Los agujeros negros, por definición, no se pueden ver. No emiten luz y están envueltos en un misterio denso y opaco, tanto para el ojo humano como para los telescopios más potentes. Sin embargo, lo que sí dejan escapar son las ondas gravitacionales, las vibraciones del espacio-tiempo que se producen cuando estos objetos colosales chocan entre sí. Ahora, por primera vez, un grupo internacional de investigadores ha logrado simular con precisión un fenómeno que durante décadas había permanecido oculto en estas colisiones: la llamada “cola” de la onda gravitacional. Se trata de una señal muy tenue, casi un susurro cósmico, que aparece mucho después de la gran explosión gravitacional.
El hallazgo, publicado en la revista Physical Review Letters, no es una observación directa con instrumentos como LIGO o LISA, sino el resultado de simulaciones numéricas avanzadas, que por primera vez han conseguido reproducir este eco tardío del universo. Aunque no es una detección en el sentido tradicional, los investigadores han utilizado la expresión “observar” entre comillas para referirse a la claridad con la que el fenómeno se manifestó en sus modelos. Gracias a estas simulaciones, ahora sabemos exactamente qué buscar cuando analicemos los datos reales de futuras colisiones.
Un eco que la teoría ya predecía
Las colas gravitacionales no son una idea nueva. Fueron predichas teóricamente hace décadas a partir de los estudios de la relatividad general de Einstein. Sin embargo, hasta ahora nadie había podido verlas claramente en una simulación completa de relatividad numérica. Estas colas representan la fase más tardía de la señal de ondas gravitacionales generadas por la fusión de agujeros negros, cuando el espacio-tiempo deja de vibrar con intensidad y comienza a asentarse lentamente.
En este estudio, los científicos utilizaron el código computacional SpEC —uno de los más precisos del mundo para simular fusiones de agujeros negros— y lo ajustaron para detectar señales que aparecen cientos de milisegundos después de la colisión principal. Lo que encontraron fue un cambio sutil pero claro en el comportamiento de la onda: tras el llamado ringdown (la “campanada” final de la colisión), surge una señal que decae muy lentamente, lo que corresponde a la cola predicha por la teoría.

Cómo se logró simular una señal tan esquiva
Detectar estas colas en simulaciones es extremadamente difícil. El equipo tuvo que superar varios obstáculos técnicos. Por un lado, las señales de cola son muy débiles y fáciles de confundir con ruido numérico o efectos de frontera. Por otro, las simulaciones estándar no suelen durar lo suficiente como para capturar esa fase tan tardía. Para resolver esto, los autores extendieron sus simulaciones hasta 400 unidades de tiempo tras la fusión —lo habitual es solo 100— y colocaron los límites de su modelo muy lejos del sistema, para evitar que la señal se contaminara con reflejos artificiales.
Además, descubrieron que la clave para hacer más visible esta cola era utilizar colisiones frontales en lugar de órbitas circulares. Estas colisiones, aunque poco frecuentes en la naturaleza, amplifican la señal de cola y permiten observarla mejor en los modelos. Como escriben los autores, “alrededor de 140M después del pico, la amplitud transiciona de un régimen exponencialmente amortiguado a un comportamiento no oscilatorio de decaimiento lento”.

Qué nos dice esta “cola” del espacio-tiempo
A diferencia del estallido principal de ondas gravitacionales —que revela información sobre los agujeros negros que colisionan—, la cola transporta datos sobre el espacio-tiempo en sí. Es un fenómeno influido no solo por la masa o el giro del agujero negro resultante, sino también por la geometría global del entorno. Por eso, estudiar las colas permite investigar el comportamiento de la gravedad en regiones muy alejadas del centro del sistema.
En palabras del estudio, “las colas constituyen una sonda limpia de la estructura de largo alcance de los espacio-tiempos dinámicos”. Esto significa que podrían ayudar a detectar la presencia de materia oscura, discos de acreción o incluso dimensiones adicionales, si esas estructuras modifican la forma en que el espacio-tiempo “resuena” tras la colisión.
En este sentido, el estudio sugiere que las colas podrían ser usadas como herramientas para detectar efectos ambientales alrededor de los agujeros negros, como halos de materia oscura o incluso objetos adicionales orbitando cerca del sistema binario. Estas aplicaciones todavía están lejos, pero la simulación abre la puerta a una nueva rama de la astrofísica gravitacional.
La relatividad general, una vez más confirmada
El descubrimiento también representa una nueva victoria para la teoría de Einstein. Las colas habían sido previstas matemáticamente dentro del marco de la relatividad general, pero nunca se habían reproducido con éxito en un modelo realista. Con este avance, los investigadores no solo confirman la validez de la teoría en una nueva región del espacio-tiempo, sino que también refuerzan la precisión de las herramientas computacionales basadas en relatividad numérica.
Uno de los resultados más interesantes del trabajo es que, incluso en sistemas con masas comparables —y no solo en casos extremos como los agujeros negros muy desiguales—, las predicciones perturbativas coinciden sorprendentemente bien con las simulaciones no lineales completas. Como indican los autores, “las señales muestran una notable coincidencia con los resultados perturbativos hasta la fase dominada por la cola”.
Esta coincidencia implica que muchas de las predicciones realizadas con modelos simplificados siguen siendo válidas, lo que da confianza a los físicos teóricos que trabajan con ecuaciones perturbativas más manejables. Al mismo tiempo, la simulación permite explorar diferencias sutiles que podrían revelar efectos no lineales aún poco comprendidos.
Qué esperar en el futuro
Aunque las colas no han sido detectadas todavía en observaciones reales, los autores creen que podrían estar al alcance de los detectores de próxima generación, como la misión espacial LISA o futuras versiones mejoradas de LIGO. El hecho de que estas señales sean tan tenues y prolongadas hace que hasta ahora hayan pasado desapercibidas. Pero con los nuevos conocimientos aportados por esta simulación, los físicos sabrán exactamente qué buscar en los datos.
Además, se abre la posibilidad de construir modelos analíticos específicos para detectar colas en sistemas con agujeros negros que giran, lo cual podría potenciar aún más su visibilidad. “El refuerzo inducido por la fuente acerca la cola al alcance de los futuros observatorios de ondas gravitacionales”, concluyen los autores.
De aquí en adelante, la simulación podría utilizarse como base para estudiar colas en contextos más realistas, incluyendo órbitas elípticas, sistemas con más de dos objetos, o entornos no vacíos. El equipo planea refinar sus modelos y, eventualmente, integrarlos en las herramientas utilizadas por los observatorios para analizar eventos reales.
Referencias
- Marina De Amicis, Hannes R. Rüter, Gregorio Carullo, et al. Late-Time Tails in Nonlinear Evolutions of Merging Black Holes. Physical Review Letters 135, 171401 (2025). https://doi.org/10.1103/2brx-xnyr.
Cortesía de Muy Interesante
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