Aeroméxico y Delta: la nueva era

Apenas estamos entendiendo de qué se trata esta nueva era de proteccionismos y polarizaciones que nos atraviesa en el mundo global, pero que tiene implicaciones muy fuertes en el mundo de las empresas y de los países concretos. En el caso de México, además de los aranceles, de los problemas migratorios, de seguridad y de combate al narcotráfico, en la agenda bilateral se cuelan esos desencuentros que amenazan con dar al traste con estrategias exitosas que se construyeron a lo largo de muchos años.

Es el caso de la alianza Delta-Aeroméxico, donde, derivado del desencuentro en el convenio bilateral de aviación, Estados Unidos decidió no sólo poner en pausa las facilidades que le da el bilateral a las aerolíneas mexicanas para circular libremente en el país vecino, sino que se cobró una víctima más que, sin deberla ni temerla, hoy está sufriendo consecuencias muy duras.

Como ya se había mencionado desde hace tiempo, son los privados los que están pagando por los desencuentros políticos de los gobiernos. Desde que se tomó la decisión de enviar por decreto a las aerolíneas exclusivas de carga al Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA) y se hizo caso omiso de la casi unánime petición de todos los involucrados de que hubiese al menos un año de plazo. El Departamento de Transporte de EU (DOT) envió varias comunicaciones, algunas fueron respondidas por autoridades directamente involucradas pero otras fueron turnadas a instancias menos importantes y, como suelen decir los clásicos, “la forma es fondo”, así es que aquí tenemos las consecuencias de ello.

Otra decisión cuestionada fue limitar primero en un 15% y luego en otro porcentaje similar el número de slots del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), argumentando razones de seguridad sin justificarlas realmente, lo que incluyó que aerolíneas estadounidenses perdieran slots. Misma historia de inconformidades y de desdén institucional.

En el fondo está esa idea de “¿por qué los gringos nos van a decir qué hacer?” que permeó muchos de los argumentos de la reciente historia de la aviación mexicana, de la cancelación del NAIM en Texcoco a la prohibición de la joint venture Delta-Aeroméxico, pasando por la Categoría 2, la fallida auditoría de la Organización de Aviación Civil Internacional y las sanciones que mantienen en vilo el convenio bilateral de aviación con Estados Unidos.

Las consecuencias no se observan a simple vista, será con los años cuando el recuento de los daños se muestre en costos de oportunidad (lo que se pudo haber ganado y no se logró), además de las derivaciones en menor conectividad, costos más altos, menos opciones y más complicadas.

Tal vez una de las derivaciones sea que, finalmente, y sin que sea explícito, los accionistas de Aeroméxico Eduardo Tricio y Valentín Díaz Morodo, decidan por fin retirarse de nuestra aerolínea de bandera, No es evidente que esa sea la razón, pero en el fondo pareciera una puerta de salida.

Sea como sea, lo que le pase a una de nuestras empresas aéreas le pasa al país. Es urgente buscar soluciones y ojalá que la solicitud de suspender la prohibición de la alianza en los tribunales de EU surta efecto, en lo que nuestros gobiernos se sientan civilizadamente a la mesa a negociar los nuevos términos.

Cortesía de El Economista



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