¿Adiós al elbismo?

Rafael Ochoa Guzmán rescató un par de veces a Elba Esther Gordillo. Con su fallecimiento en su natal Huatusco se cierra un capítulo de la historia magisterial y —de acuerdo con algunos analistas del sindicalismo— comienza el declive del elbismo.

“Fue un elbista puro, un líder genuino, pero la actual directiva del SNTE nunca reconoció sus aportaciones al movimiento”, lamentan los cada vez más cercanos a la otrora lideresa magisterial.

El profe Ochoa estuvo entre los primeros aliados de Gordillo Morales, en su ascenso al poder magisterial. Era el coordinador del programa Frontera Norte, desplegado por el SNTE cuando Carlos Jongitud estuvo al frente del gremio y en ese carácter conoció a la Maestra, quien era la encargada de las finanzas sindicales, hace casi 40 años.

Ambos habían coincidido en la sección 36, que afilia a los trabajadores de las escuelas federales de los municipios mexiquenses conurbados a la Ciudad de México. Formados en el Instituto Federal para la Capacitación del Magisterio, ella —de origen chiapaneco— era 10 años mayor que él, originario de Huatusco, Veracruz; festejaban juntos sus cumpleaños, la primera semana de febrero.

Al paso del tiempo, la vida los haría compadres. Y juntos recuperaron el control de la organización magisterial, hace 25 años. Elba Esther había entregado la secretaría general del SNTE al maestro Humberto Dávila Esquivel, quien pactó con el régimen zedillista y relegó a su antecesora, entonces lideresa nacional de la CNOP.

Ochoa Guzmán había llegado a la secretaría general de la sección 36 y en 1998 fue electo secretario de finanzas del CEN, que encabezó Tomás Vázquez Vigil, otro aliado relevante de Gordillo Morales, quien dos años después llegaría al senado bajo las siglas del PRI y dejaría las riendas de la organización al veracruzano, quien allanó el camino para el regreso de la Maestra, después de que la expulsaran de la coordinación de la bancada priista, en el 2003.

El veracruzano se mantuvo al frente del SNTE hasta que una reforma estatutaria regresó a la Maestra al poder, en el 2007. Entonces tuvo lugar lo que puede considerarse una segunda etapa del elbismo, que se extendería dos sexenios que coincidieron con la estancia de Vicente Fox y Felipe Calderón en Los Pinos.

Ochoa Guzmán mantuvo el control sindical de la mano de Juan Díaz de la Torre, otro dirigente tapatío, discípulo de Vázquez Vigil. En el 2006, ambos financiaron la creación de Nueva Alianza, el partido construido por el elbismo tras de romper sus negociaciones con Andrés Manuel López Obrador.

El papel del partido magisterial fue determinante en esa elección. Nueva Alianza alcanzó el registro y Ochoa Guzmán junto con Mónica Arriola —la hija menor de Gordillo Morales— llegaron al senado. Entonces inició una operación política para cooptar la directiva sindical a la que se sumó Alfonso Cepeda Salas, quien entonces ocupaba la secretaría general del partido turquesa.

Arriola Gordillo y Díaz de la Torre negociaron con los peñistas desde el 2011, cuando impulsaron la candidatura de Eruviel Ávila, y dos años después se afianzaron en el control del sindicato, tras del encarcelamiento de la Maestra. Los elbistas se dividieron, desde entonces.

Una facción, encabezada por Ochoa Guzmán y Fernando González, exfuncionario calderonista y yerno de la Maestra, se decantaron hacia el lopezobradorismo. Mientras se esforzaban por la liberación de Elba Esther, se lanzaron a la formación de una nueva organización partidista, las Redes Sociales Progresistas. Su evento fundacional, en Zacatecas a mediado de enero del 2018, dio paso a una lenta muerte —por inanición, de Nueva Alianza— y también, al inicio de la caída del priismo peñista.

Cortesía de El Economista



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