
En México, moverse sigue siendo un privilegio. Para millones de personas, el transporte público es insuficiente, caro y, en muchos casos, inseguro.
La situación, dice la Dra. Isabel Studer, presidenta y directora ejecutiva de Sostenibilidad Global, refleja una crisis estructural.
“El transporte en México no ha sido una prioridad. Si vamos a cualquier ciudad, sea grande o pequeña, nos damos cuenta de que el transporte público no ha sido pensado como un derecho básico”, advierte.
Desde esa premisa nació la Alianza por la Movilidad Sostenible para Tod@s (AMST), una iniciativa de Sostenibilidad Global que busca traducir evidencia en acción. Su objetivo, explicó en entrevista para El Economista la Dra. Isabel Studer, es articular gobiernos, empresas, comunidades y sociedad civil para acelerar la transición hacia un sistema de transporte limpio, justo y accesible.
“No se trata de tener más promesas o proyectos aislados. Queremos que la movilidad sostenible deje de ser un privilegio y se convierta en una realidad compartida”, sostiene.
Una alianza con propósito
La AMST se levanta sobre tres pilares: innovación social, proyectos inspiradores y política pública basada en evidencia. En palabras de Studer, la idea es dejar atrás los modelos verticales (de decisiones impuestas desde arriba) y pasar a procesos co-creados donde los distintos actores se reconozcan como corresponsables.
“Vivimos en un país donde el 80% de la población reside en centros urbanos, pero el transporte público es insuficiente. La gente termina dependiendo del coche, y eso agrava la desigualdad y la contaminación”, explica la experta en sostenibilidad y resiliencia climática.
También, el panorama se agrava con flotas envejecidas, autobuses con más de 10 años de antigüedad y camiones de carga que, en muchos casos, operan fuera de norma. Es decir, “una mezcla: pueden ser los más lujosos en ciudades como México, Monterrey, Guadalajara, pero también vemos vehículos muy viejos.
“Uno de los grandes problemas es los autos chocolate. Eso tiene un impacto muy negativo en las emisiones de México porque estamos importando un millón de vehículos usados de Estados Unidos en vez de que tengamos vehículos nuevos limpios aquí, y también afecta la posibilidad de vender vehículos en México porque pues nadie se beneficia de importar la basura que viene de Estados Unidos.
Formalizar sin excluir
Uno de los puntos que más le preocupan es la informalidad que domina el transporte público y de carga. “Sabemos que hay redes de control y actores que han operado fuera de la regulación por años. Formalizar no significa excluirlos, sino integrarlos”, subraya.
En el caso del Estado de México, donde Sostenibilidad Global trabaja de la mano con autoridades locales, la AMST promueve talleres de capacitación y diálogo con pequeños transportistas.
“Queremos que los pequeños operadores vean la formalización no como una amenaza, sino como una oportunidad. No basta con decir ‘vamos a electrificar’, si antes no resolvemos los procesos que hacen que el transporte funcione”.
Electrologística y paradores seguros: proyectos que aterrizan
Entre los proyectos que impulsa la Alianza destacan ElectroLogística, orientado a la distribución urbana con vehículos eléctricos. La iniciativa se centra en rutas de “última milla”, donde las empresas pueden reducir hasta 50% sus costos operativos gracias a la electrificación y a sistemas inteligentes de gestión.
Studer señala que ven una oportunidad enorme en la logística urbana. Explica que en países como Sudáfrica, la electromovilidad de última milla ya redujo los costos de transporte casi a la mitad.
En México, dice, buscan replicar esa experiencia con empresas como Grupo Bimbo, Estafeta, Amazon o Bayer, que ya tienen flotas eléctricas.
Otro proyecto en marcha es la Red de Paradores Seguros con Electrolineras, que busca atender dos problemas simultáneamente: la inseguridad carretera y la falta de infraestructura de carga.
La presidenta de Sostenibilidad Global explicó que la violencia y los robos en carretera son parte de los desafíos que enfrentan los transportistas en México, lo que vuelve indispensable pensar la movilidad sostenible desde una perspectiva de justicia social y seguridad.
En ese sentido, detalló que uno de los proyectos que impulsa la alianza es la creación de paradores seguros, espacios que no solo ofrecerían infraestructura para carga eléctrica, sino que además podrían dinamizar la economía local.
La idea, añadió, es que estos puntos se conviertan en centros de innovación, empleo y seguridad vial, aprovechando incluso las gasolineras existentes para incorporar electrolineras y nuevos servicios, bajo una visión integral que combine transición energética, desarrollo comunitario y competitividad.
Uso de IA y tecnología con enfoque social
En el debate sobre la inteligencia artificial y la eficiencia energética, la Dra. Isabel Studer reconoce que “sí, efectivamente, como toda nueva tecnología, la inteligencia artificial consume energía y eso eleva la demanda eléctrica”.
Sin embargo, precisa, si se compara con otras industrias, su consumo resulta menor en proporción a lo que genera económicamente. Además, las empresas que operan centros de datos “están asegurándose de que buena parte de esa energía provenga de fuentes renovables”.
“…como cuando se dice que la electromovilidad incrementará la demanda energética: claro que sí, pero al mismo tiempo reducirá la demanda de gasolina. Los vehículos eléctricos son 80% más eficientes que los de combustión interna.”
Agregó que muchas compañías ya utilizan telemetría para optimizar rutas, monitorear el gasto de combustible o incluso apagar motores en caso de robo. “No se trata de temerle a la tecnología, sino de aprovecharla”, subraya.
Desde esa visión, explica que la innovación social, uno de los pilares de la AMST no solo implica aplicar tecnología, sino diseñar modelos que equilibren lo económico, lo ambiental y lo social.
“Podemos hablar de electromovilidad, pero si no se produce en México, no genera empleos. Necesitamos políticas que fomenten la fabricación local, la capacitación técnica y la adopción gradual de tecnologías limpias”, puntualiza.
Justicia climática: el transporte como derecho
Para la presidenta de Sostenibilidad Global, el debate sobre movilidad sostenible es inseparable de la justicia climática y la salud pública.
“El transporte representa casi el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país. Pero más allá del CO2, está el aire que respiramos. La contaminación cuesta vidas. No debería ser un lujo tener transporte limpio”, advierte.
La transición, agrega, no debe pensarse solo en clave tecnológica: “¿De qué sirve tener un tren moderno si solo lo pueden usar unos cuantos? Necesitamos trenes conectados con ciclovías, rutas alimentadoras y sistemas de última milla que lleguen a los pueblos y barrios donde la gente realmente vive”, plantea.
Visión 2030: acciones concretas, no discursos
La doctora Studer señala es poco lo que falta para llegar al 2030, horizonte establecido por las Naciones Unidas para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“Cinco años no son mucho, pero hay cosas que sí podemos hacer: implementar transporte limpio en diez ciudades, reorientar subsidios, y modernizar las flotas de pequeñas empresas. Son medidas concretas para empezar a transformar el sistema hacia 2030”.
“La movilidad debe entenderse como política social, no solo de infraestructura. Si no garantizamos acceso, seguridad y aire limpio, no hay desarrollo posible”, afirma.
Querétaro, laboratorio de cambio
Uno de los proyectos más avanzados de la AMST será en Querétaro, donde próximamente se firmará un convenio para fortalecer la electrologística y la profesionalización del transporte público.
“Querétaro tiene condiciones únicas: mucha actividad logística, digitalización del cobro y empresas como DHL y Amazon operando ahí. Es un caso de éxito para aprender cómo formalizar sin perder inclusión”, explica.
Solidaridad: el motor de una movilidad sostenible
Por último, pedimos a la Dra. Isabel Studer que nos diera una palabra clave que resumiera el espíritu de la alianza y su entorno: solidaridad.
Explicó que sin una economía solidaria, no puede haber competitividad real ni crecimiento sostenible.
“No puede haber competitividad a largo plazo si hay desigualdad. La economía solidaria y ambientalmente sostenible es fundamental. Solo con empleos bien remunerados y mercados más amplios podemos hablar de una economía sostenible.”
Para la presidenta de Sostenibilidad Global, la movilidad sostenible no se trata solo de adoptar tecnologías limpias, sino de construir un sistema económico que combine justicia social, ambiental y económica. “Una economía solidaria y ambientalmente sostenible debe ser prioridad para el sector privado”, enfatizó.
Te puede interesar
Cortesía de El Economista
Dejanos un comentario: