A veces, la historia permanece en silencio durante siglos, oculta bajo capas de ruina y olvido. Es el caso del último hallazgo arqueológico en la Reserva Natural de Yehudiya, en los Altos del Golán, donde un equipo de investigadores israelíes ha logrado identificar, tras años de especulación y fragmentos dispersos, los restos auténticos de una sinagoga de época bizantina, datada aproximadamente hace 1.500 años.
El descubrimiento, liderado por el Dr. Mechael Osband del Zinman Institute of Archaeology de la Universidad de Haifa y el profesor Haim Ben-David del Kinneret Academic College, pone fin a una larga búsqueda: durante décadas, se sabía que en esta zona debió existir una sinagoga antigua, pero su ubicación exacta se mantenía como un enigma. Las piedras de la sinagoga —columnas, capiteles y basas— llevaban mucho tiempo esparcidas por el pueblo sirio abandonado de Yehudiya, reutilizadas como materiales de construcción en viviendas modernas. Había indicios, pero nunca se había dado con el corazón del edificio original.
Fue necesario combinar la intuición arqueológica con la paciencia del trabajo de campo. En 2024, los investigadores decidieron abrir un pequeño sondeo —tan solo un cuadrado de 3×3 metros— en una zona donde tres columnas se habían conservado sin reutilizar. Lo que hallaron allí superó las expectativas: la base de una columna y un tramo de suelo de piedra que revelaba el contorno de una estructura de mayores dimensiones. Era el punto de partida de una investigación que hoy ofrece sus primeros frutos.
Una sinagoga orientada hacia Jerusalén
La excavación, que se intensificó durante el verano de 2025, permitió identificar con claridad el muro sur de la sinagoga. Esta pared estaba compuesta por dos hileras de sillares bien trabajados y contaba con tres entradas claramente orientadas hacia Jerusalén, un detalle fundamental que ayudó a confirmar la naturaleza del edificio. Este tipo de orientación no era un capricho arquitectónico: representaba la conexión espiritual y física del lugar de culto con la ciudad sagrada.

Con una anchura de unos 13 metros y una longitud mínima estimada de 17, la sinagoga de Yehudiya responde a un modelo basilical, característico de muchos edificios religiosos judíos de la Antigüedad Tardía. Este diseño incluía dos filas de columnas que dividían el espacio interno en tres naves, con bancos de piedra adosados a las paredes. Parte de estos bancos, aunque descubiertos fuera de su ubicación original, fueron hallados durante la excavación y muestran signos claros de reutilización posterior.
Uno de los hallazgos más enigmáticos es una tabula ansata, una losa rectangular con asas en forma de cola de milano, típica de la arquitectura grecorromana. Aunque en otras culturas estas piedras llevaban inscripciones con dedicatorias o leyes, en este caso no se ha encontrado ningún texto visible. No se descarta que tecnologías de imagen avanzada puedan revelar inscripciones borradas por el tiempo, pero por ahora, la losa permanece muda.
El Golan, tierra de sinagogas
Este hallazgo no es aislado: ya se conocen alrededor de 130 sinagogas antiguas en el territorio del actual Israel, de las cuales unas 30 se localizan en los Altos del Golán. ¿Por qué esta concentración en una zona relativamente apartada? Según el propio Dr. Osband, hay dos razones principales: por un lado, la presencia continua de comunidades judías desde la época hasmonea (siglo II a.C.) hasta el periodo bizantino y los primeros siglos del islam; por otro, la escasa ocupación posterior del territorio, lo que ha permitido una conservación mejor de los restos arqueológicos.
Además, las sinagogas del Golán muestran una notable diversidad arquitectónica, lo que sugiere diferencias significativas entre las comunidades que las levantaron. Algunas, como la de Yehudiya, adoptan formas basilicales de inspiración romana, mientras que otras presentan estructuras más modestas o adaptadas al terreno. Esto ha llevado a los arqueólogos a preguntarse no solo por la función religiosa de estos espacios, sino también por su papel como centros sociales, educativos y políticos en tiempos de transformación religiosa y cultural.

El descubrimiento de Yehudiya aporta una nueva pieza al puzzle. A falta de estudios más profundos, ya se han identificado elementos decorativos que podrían formar parte del Arca Santa —el espacio destinado a albergar los rollos de la Torá—, así como ornamentaciones con motivos de menorás y lámparas, símbolos recurrentes en el judaísmo de la época. Estos fragmentos, dispersos por el pueblo abandonado, parecen ahora adquirir un nuevo sentido: son fragmentos de un edificio mayor que durante siglos fue el centro espiritual de su comunidad.
Un templo de piedra y memoria
Aunque la datación exacta de la sinagoga aún se encuentra en fase preliminar, el análisis estilístico sitúa su construcción entre el siglo IV y el VII d.C., un periodo de transición entre el Imperio Romano y el mundo bizantino. En ese contexto, las sinagogas no solo sobrevivieron a la expansión del cristianismo, sino que florecieron como centros de identidad cultural y religiosa. No todas eran iguales, y no todas resistieron de la misma forma el paso del tiempo, pero en Yehudiya, parece que una comunidad decidió no solo construir su sinagoga con materiales duraderos, sino también decorarla con un lenguaje arquitectónico que hablaba tanto de su fe como de su tiempo.

Este nuevo hallazgo en Yehudiya se enmarca dentro de un proyecto más amplio de documentación arquitectónica en los pueblos antiguos del Golán. Gracias al trabajo conjunto entre instituciones académicas como la Universidad de Haifa, el Kinneret Academic College y el apoyo de la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel, se espera que el sitio pueda ser excavado en su totalidad en los próximos años. El objetivo final es tanto científico como patrimonial: conocer mejor el pasado y hacerlo accesible al público.
El Dr. Osband lo resume con sencillez: “Cada sinagoga cuenta su propia historia”. La de Yehudiya estaba esperando a ser contada desde hace quince siglos, enterrada bajo las piedras de un pueblo que cambió de manos, culturas y nombres. Ahora, por fin, comienza a hablar.
Cortesía de Muy Interesante
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