
Los trabajos de cuidados no remunerados han acentuado una brecha de 30.1 puntos porcentuales en la tasa de participación laboral de las mujeres respecto de los hombres, expone el Plan Nacional de Desarrollo (PND), el cual destaca entre sus estrategias para combatir este problema, contar con un Sistema Nacional de Cuidados (SNC).
Aunque el diseño de políticas que ayuden a equilibrar las responsabilidades de cuidado es esencial para nivelar condiciones entre hombres y mujeres, la falta de datos reales y exactos en las empresas sobre cuántas personas tienen este tipo de actividades es una barrera que impide emplear estrategias sólidas.
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En esa línea, el PND evidencia que ocho de cada 10 mujeres que trabajan no cuentan con servicios de guardería, y esto “limita su capacidad para integrarse plenamente al mercado laboral y perpetúa la precarización del empleo femenino”, la pregunta es, ¿qué hacen las organizaciones al respecto?
El desconocimiento sobre el número de personas cuidadoras es un problema. “Si no sabemos cuántas personas son madres, cuántas personas son padres, quiénes cuidan, no podemos diseñar políticas”, dice Ana María Flores, especialista en políticas corporativas inclusivas de la Red del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) por la Primera Infancia.
La falta de información en temas de cuidados de infancias se refleja en que, casi tres de cada 10 empresas desconocen cuántos de sus trabajadores tienen dichas responsabilidades, expone la encuesta Empresas que cuidan: Panorama de las políticas de apoyo a la familia en el sector empresarial mexicano, de la Red del CCE.
Políticas se implementan sin conocer a la gente
El sondeo destaca que la falta de datos corporativos “dificulta el diseño de políticas efectivas de conciliación trabajo y familia” que ayuden a identificar cuáles son los mejores beneficios para ofrecer a los trabajadores, y que, a su vez, ayuden a disminuir las tasas de rotación.
“Por ejemplo, si no sé cuántas mujeres se van después del periodo de maternidad, yo no puedo como empresa retenerlas, y eso afecta en muchísimos ámbitos de la maternidad. En cuanto a lactancia materna, si no sé si las mujeres quieren lactar o por qué no están dando de lactar, no puedo solucionar el tema”, comparte.
Ana María Flores comenta que, aunque los temas de cuidado infantil son una de “las principales barreras para que las mujeres entren y permanezcan en el sector formal de la economía”, las empresas recién han comenzado a vislumbrar el panorama.
La encuesta de la Red del CCE resalta que, ante ese desconocimiento, un 47.7% de las empresas no invierte en programas de responsabilidad social corporativa por las infancias, y al menos un 5.6% ni siquiera sabe si lo hace, pero del 46.7% que sí, no hay garantía de que los apoyos sean realmente efectivos.
Esa falta de información y medición hace que los avances sean “insuficientes para responder a las necesidades de los colaboradores con responsabilidades de cuidado”, sentencia la experta, quien agrega, el desafío es “pasar de iniciativas aisladas a políticas corporativas integrales que reconozcan el cuidado como un derecho humano y una responsabilidad compartida”.
“Si quiero reducir la rotación de personas cuidadoras, necesito saber por dónde van los problemas para yo poder atacar esos problemas de raíz”, refiere.
Sistema de Cuidados, la apuesta de gobierno
Sobre las estrategias implementadas por el sector público, Ana Flores asegura que se “ha hecho un gran acercamiento”, y a través de organismos internacionales, el sector empresarial ha comenzado a ver “cuáles son las dolencias de las personas cuidadoras que trabajan en el sector privado”.
Pero hablar de números es necesario. De acuerdo con el PND 2025-2030, pese a que el trabajo doméstico y de cuidados equivalía al 26.4% del PIB nacional en 2023, en la práctica no se recibe “una compensación justa”, lo cual pone en desventaja financiera a las personas que se dedican a ellos, en su mayoría mujeres.
De ahí que el documento anuncie la construcción del Sistema Nacional de Cuidados, con un programa que se emplee desde los primeros 1,000 días de vida y vaya en línea con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
La estrategia ya se contempla en el gasto público. El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2026 incluye la creación del Anexo Transversal 31 Consolidación de una Sociedad de Cuidados, que pretende un gasto de 466,674.9 millones de pesos (1.2 % del PIB), de los cuales, 38,596.1 millones se destinarán al SNC, según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
No obstante, la organización alerta en su análisis Sistema Nacional de Cuidados. Avances y limitaciones presupuestarias, que, en realidad, los recursos “no implican financiamiento adicional” a lo ya existente y tampoco hay una “estrategia articulada de política pública” en esa materia.
Además, el Gobierno Federal incluyó el SNC como parte de las acciones clave en su Programa Especial para la Productividad y la Competitividad 2025-2030, el cual se alinea con el Plan Nacional de Desarrollo.
¿Qué están haciendo las empresas?
Si bien, aún falta ver el resultado de las estrategias que el gobierno emplee en cuanto al trabajo de cuidados en México, de forma independiente y por iniciativa propia, hay empresas que “ya están viendo a las políticas amigables a la familia como una estrategia de negocio”, acentúa Flores.
Sobre ello, la encuesta de la Red del CCE muestra que casi seis de cada 10 organizaciones no cuentan con ningún apoyo para servicios de cuidado infantil, y el 8.4% del total de las que sí ofrecen, tienen costo para las familias, pero eso no impide que la conversación se esté abriendo en esos espacios.
Datos del sondeo revelan, por ejemplo, que siete de cada 10 de las compañías cuentan con políticas de flexibilidad para asistir a eventos escolares o atender asuntos familiares, así como la opción de hacer trabajo remoto de forma parcial o total enfocado a cumplimiento de objetivos, en tanto 28% emplea banco de horas.
La coordinadora de la encuesta celebra estas iniciativas, no obstante, reitera que para medir su impacto y garantizar que beneficien a la sociedad y a las propias organizaciones, se requiere escuchar a los trabajadores, conocer sus problemáticas, y con los datos de las mediciones llevar un registro que permita emplear estrategias y beneficios que tengan resultados positivos en aras, por ejemplo, de retención.
“Medir, escuchar a las personas, hacer grupos focales, entrevistas de qué puede estar pasando en la organización. Si alguien se está yendo por temas de cuidado infantil, saber cuál es esa dolencia de la persona cuidadora para yo poder solucionar como empresa”, sugiere.
A esto último, suma que se debe capacitar a los líderes para concientizarlos sobre las necesidades de sus empleados e idealmente plasmar las políticas a implementar en papel. “Tienen que estar esos derechos por escrito para que las personas puedan informarse y saber cómo hacer uso de eso”.
Cortesía de El Economista
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