paso hacia la prevención y promoción de la salud, alineado con la maestría en salud pública de Mariscal.

Fundada en 1990 por Amalia García Moreno, cuya experiencia personal con el cáncer de su hijo la motivó a apoyar a otros, Casa de la Amistad celebra 35 años de operación. No es una institución clínica; en cambio, complementa los tratamientos del sector salud público, enfocándose en niños y jóvenes de 0 a 21 años sin seguridad social y con diagnóstico de cáncer. Su misión es elevar la tasa de supervivencia en México, donde el cáncer infantil es la principal causa de muerte por enfermedad en niños de 5 a 14 años, con un índice de sobrevida del 54%, comparado con el 95% en países desarrollados. La fundación atiende anualmente a alrededor de 1,300 niños, habiendo apoyado a casi 16,000 familias históricamente. Trabaja con más de 30 hospitales: ocho en la Ciudad de México y 22 en estados, adaptando sus modelos de apoyo según la ubicación.

En la capital, el albergue es el corazón de sus operaciones. Surgido de la necesidad de hospedaje para familias foráneas, dado que la atención oncológica estaba centralizada, ofrece alojamiento, transporte diario a hospitales, apoyo educativo con validez oficial (primaria, secundaria y bachillerato), y soporte emocional. “La enfermedad no pone en pausa sus estudios”, destaca Mariscal. Además, proporciona medicamentos, estudios especiales subrogados y transporte desde origen. En estados sin albergue, el enfoque es en medicamentos, estudios y traslados. La fundación reserva recursos para cinco años por niño, asegurando continuidad, ya que el tratamiento promedio dura ese tiempo. El apego al tratamiento es su métrica clave, con médicos reportando que, durante la pandemia, su apoyo salvó vidas al cubrir desabastos.

La recaudación es vital, con un presupuesto anual de casi 200 millones de pesos, mayoritariamente del sector privado, empresas y donadores individuales. Los “Ángeles Guardianes” aportan recurrentemente desde 150 pesos mensuales, pero el grueso viene de fundaciones y convocatorias. “Tocamos puertas todo el día”, dice Lorenza Mariscal, notando confianza histórica en la fundación, con donantes leales. Nuevas empresas buscan visibilidad y voluntariado corporativo, duplicando donativos empleados. Internacionalmente, buscan expandir, aunque actualmente son pocas fuentes. Transparencia es clave: el 94% de donaciones llega directamente a pacientes.

Mariscal, médica con maestría en The London School of Hygiene & Tropical Medicine, ingresó al patronato hace casi 10 años y preside desde hace tres. Visualiza en cinco años una atención más integral en estados, sin grandes inversiones en albergues, sino alianzas con organizaciones locales para apoyo emocional, educativo y rehabilitación. “No vamos solos; fortalecemos relaciones con quienes ya trabajan bien”. Regionalización es prioridad, cubriendo más de los 130 hospitales oncológicos pediátricos en México.

Casa de la Amistad atiende más de una quinta parte de los 5,000-7,000 casos anuales de cáncer infantil, priorizando vía trabajo social hospitalario a los más necesitados. Limites físicos y financieros, especialmente para jóvenes, han restringido cupos, pero actualmente no es el caso. Su impacto: reducir abandonos, elevar supervivencia y cambiar historias familiares. Como dice Mariscal, “Somos un brazo en el momento más difícil”. Para sostenerlo, invita a donar y conocer su labor, profesionalizada desde sus inicios.

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Cortesía de El Economista



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