Año de “ballenas flacas”


Tres doctores: un canadiense, un estadounidense y un mexicano escriben una carta . . . Parece el inicio de un chiste pero no lo es. Nos alertan sobre la preocupante situación actual de la ballena gris.

Ellos son los doctores James Darling, Steven Swartz y Jorge Urbán. No son médicos, los tres son respetados expertos en ballenas, con décadas de experiencia, y nos dan un diagnóstico preocupante: “Las ballenas grises atraviesan una crisis sin precedentes”.

La ballena gris, especie conocida ampliamente en México por aparecer en los billetes azules de 500 pesos, estuvo al borde de la extinción por la caza intensiva en el siglo XIX y principios del XX. En 1946 recibieron protección contra la caza comercial por la Comisión Ballenera Internacional. México se convirtió en pionero al decretar en 1972 los primeros santuarios de reproducción en las lagunas Ojo de Liebre y San Ignacio, reconocidas en 1993 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Gracias a todas estas acciones la población de esta especie se recuperó y llegó a su pico histórico con un estimado de 27 mil ballenas en 1987/1988 y de nuevo en 2015/2016 con una cifra similar, por lo que se ha considerado una “historia de éxito de conservación”. No obstante, las cosas han cambiado dramáticamente en un corto periodo: En los últimos diez años su población se ha reducido a menos de la mitad. La estimación más reciente es de 13 mil ballenas grises.

De robustas a flacas: El nombre científico de la ballena gris es: Eschrichtius robustus del latín “robustus”, que significa: fuerte, robusto o vigoroso, en alusión al cuerpo macizo y poderoso de esta ballena. Es uno de los mamíferos más grandes llegando a medir hasta 15 metros y pesar 30 toneladas. Se podría decir que son robustas o gordas; normalmente.

Dicen que en la vida hay años de vacas gordas y de vacas flacas. Sin duda, para la ballena gris, viajera incansable, los últimos han sido años de “ballenas flacas”: cuerpos cada vez más desnutridos, menos crías, y muchas más muertes de lo usual.

“Aunque la población ha fluctuado anteriormente y ha habido picos de bajada, nunca habíamos visto un evento tan extremo como sucede ahora. Lo que es característico es que las ballenas están flacas, y son más propensas a enfermarse o ser depredadas. También hemos registrado menos crías”, me compartió en entrevista telefónica el doctor Jorge Urbán, responsable del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).

Los cambios ecológicos en sus zonas tradicionales de alimentación en el Ártico están disminuyendo la disponibilidad de alimento que ocurre durante el verano cuando las ballenas comen. Sin reservas suficientes, muchas ballenas no logran sobrevivir a su larga travesía de migración, al ayuno invernal, ni a reproducirse de manera exitosa.

¿Será esto un síntoma más del impacto global del cambio climático? Todo indica que sí.

Para saber

Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.

Sobre el autor

Manfred Meiners Ochoa es biólogo egresado de la Universidad de Guadalajara, ganador del Premio Jalisco 2021 en el ámbito Ambiental, y actual miembro de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (CSE-UICN). @manfoto23, @manfredmeiners77

Tapatío

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: