A 45 años del asesinato de John Lennon: la historia detrás del crimen que cambió al rock para siempre

El 8 de diciembre de 1980 la vida de millones de personas cambió para siempre. John Lennon, uno de los Beatles y uno de los músicos más influyentes del siglo XX, fue asesinado brutalmente a balazos. En ese momento, volvía con su esposa Yoko Ono a su departamento del edificio The Dakota, en Manhattan, cuando fue emboscado por un hombre que ese mismo día le había pedido un autógrafo, tras pasar horas esperándolo.

Esa noche, Mark David Chapman -el agresor, que aún continúa en la cárcel- sacó un revólver calibre 38 y le disparó a Lennon cinco veces por la espalda. Un tiro falló, pasando por encima de la cabeza del músico e impactando en una ventana del edificio Dakota. Sin embargo, dos tiros le dieron en el lado izquierdo de su espalda y dos más penetraron su hombro izquierdo.

Ante la desesperación, el cantautor intentó refugiarse en el hall del edificio. Subió cinco peldaños hacia el área de seguridad y dijo: “Me dispararon”. A continuación, se desplomó. El conserje, Jay Hastings, cubrió al músico con su uniforme, y le quitó las gafas. Y si bien fue trasladado rápidamente al hospital Roosevelt, los médicos no pudieron salvarlo. Tenía tan sólo 40 años.

Como era de esperar, el mundo reaccionó con horror ante el trágico crimen. Miles de fans se congregaron frente al hospital y en la puerta del edificio Dakota. Rompieron en llanto, se abrazaron y formaron parte de una vigilia en la que intentaban entender lo que había ocurrido. Sin duda, la muerte de Lennon dejó un vacío en la música, la cultura y en el espíritu de toda una generación.

Y aunque para la mayoría de las personas lo que ocurrió fue injusto e inexplicable, para el autor del delito todo tenía un sentido, según él mismo confesó en una entrevista décadas después de haber matado al ídolo británico.

Mark David Chapman, el hombre que mató a John Lennon, le dijo a un tribunal en agosto de 2020 que sabía que estaba mal asesinar a su querido Beatle, pero estaba buscando fama y tenía “maldad en mi corazón”.

En el encuentro con ese tribunal, se le negó la libertad condicional por decimosegunda vez, citando su “egoísta falta de respeto por una vida humana de consecuencias globales”.

Chapman dijo que su decisión de matar a Lennon fue como una “solución a todo, porque no quería seguir siendo un desconocido”. Y sumó: “No voy a echarle la culpa a nadie por estar ahí esa noche. Yo sabía que estaba mal, pero quería la fama tanto que estaba dispuesto a darlo todo y quitar una vida humana”.

Mark David Chapman, que hoy tiene 70 años, fue condenado a prisión perpetua, condena que cumple en una cárcel de Nueva York. Si bien pidió que le den la libertad condicional varias veces, todos sus pedidos fueron denegados.

Pero, claramente, su deseo es tener la misma suerte que John Hinckley Jr., que disparó e hirió al presidente Ronald Reagan en 1981, y que finalmente obtuvo la libertad condicional por razones de salud mental.

Pero la historia no termina con el crimen ni con las palabras de su asesino. El legado de Lennon sigue vigente. Cada vez que suena una melodía del músico, cada vez que alguien cita sus letras, se reaviva la huella de su talento.

Hoy, a 45 años de su muerte, no recordamos solo a un guitarrista, un músico o un ex Beatle. Recordamos a un símbolo de libertad, de cambio, de arte que trasciende generaciones. Su asesinato marcó al mundo, pero su legado demostró que la voz de un creador puede sobrevivir al horror físico.

Cortesía de Clarín



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