Durante mucho tiempo, los fósiles y las herramientas fueron nuestras únicas ventanas hacia los otros humanos que habitaron la Tierra. Pero ahora, gracias a una revolucionaria serie documental de la BBC, titulada Human, esas especies extintas cobran vida como nunca antes. Con un despliegue tecnológico sin precedentes, el proyecto ha conseguido recrear, con rigor científico y un nivel de realismo impactante, los rostros y cuerpos de cuatro especies humanas que caminaron sobre el planeta mucho antes —y también junto a— nosotros: Homo erectus, Homo floresiensis, Homo neanderthalensis y los primeros Homo sapiens.
Estrenada el 14 de julio en BBC Two, la serie es el fruto de una ambiciosa colaboración entre la BBC Studios Science Unit y el programa científico estadounidense NOVA. Conducida por la paleoantropóloga Ella Al-Shamahi, Human no es solo una lección de evolución, sino un viaje visual a través de más de 300.000 años que reescribe lo que creíamos saber sobre nuestra historia como especie.
De fósiles a rostros: la revolución de las reconstrucciones hiperrealistas
Hasta hace poco, imaginar cómo eran físicamente los humanos extintos era una mezcla de arte, ciencia y mucha especulación. Pero lo que propone Human es un salto cualitativo. Utilizando fotogrametría avanzada, escaneos en 3D y técnicas de efectos visuales comparables a las de una superproducción de Hollywood, el equipo técnico ha logrado crear modelos digitales hiperrealistas que reflejan fielmente lo que la evidencia fósil y genética nos dice sobre estas especies.
El proceso comenzó con la selección de actores cuyos cuerpos se asemejan a los restos óseos descubiertos. A partir de cientos de cámaras sincronizadas —más de 150 para el cuerpo y unas 70 para el rostro— se generaron modelos tridimensionales de base que luego fueron modificados en colaboración con asesores científicos para adaptarlos a las proporciones reales de los fósiles hallados en África, Asia y Europa. Incluso detalles como la pigmentación de piel y ojos se definieron a partir de estudios genéticos.
Esta rigurosidad no es solo un capricho técnico: transforma la forma en que entendemos a nuestros ancestros y parientes. Ver sus rostros, sus miradas, sus gestos, humaniza lo que hasta ahora eran apenas nombres y fechas en los libros de texto. Y también nos obliga a plantearnos una pregunta incómoda: ¿por qué solo nosotros, Homo sapiens, sobrevivimos?

Siete ancestros en la misma Tierra
Uno de los puntos más impactantes que aborda la serie es que, durante buena parte de nuestra prehistoria, no estábamos solos. Cuando los primeros Homo sapiens emergieron en África hace aproximadamente 300.000 años, ya existían al menos otras seis especies humanas. Compartíamos el planeta con ellas, y en algunos casos, incluso el territorio y la cultura.
Los neandertales (Homo neanderthalensis), por ejemplo, vivieron desde hace más de 400.000 años hasta hace unos 40.000. Eran expertos en la caza, dominaban el fuego y, como han demostrado los estudios genéticos, se cruzaron con nuestros antepasados. Sus cuerpos eran robustos, adaptados al frío de Eurasia, con rostros de rasgos marcados y cerebros incluso más grandes que los nuestros.
En el otro extremo de la escala corporal está Homo floresiensis, apodado “el hobbit” por su tamaño diminuto: apenas un metro de altura. Habitaban la isla de Flores, en Indonesia, hasta hace tan solo 50.000 años. A pesar de su pequeño cerebro, utilizaban herramientas de piedra, lo que ha desafiado los antiguos prejuicios sobre el vínculo entre tamaño cerebral e inteligencia.
Por su parte, Homo erectus es una de las especies más longevas y exitosas de nuestra familia evolutiva. Aparecieron hace casi dos millones de años y se extendieron desde África hasta el sudeste asiático. Fueron los primeros humanos en caminar completamente erguidos y probablemente los primeros en dominar el fuego, lo que les permitió colonizar entornos muy variados.
Finalmente, el modelo de Homo sapiens utilizado en la serie está basado en los restos hallados en Jebel Irhoud, Marruecos. Estos fósiles, datados en unos 300.000 años, presentan una mezcla fascinante de rasgos arcaicos y modernos: frentes prominentes, mandíbulas fuertes, pero también características que hoy reconocemos como “humanas”. Estas diferencias sugieren que la evolución de nuestra especie fue un proceso gradual y enredado, no una línea recta.
Un relato visual de la evolución humana
El valor de Human no se limita a su apartado técnico. Lo que logra esta serie es acercarnos emocionalmente a una historia que rara vez percibimos como propia. Al mostrar el rostro de nuestros parientes extintos, los convierte en protagonistas de una narrativa colectiva en la que todos compartimos raíces comunes.
Además, el relato no se detiene en la evolución biológica. También explora cómo nuestros antepasados se enfrentaron a un mundo cambiante, repleto de desafíos climáticos, bestias imponentes y migraciones colosales. Desde las primeras salidas de África hasta la llegada al Nuevo Mundo cruzando el puente de Bering, la serie traza un mapa de nuestra expansión global.
La historia también incluye los momentos más sombríos: la extinción de las demás especies humanas. Aunque las causas exactas varían —desde cambios climáticos hasta la competencia con Homo sapiens— el resultado fue el mismo: la desaparición de nuestros parientes y la consolidación de una única especie dominante.

Un espejo hacia nuestro pasado… y futuro
Uno de los mayores logros de Human es hacer tangible algo que muchas veces se queda en lo abstracto: la profunda conexión entre nosotros y los que nos precedieron. Estos “otros” humanos no son personajes de ciencia ficción, ni figuras mitológicas. Fueron reales. Tuvieron cultura, emociones, relaciones, miedos y esperanzas.
Y si bien ellos desaparecieron, su herencia vive en nosotros, no solo en nuestro ADN —que conserva fragmentos neandertales o denisovanos—, sino también en nuestra capacidad de adaptarnos, imaginar y transformar el mundo. Ver sus rostros, tan distintos y tan parecidos a los nuestros, nos recuerda que la historia de la humanidad no comienza con nosotros, sino que es un relato compartido por muchas especies.
En una época en la que la inteligencia artificial, el cambio climático y la manipulación genética nos hacen replantear qué significa ser humano, mirar hacia atrás con esta claridad es, quizás, más necesario que nunca.
Cortesía de Muy Interesante
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