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A Andy López Beltrán, actual mandamás de Morena, no le convence la reforma electoral que promueve el Gobierno. Según pudo conocer LPO, dio pistas de ellos en sus últimas reuniones, entre ellas, la que sostuvo con el gobernador sinaloense Rubén Rocha.
Andy avala la idea general de la reforma, pero le preocupa que las normas anti reelección generen problemas de gobernabilidad en municipios, cree que las leyes anti nepotismo pueden devenir en una batería de amparos y planteos judiciales y que la imposibilidad de reelección de los integrantes del Poder Judicial generen vacíos legales que compliquen la política de seguridad.
Diversos alcaldes y gobernadores ya se lo dijeron: si la reforma avanza podrían obstaculizar su promulgación a nivel local o incluso buscar amparos legales contra la reforma. Andy solo respondió que estarían en su derecho porque, en definitiva, quien vota es el electorado.
La reforma alienta situaciones de corte rocambolesco, como es el caso del gobernador de San Luis Potosí que ha conformado un grupo de abogados para asesorarse sobre cuál debería ser la figura legal adecuada para definir su relación sentimental con la senadora Ruth González, quien aspira a sucederlo.
En resumen, para López Beltrán la reforma es excesivamente purista y puede agitar conflictos al interior del morenismo y con sus socios del Verde y el PT, muy consternados por el fuerte limite que el nuevo formato implica a los plurinominales.
En el entendimiento de Andy, ahora, con Donald Trump en frente, es cuando Morena debe mostrar una mayor cohesión política, en lugar de dividirse como consecuencia de una reforma que no genera demasiado clamor.
Por cierto: sería interesante conocer cuando hubo clamor popular por la reforma judicial aprobada el año pasado, que tiene en vilo a la inversión privada y que, de momento, sigue sin haber claridad sobre cómo se van a votar a los juéces.
Debe decirse: la reforma, entre sus múltiples aspectos, es entendida por la constelación morenista como el atajo de Claudia Sheinbaum para reducir, en cierta medida, el eje de gravedad de la familia López Obrador.
El problema es que el obradorismo duro no da señales de querer ceder y se manifiesta particularmente exacerbado ante el conflicto que se avecina con Estados Unidos. Basta con analizar la postal de Andy con Rocha, a quien la autoridad del país vecino tiene en la mira desde la tarde en la cual Ismael Zambada aterrizó en un aeropuerto de Texas.
Cortesía de La Política Online
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