Arqueólogos recuperan una devastadora arma romana hundida hace más de 2.000 años en la batalla naval que selló la derrota de Cartago

A más de 80 metros de profundidad, frente a la costa noroeste de Sicilia, los arqueólogos han recuperado un nuevo ariete de bronce —una de las armas más emblemáticas de la guerra naval romana—, hundido durante la célebre batalla de las Égadas, librada en el año 241 a.C. El hallazgo, anunciado oficialmente por la Soprintendenza del Mare a través de un comunicado en su página de Facebook, marca el vigésimo séptimo ariete de batalla recuperado en la zona desde que comenzaron las investigaciones sistemáticas a principios de los años 2000.

Este tipo de objeto, diseñado para ser montado en la proa de las naves de guerra, tenía una función clara y brutal: embestir los cascos enemigos con la fuerza suficiente como para hundirlos. Más que una herramienta, era un símbolo del dominio marítimo, una mezcla de arte y tecnología bélica que resume la potencia naval romana en un solo golpe metálico.

El nuevo ariete fue localizado durante la campaña de agosto del pasado año, en el contexto de una colaboración internacional entre la Soprintendenza del Mare, la RPM Nautical Foundation y la Society for Documentation of Submerged Sites (Sdss), tal y como anunciaron en su publicación. Para su extracción fue clave el uso de submarinos especializados y la nave oceanográfica Hercules, equipada con instrumental avanzado para la exploración a grandes profundidades.

Un campo de batalla bajo las olas

El fondo marino entre las islas de Levanzo y Favignana —escenario real de la batalla de las Égadas— se ha convertido en un verdadero yacimiento arqueológico sumergido. Allí, entre corales y arenas movedizas, se ocultan los restos de una guerra que marcó el final de la Primera Guerra Púnica, el conflicto que enfrentó durante 23 años a Roma y Cartago por el control del Mediterráneo occidental.

En esa contienda final, Roma logró una victoria decisiva sobre la armada cartaginesa. Según los registros históricos, más de cien barcos enemigos fueron hundidos o capturados, y casi diez mil marinos cartagineses acabaron prisioneros. Pero no fueron las crónicas escritas las que han devuelto la historia al presente, sino los objetos. Los arqueólogos han identificado en este campo de batalla sumergido más de 25 arietes, decenas de cascos de combate —muchos del tipo Montefortino, típicos del ejército romano—, espadas, monedas y ánforas. Todo ello es testimonio tangible del fragor del combate naval.

Los arqueólogos trabajando en la recuperación del ariete romano
Los arqueólogos trabajando en la recuperación del ariete romano. Foto: Soprintendenza del Mare

El ariete recién recuperado fue trasladado al laboratorio de conservación en el antiguo Stabilimento Florio de Favignana, donde comenzó su análisis preliminar. A pesar de las incrustaciones marinas que aún lo recubren, los expertos han confirmado la presencia de un relieve decorativo en su parte frontal: un casco del tipo Montefortino adornado con tres plumas. Este casco, estandarizado en el ejército romano desde el siglo IV a.C., no solo era funcional, sino también un emblema de identidad militar. Su representación en el objeto recuperado refuerza la teoría de que estas piezas no solo eran armas, sino también propaganda política y cultural flotante.

Cada ariete hallado hasta ahora presenta pequeñas diferencias en su factura, decoración o tamaño, lo que permite a los investigadores rastrear detalles sobre la construcción naval de la época, las estrategias de combate y los distintos astilleros implicados en la producción bélica romana.

¿Por qué este hallazgo es tan importante?

La zona de las islas Égadas se ha convertido en el primer campo de batalla naval antiguo que ha sido documentado científicamente de forma continua durante más de dos décadas. Lejos de tratarse de una excavación puntual, el proyecto que lideró en sus inicios el fallecido arqueólogo Sebastiano Tusa sigue vivo y creciendo. Se estima que todavía quedan muchos objetos por recuperar bajo el lecho marino, que podría tardar otras dos décadas en explorarse por completo.

El ariete permaneció sumergido en el fondo marino durante unos 2.300 años
El ariete permaneció sumergido en el fondo marino durante unos 2.300 años. Foto: Soprintendenza del Mare

Cada nuevo hallazgo es una pieza más del puzzle que permite entender cómo se desarrolló la guerra naval en la Antigüedad. Gracias a estos restos, los arqueólogos pueden reconstruir desde las técnicas de embestida hasta la organización de las flotas y la composición de las tripulaciones.

Pero este ariete no es solo un hallazgo arqueológico. Es también una ventana a un momento clave en la historia del Mediterráneo. La victoria romana en las Égadas no solo significó la rendición de Cartago, sino que selló el ascenso definitivo de Roma como potencia marítima. Tras esta batalla, Roma tomó el control de Sicilia, sentando las bases de su futura expansión por todo el Mare Nostrum.

Un legado que emerge del silencio

El Mediterráneo ha sido durante siglos un cementerio silencioso de barcos, mercancías y sueños. Sin embargo, gracias a los avances en arqueología subacuática, hoy podemos asistir a una recuperación sin precedentes de su historia sumergida. En el caso de la batalla de las Égadas, la acumulación de hallazgos transforma lo que antes eran hipótesis en certezas documentadas: sabemos dónde ocurrió la batalla, cómo eran las naves, qué armas se usaban y qué soldados participaron.

Una recreación de una embarcación
Una recreación de una embarcación. Foto: Wikimedia

La Soprintendenza del Mare de Sicilia, que ha sido pionera en este tipo de investigaciones, no solo conserva y analiza los objetos, sino que también se encarga de difundir estos descubrimientos al gran público, conectando pasado y presente. Su labor, en colaboración con centros internacionales, ha convertido a las aguas entre Levanzo y Favignana en uno de los yacimientos subacuáticos más importantes del mundo.

Mientras continúan las campañas de exploración, cada ariete rescatado es un símbolo del poder romano, del choque de civilizaciones y de la capacidad del mar para preservar —durante más de dos mil años— los rastros de la historia humana.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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