México envejece entre oportunidades millonarias y un desafío fiscal creciente

Durante mucho tiempo, cumplir 60 años significaba retirarse, pocas oportunidades de ocio y dejar espacios (laborales, creativos y de entretenimiento) para las siguientes generaciones. Pero la vida cambió. Ahora, quienes cruzan esa edad ya no son los mismos que hace medio siglo. Muchos trabajan, viajan, aprenden y se mantienen activos. La imagen de la vejez quieta se desvanece.

Ante ese escenario, México se asoma a su próximo gran mercado: la economía plateada. En el país viven 17.1 millones de personas adultas mayores, 12.8% de la población total. Para 2030, esa proporción alcanzará casi 15%. La tendencia no se detendrá. El Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que para 2070 las personas mayores representarán 34.2% de los habitantes.

La disminución de la tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida impulsan este cambio silencioso que avanza mientras el país mira hacia otro lado. La llamada economía plateada sostiene buena parte del crecimiento en Japón y Europa, pero en México sigue sin hallar terreno fértil. Aquí el envejecimiento avanza sin estrategia y con un gasto público que amenaza con desbordar las finanzas nacionales.

De acuerdo con Óscar Berumen, director general de Viraal, firma especializada en servicios financieros para pensionados y jubilados, para 2050 el 40% del consumo interno de México provendrá de personas mayores de 60 años. “El reto está en alcanzar los estándares de Japón o Europa, donde la economía plateada representa 50% y 30% del crecimiento económico, respectivamente”, señala.

El portal Canitas, dedicado a la tercera edad, prevé que para 2050 uno de cada cuatro mexicanos será adulto mayor. Ciudad de México, Veracruz y Morelos ya muestran un envejecimiento adelantado que las coloca como polos naturales de innovación.

Este grupo no es homogéneo. Muchos son dueños de vivienda, invierten, reciben pensiones, remesas, siguen trabajando o administran su patrimonio. Deciden qué compra la familia, adoptan herramientas digitales y se convierten en un consumidor poderoso, subatendido y en expansión.

Las oportunidades de negocio florecen en todos los frentes. En salud y bienestar crece la demanda de telemedicina, alimentos funcionales y servicios a domicilio. En vivienda, el cohousing se perfila como nuevo modelo de comunidad activa en destinos como Chapala, Querétaro o San Miguel de Allende. El turismo sénior gana espacio con experiencias accesibles y seguras, desde recorridos culturales hasta paquetes médicos.

La encuesta ¿En qué gastan las y los pensionados en México?, presentada por Banorte este año, revela que a lo que más destinan su dinero este segmento de la población es a alimentos (3,947 pesos mensuales en promedio), seguido de servicios (2,728 pesos) y salud (1,881 pesos). En menor medida, su gasto va a transporte y vivienda.

El estudio también mostró que, si contaran con un ingreso adicional, 27% lo destinaría a salud, 13% a vivienda y 11% a alimentos.

La oportunidad está ahí y quien actúe primero tendrá la ventaja en un mercado que no para de crecer. Sin embargo, la sociedad mexicana no ajusta su ritmo al cambio. A partir de cumplir los 50, muchos enfrentan puertas cerradas. Para Adriana Valladares, conductora del podcast Hablando en plata, el prejuicio se traduce en negocios perdidos. “Muchas áreas de marketing repiten que solo el público joven asegura clientes por años”, afirma.

Valladares, especialista en comunicación y marketing, rebate con datos. “Hay productos que solo se consumen en la primera infancia. La natalidad cae y el mercado infantil se reduce. A la par crece el gasto de hogares con mascotas y el universo de consumidores mayores. El mundo ya tiene más personas de 65 años que niños menores de 10. Las empresas que no actualizan su mira dejan dinero sobre la mesa. Es una miopía”, sentencia.

Aunque México lidera en América Latina por número de empresas y organizaciones dedicadas a la economía plateada, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) identificó solo 47 actores nacionales que ofrecen productos y servicios para personas mayores.

Quienes tienen más de 55 años representan un segmento atractivo. Según YouGov Profiles, 58.9% declara tener una situación financiera estable, frente a 50.4% del público general y 42.8% de los jóvenes de 18 a 24 años. Esa estabilidad se traduce en mayor disposición a gastar. Seis de cada 10 mexicanos mayores de 55 años aseguran que no les molesta pagar más por productos de buena calidad. La cifra supera a la del resto de los grupos etarios. Todo indica una economía plateada robusta y lista para quien sepa atenderla.

El negocio de la experiencia

La economía plateada no consiste solo en vender productos o servicios a los adultos mayores, sino también en abrirles espacio para emprender. Berumen lo explica con claridad: “En Japón se impulsaron programas para que los adultos mayores emprendieran y desarrollaran nuevos negocios. En México debemos seguir ese ejemplo. Los mayores de 60 años también pueden emprender”.

En el país, la mayoría de los jubilados permanece activa, aunque enfrenta obstáculos para acceder a crédito o financiamiento. “Menos del 10% de los pensionados tiene acceso a créditos, aunque esta cifra crece conforme más instituciones entran al mercado plateado”, señala el directivo.

Su empresa ha comprobado que este sector es uno de los más responsables con sus finanzas. “Cuidan su crédito porque lo valoran. Su capacidad de pago se basa en un ingreso seguro: la pensión”, comenta. El reto, advierte, no termina en el acceso a recursos. Considera indispensable combinar la inclusión financiera con educación tecnológica y rediseñar los servicios para adaptarlos a sus condiciones. “El gran desafío es crear productos financieros ágiles, confiables y fáciles de usar, acompañados de educación financiera”, subraya.

Entre quienes abren camino está Luis Garza Hoth, fundador de Entrecanos. A los 72 años encabeza una red que impulsa el emprendimiento de personas mayores de 50. “Cuando fui a la Secretaría de Economía a preguntar qué programas tienen para nosotros, me dijeron ‘todos’ y ‘ninguno’. Así nació Entrecanos”.

Desde entonces organiza premios para emprendedores sénior y prepara la primera Cumbre de Economía Plateada en México, prevista para octubre de 2026 en Guadalajara, con apoyo del ITESO y el Tec de Monterrey, de ahí espera que surja la hoja de ruta. Pero incluso en eso ha enfrentado el desinterés del gobierno.

Garza Hoth se jubiló en 2015 y decidió crear su propio empleo. “A los 45 ya te prejubilan. Si no hay trabajo, hay que inventarlo”. Su historia se repite en miles de mexicanos que buscan reinventarse ante un sistema que los expulsa. “No me califiques por mi edad, mide mi capacidad”, pide con insistencia.

En México, emprender después de los 65 años aún es una excepción. Apenas 0.4% de las personas fundadoras de empresas pertenece a este grupo. Tres de cada 4 dirigen micro o pequeñas empresas con menos de 10 empleados y facturación anual inferior a 20 millones de pesos. Para nueve de cada 10, su negocio representa una segunda fuente de ingresos o un ingreso complementario.

La edad, lejos de ser un obstáculo, se convierte en un activo. Según la Radiografía del Emprendimiento 2024 de la ASEM (Asociación de Emprendedores de México), el 48% de los emprendedores mayores de 65 años identificó una oportunidad de negocio como motivo principal para fundar su empresa, casi el doble del promedio nacional. Su experiencia laboral les permite detectar oportunidades, reducir riesgos y responder con criterio a los desafíos del mercado.

Garza Hoth asegura que México podría aprender de Japón, donde los jubilados asesoran a jóvenes emprendedores, o de Alemania, que ya pide a sus pensionados volver al trabajo. “También necesitamos de los jóvenes, que se tomen el tiempo para enseñarnos ciertas herramientas digitales y tecnologías que nos permitan mantenernos activos”, afirma.

El rezago digital se mantiene como obstáculo. Seis de cada 10 mayores no saben vender por internet y solo 41% utiliza herramientas de gestión digital, frente al 68% nacional. Cerrar esa brecha será clave para que el emprendimiento sénior deje de ser una excepción y se consolide como una nueva fuerza económica, advierte la ASEM.

“No hay generación de relevo suficiente. Si no integramos a los mayores, no habrá manos ni ingresos para sostener el país”, alerta Garza Hoth. Recuerda una imagen que lo persigue desde que la vio en un noticiero: una maestra en Centla, Tabasco, recorría calles con un altavoz para invitar niños a inscribirse en su escuela. No había alumnos.

México envejece sin plan

México avanza hacia una transición demográfica acelerada sin políticas que acompañen el cambio. Alejandra Macías, investigadora y directora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), advierte que el país sigue atrapado en la inercia presupuestal y no ha incorporado a las personas mayores en su estrategia económica, social ni productiva.

“En general no hemos avanzado mucho. La economía plateada no ha permeado en la vida pública ni en las decisiones políticas. La lógica sigue siendo la misma: un presupuesto inercial que no incluye a los adultos mayores más allá del consumo”, lamenta.

Macías subraya que el debate se limita casi siempre a las pensiones, cuando el envejecimiento también exige educación continua, participación laboral extendida y políticas de cuidado. “México no tiene esquemas que permitan que una persona mayor de 65 años siga aportando desde otras actividades. No se trata solo de jubilarse tras 30 años de trabajo, sino de cambiar de ocupación, aprovechar su experiencia y mantenerlos productivos”, explica.

El problema no se reduce a la demografía. El costo fiscal crece con rapidez. Hoy el país destina cerca del 23% del gasto público a pensiones, un rubro que continúa en expansión. “Gastamos más en pensiones que en educación o salud. Si no modificamos la estructura del gasto, en unos años será insostenible”, advierte.

La economista insiste en que México debe pensar en políticas públicas con visión de ciclo de vida. “Sabemos que la tasa de fertilidad cae y que seremos un país más viejo, pero no hacemos los cambios para prepararnos. No hablamos de elevar la edad de retiro, de invertir en la primera infancia ni de adaptar la infraestructura a una población con más limitaciones físicas”, afirma la especialista.

Otros países enfrentaron el envejecimiento con tiempo y planificación, mientras América Latina envejece más rápido y con menos recursos.

El reto de los cuidados también se aproxima. Con menos hijos y hogares más pequeños, el país enfrentará un déficit de cuidadores. “Vamos a ser viejos y solos. Alguien tendrá que cuidar, y eso no puede recaer solo en el Estado ni en las mujeres. Las empresas deben involucrarse en sistemas comunitarios de cuidado y entender que el envejecimiento también es una oportunidad”, insiste Macías.

Pero cuidar a un adulto mayor en México cuesta mucho más de lo que la mayoría imagina. Los datos de la Fundación Dämadi, dedicada a la atención integral de personas mayores, revelan que el gasto puede igualar o incluso superar el ingreso mensual de una familia promedio. Y la tendencia es clara: cada año, el costo de envejecer aumenta.

Para quienes requieren apoyo básico —acompañamiento, alimentación o supervisión— el cuidado a domicilio implica un gasto mensual de entre 12,000 y 18,000 pesos. Si la atención debe ser continua las 24 horas, el monto puede ascender a 30,000 pesos. En los casos de adultos mayores dependientes, con enfermedades crónicas o necesidades de enfermería especializada, la cifra se dispara. Una familia puede destinar entre 30,000 y 45,000 pesos al mes, o incluso más cuando se agregan medicamentos, curaciones y equipo médico.

El reloj fiscal no se detiene

El gasto en pensiones se ha convertido en una de las cargas más pesadas para las finanzas públicas y su tendencia apunta a un terreno más estrecho. Héctor J. Villarreal, profesor-investigador del TEC de Monterrey, apunta que el país necesita una reforma profunda al sistema pensionario para contener su costo creciente. En 2026 el gasto pensionario alcanzará 6.2% del PIB.

El panorama a largo plazo resulta aún más inquietante. Si no se aprueban cambios que alivien el pago de las pensiones de la llamada generación de transición, el gasto podría escalar entre 9.5% y 11.5% del PIB para 2040, un nivel que pondría en riesgo la estabilidad fiscal.

“El problema fiscal de los próximos 20 años no es que la población se haga más pequeña, sino que se está envejeciendo”, enfatiza Villarreal, quien lidera la Iniciativa para la Transición Económica y Demográfica del TEC.

El economista advierte que este proceso también presionará al sistema de salud. Si el país no invierte lo suficiente en atención preventiva y cobertura médica, la próxima década podría enfrentar una doble crisis: fiscal y sanitaria.

Macías concluye con una advertencia y un llamado. Sabemos que el problema viene, hay un diagnóstico, pero no se actúa. En México, agrega, “nos encanta perder oportunidades”. Por ejemplo, ya nadie habla de nearshoring. Si no cambiamos el paso, agrega, el envejecimiento nos alcanzará sin estar listos. “Estoy de acuerdo en que todavía no es completamente la situación ahora en nuestro país, pero sabemos que va a venir”, sentencia.

Cortesía de Expansión



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