Durante más de un milenio, la ciudad de Tharais había desaparecido de la memoria geográfica del mundo. Su nombre aparecía mencionado en la célebre Mapa de Madaba, el mosaico cartográfico del siglo VI que decora el suelo de una iglesia en la moderna Madaba (Jordania), pero los arqueólogos nunca habían logrado ubicar con certeza su paradero. Ahora, un equipo internacional de expertos ha conseguido lo que generaciones de estudiosos soñaban: encontrar la ciudad perdida de Tharais, un enclave bizantino con una sorprendente mezcla de espiritualidad, arquitectura e industria, que resurge en pleno siglo XXI cerca de la localidad de El-‘Iraq, al sur de Jordania.
Este hallazgo es el resultado de una investigación arqueológica que se prolongó durante tres años, desde 2021 hasta 2024, y que acaba de ser publicada por el equipo liderado por Musallam R. al-Rawahneh, profesor de Arqueología en la Universidad de Mutah. El descubrimiento, respaldado por instituciones académicas de España y Francia, no solo confirma la existencia real de Tharais, sino que ofrece una mirada inédita sobre su importancia dentro del entramado religioso, económico y logístico del Imperio Bizantino en Oriente Próximo.
El mapa que guardaba un secreto durante siglos
La pista principal para este descubrimiento llevaba casi 1.500 años esperando ser descifrada: el Mapa de Madaba, considerado la representación cartográfica más antigua de Tierra Santa, compuesto por más de dos millones de teselas de colores. Entre sus 157 lugares representados, figuraba un nombre que había despertado durante décadas la curiosidad de historiadores y arqueólogos: Θαραΐς, Tharais.
Aunque el mapa sitúa a la ciudad entre otras conocidas, como Al-Karak y Zoar, las referencias eran demasiado vagas para ubicarla con precisión. Pero un enfoque metodológico renovado, que combinó análisis topográficos tradicionales, comparación cartográfica y trabajo de campo con tecnología avanzada, permitió reducir el área de búsqueda a los márgenes del mar Muerto, en una zona que apenas había sido explorada hasta ahora.
Allí, en las afueras de El-‘Iraq, los investigadores hallaron indicios que fueron creciendo en importancia: fragmentos de cerámica de época bizantina, restos de mosaicos decorativos, inscripciones en griego y latín, y finalmente, los cimientos de una iglesia basilical que coincidía punto por punto con la disposición urbana sugerida por el Mapa de Madaba.

Más que un pueblo agrícola: el corazón espiritual de una región
Lo que comenzó como una posible aldea agrícola ha resultado ser un enclave de mucho mayor calado. El descubrimiento de una basílica con características propias de la arquitectura cristiana del periodo —naves centrales abiertas, columnas, entrada monumental— refuerza la idea de que Tharais fue también un centro religioso de relevancia.
Pero el hallazgo no se limita a lo espiritual. La excavación reveló elementos industriales como molinos, prensas de aceite y espacios para procesar uvas, lo que confirma que Tharais era económicamente autosuficiente. Este equilibrio entre vida religiosa y actividad económica sugiere que el asentamiento pudo haber sido un importante punto de parada para caravanas o viajeros, al estilo de los khans u hospederías bizantinas que jalonaban las rutas comerciales.
Las inscripciones funerarias halladas, tanto en griego como en latín, refuerzan la hipótesis de que la ciudad contaba con una comunidad cristiana consolidada, probablemente activa entre los siglos V y VII d.C., justo en el periodo de máximo esplendor del Imperio Bizantino en la región.
Arquitectura en diálogo con un mosaico del pasado
Uno de los aspectos más impactantes del hallazgo es la exactitud con la que algunos elementos arquitectónicos coinciden con los que aparecen en el Mapa de Madaba. Las ruinas descubiertas incluyen estructuras semejantes a puertas de entrada, torres defensivas y caminos pavimentados que se alinean con la disposición que muestra el mosaico. Esto no solo otorga credibilidad al mapa como herramienta histórica, sino que también permite reinterpretar otros enclaves representados en él cuya localización sigue siendo objeto de debate.
El equipo responsable del hallazgo ha subrayado la importancia de preservar el sitio, dado que se encuentra en una zona sujeta a una rápida urbanización. La expansión de El-‘Iraq podría poner en riesgo uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes en décadas en Jordania, una tierra rica en vestigios, pero también en amenazas a su legado.

El redescubrimiento de Tharais no es solo un triunfo académico. Es una llamada de atención sobre la profundidad histórica que permanece sepultada bajo nuestros pies, a la espera de quienes sepan escuchar las voces del pasado. Que un mosaico antiguo, conservado por azar en el suelo de una iglesia, haya sido clave para localizar una ciudad entera, pone en valor la necesidad de reexaminar nuestras fuentes con nuevos ojos y tecnologías del siglo XXI.
Este hallazgo reescribe la geografía espiritual y económica de la región en época bizantina. Tharais ya no es una mención borrosa en un mosaico, sino un lugar tangible, con restos que nos hablan de la fe, el trabajo y la vida cotidiana de una comunidad que floreció en el corazón del desierto jordano. Y si algo demuestra este descubrimiento es que, en la arqueología, el pasado nunca está del todo perdido, solo espera ser encontrado.
Cortesía de Muy Interesante
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