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- Autor, Redacción
- Título del autor, BBC News Mundo
La oleada de violencia que azota a Haití no solo ocurre en su capital, Puerto Príncipe, sino que cada vez alcanza a más zonas de la isla.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el país caribeño ha mostrado un rápido deterioro en todos los ámbitos, desde la estabilidad institucional hasta la seguridad, la salud pública y la educación.
El tema de la violencia va en aumento. Esta semana se conocieron los detalles de una masacre que se cobró al menos 50 muertos en Preval, en la convulsa región de Artibonito, en el centro del país.
De acuerdo a los detalles entregados por organismos locales y agencias de noticias, el viernes 23 de mayo grupos de hombres armados incursionaron en la localidad, ubicada unos 100 kilómetros al noroeste de Puerto Príncipe, y atacaron a la población.
Los reportes señalan que los atacantes, que querían vengar la muerte de un líder pandillero, además de decapitar e incinerar a muchos de los habitantes de la población, quemaron viviendas y destrozaron otras propiedades.
“Se encontraron al menos 50 cadáveres. Llegar al lugar de la masacre es casi imposible porque las bandas aún controlan la zona. Catorce de los cuerpos fueron encontrados decapitados y quemados”, le dijo un testigo a la agencia de noticias EFE.
Según las autoridades, el ataque fue perpetrado por un grupo de pandillas denominado Coalición de Autodefensa, que ha actuado en los últimos dos años en esa zona en su lucha contra Gran Grif, considerada la banda más poderosa de la región.
En septiembre de 2024 ocurrió otra masacre cerca de allí, en la ciudad de Pont Sondé, perpetrada por la pandilla Gran Grif, considerada una organización terrorista por el Departamento de Estado de EE.UU.
En la incursión murieron 70 personas, muchos de ellos menores y mujeres.
Estos hechos, sumados a otros actos de violencia ocurridos en distintas regiones de Haití, confirman la teoría de varios analistas: que la violencia tiene otros focos distintos a Puerto Príncipe.
Aunque la mayoría de las cifras alarmantes se enfocan en la capital -se calcula que cerca de 5.600 personas murieron por cuenta de la violencia en Puerto Príncipe en 2024-, en otras regiones como la citada Artibonito, o en Plateau Central y la ciudad de Leogane en el sur, también se vive una situación crítica.
“La violencia de las pandillas se ha extendido hacia otros departamentos con la idea de apropiarse de más fuentes de ingresos para financiar las actividades de estos grupos”, le dice a BBC Mundo Diego Da Rin, experto en temas de Haití de la organización independiente Crisis Group.

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“Han tomado lugares estratégicos en las afueras de Puerto Príncipe, lo que les facilita el tráfico de drogas y armas, vitales para sus operaciones”, añade Da Rin.
En este sentido, varios expertos coinciden en la importancia estratégica de las otras regiones de la isla.
“Artibonito, por ejemplo, tiene una situación especial debido a que es una de las zonas más productivas del país y allí se da una lucha por el control de esa riqueza”, le dice a BBC Mundo Arnaud Gustave Royer, representante de la Organización de las Naciones Unidas en Haití.
Artibonito en el centro
Aunque el eje económico y político de Haití ha sido su capital desde su independencia hace ya más de dos siglos, Artibonito es considerada la zona más productiva y donde han surgido importantes movimientos sociales a través de la historia.
Una de las razones es que esta región está irrigada por dos ríos, el Estere y el que da nombre al departamento, que la vuelven propicia para la siembra de distintos productos, especialmente el arroz.
De acuerdo a los datos oficiales más recientes, el 50% de la producción de arroz -el principal producto de exportación del país- proviene de esta zona.
Eso ha servido para el crecimiento económico de la región, pero también ha sido el origen de distintas violencias a lo largo de los años.
En la década de 1950 se desató una agria disputa entre campesinos sobre la forma como debían irrigarse sus parcelas, lo que derivó en distintos choques que causaron decenas de muertos y se extendieron por más de cuatro décadas.
Aunque muchos de esos conflictos por la tierra se pudieron resolver con la aplicación de una reforma agraria en 1996, lo cierto es que la violencia nunca abandonó la región.
De acuerdo a distintos expertos, lo que ocurre en Artibonito es particular no solo por su contexto económico -que ha derivado en movimientos sociales que incluso han estado detrás de la caída de varios gobiernos- sino también porque allí los fenómenos siguen un proceso independiente de lo que ocurre en Puerto Príncipe.
“Al menos 20 grupos criminales operan en esta región del país. Pero el que tiene más territorio es Gran Grif. Lo que ocurre aquí es que algunos de esos grupos son autodefensas que se han formado para proteger los intereses económicos de la región”, explica Royer.
De acuerdo al Departamento de Estado de EE.UU., Gran Grif es la pandilla más grande de la región.
“Desde 2022, Gran Grif ha sido responsable del 80% de las muertes de civiles en Artibonito. Además, ha atacado a la Policía Nacional de Haití y a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) autorizada por la ONU, incluyendo el ataque de febrero de 2025 en el que se dio muerte a un oficial keniano de la misión del MSS”, señalan en su más reciente informe.
Como consecuencia de estas confrontaciones, más de 3.000 personas han muerto en los últimos dos años.

En los últimos meses ambos bandos, pandillas y autodefensas, han sido acusados de cometer crímenes como secuestros, extorsiones, asaltos a poblaciones y ataques en los canales de irrigación que surten de agua los cultivos en la zona.
“Su principal estrategia es haber tomado la carretera nacional número 1, que lleva al norte del país, donde no solo controlan el tráfico de drogas y armas sino que también cobran peajes a las personas que transitan por allí”, dice Da Rin.
A esto se suman otros crímenes graves como violaciones y violencia sexual en contra de mujeres y niños que han sido usados como armas de guerra.
“Lo que pasó en Preval este fin de semana es reflejo de esa lucha. Cada vez el modo de actuar de las pandillas y las autodefensas es el mismo”, anota el analista.
Esto, argumentan los expertos, ha impulsado un fuerte desplazamiento de la población: se estima que unas 30.000 personas han huido hacia otras partes de Haití o al país vecino, República Dominicana.
“Eso ha llevado a que haya menos zonas de cultivo, y zonas donde hay peligro de hambruna, especialmente en el sur de esta región”, señala Royer
Otras regiones
Pero aunque la situación en Artibonito es la más particular por su condición económica y estratégica, en otras zonas más allá de la capital también se está viendo una extensión del conflicto.
Hace poco menos de un mes, en la ciudad de Mirebalais, ubicada unos 70 kilómetros hacia el norte de Puerto Príncipe y en la región de Plateau Central, se dio una de las mayores incursiones de la llamada coalición de pandillas G-9 fuera de la capital.
Allí atacaron la prisión de la ciudad y lograron la liberación de al menos 500 presos.
“A diferencia de lo que ocurre en Artibonito y con Gran Grif, éste fue un ataque de las pandillas que se han unido para ir contra el gobierno actual. Es una extensión de la guerra que mantienen en la capital”, explica Royer.
Para Da Rin, del Crisis Group, el ataque tiene además una intención estratégica.
“Mirebalais está ubicada en el cruce de caminos entre la ruta 1 nacional y la número 2, lo que la convierte en un punto importante de conexión entre el norte del país, el sur y la capital”, señala.
A esto se suma lo que viene ocurriendo en el sur, especialmente en la localidad de Leogane, donde también se ha visto un aumento de la violencia en las últimas semanas.

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Tal vez el hecho más destacado es que muchos de los desplazados de la violencia han terminado en esta localidad, que es tristemente famosa como epicentro del terremoto de 2010 que causó la muerte de más de 310.000 personas.
“Eso ha creado una situación muy tensa en la localidad, porque aquí también hay pandillas que quieren aumentar su zona de control y hay personas vulnerables que podrían terminar siendo doblemente víctimas de un conflicto muy difícil de solucionar”, señala Da Rin.
Para ambos expertos la solución de este complejo escenario pasa por lo político.
“Mientras no exista una estrategia de seguridad, el país no va a poder sacudirse la ya amplia influencia de las pandillas, que no quieren que haya un gobierno que las combata”, afirma el analista.
“En ese sentido la única autoridad que está actuando con algo de rigor son las unidades de Kenia que operan desde hace un año en el país. El resto de los organismos de seguridad no hablan entre ellos y están enfocados en combatir las pandillas, pero temas relacionados con narcotráfico y control de armas, se han dejado atrás”, concluye Da Rin.
Por su parte, Fritz Alphonse Jean, el recién elegido líder del comité de transición de Haití -ente que rige el país desde la muerte de Moïse-, ha dicho que el país está en una “guerra” en la que todos los haitianos deben estar unidos para derrotar a las fuerzas que afectan el orden del país.
Una de sus primeras órdenes fue aumentar el presupuesto de seguridad con la idea de conseguir más de 3.000 efectivos para combatir a las pandillas.

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Cortesía de BBC Noticias
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