Este 19 de diciembre se cumplen 27 años del estreno de Titanic, uno de los grandes éxitos del cine de todos los tiempos. Su presupuesto alcanzó los 200 millones de dólares, 50 más que lo pautado inicialmente y recaudó 2265 millones de dólares hasta ahora. Todo dicho.
Ahora bien, aun 27 años después de su estreno, su director, el exitoso James Cameron, debe seguir dando explicaciones acerca del trágico desenlace de Jack, protagonista encarnado por Leonardo DiCaprio, que murió en el hundimiento.
La crítica de los espectadores sigue resonando en la conciencia de Cameron. ¿Por qué durante el hundimiento del trasatlántico no podían mantenerse los dos a flote sobre esa puerta que hizo las veces de balsa y sostuvo a la actriz hasta su rescate? Se refieren a Jack y a Rose (encarnada por la actriz Kate Winslet) en medio de un hundimiento memorable tanto para la historia de la navegación como para la del cine.
Harto del cuestionamiento, James Cameron se dispuso a presentar un estudio forense que llevó adelante junto a un experto en hipotermia que reprodujo las mismas condiciones atmosféricas y que determinaron que era imposible la supervivencia de los dos en la balsa.
De todos modos, más allá de cualquier prueba científica, la mejor conclusión es que jamás habría que subestimar el peso dramático. El romance entre Jack y Rose parecía imposible de hundirse y ese trágico desenlace es indispensable para poner en un segundo plano la catástrofe real del Titanic, que la película rememora.
Cameron logró hacer un melodrama inolvidable sobre la muerte y la separación, que no hubiese tenido sentido con la supervivencia de Jack. Tantos años después de su estreno, el director insiste en que el protagonista “tenía que morir. Es una película de amor, sacrificio y muerte. El amor se mide por el sacrificio. Es como Romeo y Julieta”, añadió.
La historia de su filmación
Cameron venía de dos éxitos de taquilla, Robocop 2 y Mentiras verdaderas, primera películas que superaron los 100 millones de dólares de costo. El director, con el proyecto de Titanic bajo el brazo, redobló la apuesta y les dijo a los productores que este filme costaría 150 millones de dólares y sin secuelas. Al parecer, fue la autoconfianza de Cameron y su ojo para saber lo que el público quiere lo que terminó por convencer a los financistas que le dieron “luz verde” para Titanic.
No está de más recordar que por aquellos años, mediados de la década del noventa, la industria estaba poblada de súper héroes, un filón muy rentable y que ponía en controversia una película con una temática tan a contrapelo con los gustos de esa época.
El cineasta estaba obsesionado con el hundimiento del Titanic desde que se sumergió a finales de los años ’80 en las profundidades del mar al filmar El secreto del abismo. Cuando presentó el proyecto ya había pasado más de un año investigando los detalles del hundimiento que incluyeron descensos al lugar donde se encuentran los restos del barco.
La primera de las alertas en Hollywood fue cuando el director falló con los plazos de entregas y, en especial, con el presupuesto. La prensa especializada, siempre atenta a los problemas, ya hablaba de fracaso y hasta se burlaba por anticipado haciendo todo tipo de comparaciones entre ambos Titanic, el real y el de la película.
Desde su estreno mismo, en diciembre de 1997, el éxito del filme fue descomunal, al punto de medirse en miles de millones de dólares, con recaudaciones récords durante año, hasta que el propio Cameron decidiese batirlo con Avatar, un proyecto que a priori sonaba más disparatado, pero esa es otra historia.
Titanic fue la película que puso al cineasta en la cima del mundo. La Academia de Hollywood reconoció el trabajo de Cameron con un récord de catorce nominaciones al Oscar en categorías distintas y el filme se quedó con once estatuillas, algo que hasta el momento sólo había ganadas por Ben-Hur.
El director le agradeció a la Academia al exclamar “Soy el rey del mundo”, como el grito desaforado de Jack, en la proa del barco y por el cual Leonardo DiCaprio fue ninguneado en la premiación.
Problemas con los protagonistas
Entre las cuestiones que pusieron a Hollywood en alerta también figuró la selección de los protagonistas. Cameron quería que Gwyneth Paltrow fuese Rose, en lugar de Kate Winslet, qjue con 23 años ya había hecho tantas películas de época que la llamaban “Kate Corset”. A los 21 años, DiCaprio era una estrella juvenil que venía de hacer una moderna versión de Romeo y Julieta, de Baz Luhrmann y que se la hizo bien complicada al director con sus caprichos.
Por ejemplo, el actor se negó a hacer lecturas de guión y aunque luego cedió, insistió sin éxito en modificar, por consejo de su padre, cuestiones relacionadas con el origen de Jack.
Cameron se la jugó con los dos jóvenes actores que se convirtieron rápidamente en una pareja perfecta y que fueron el verdadero motor de Titanic. El abrazo, con gesto de avioncito, entre el galán trabajador y la chica rica y sensible en la punta del buque es una imagen que consiguió perdurar más que el propio hundimiento.
El momento en que Rose le pide a Jack que la dibujase sólo con su emblemática esmeralda es otra escena imborrable para cualquier espectador.
Otra fue el encierro en la bodega del barco dentro de un auto cuyas ventanillas se empañan a pura fuerza de amor y así romper los prejuicios de clase que cargaban los personajes, condimentada de manera hermosa por My Heart Will Go On, de Celine Dion. El amor venció las diferencias.
Y el director dio todas sus razones para matar al protagonista.
Cortesía de Clarín
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