“Aún estoy aquí”, una película que incomoda a Jair Bolsonaro

Desde Brasilia

Jair Bolsonaro, a quien nunca se lo oyó hablar de cine, está preocupado con los premios Oscar. Eso es lo que trascendió en algunos medios. La inquietud del expresidente se debe a que una película sobre la dictadura brasileña, de la cual es un exégeta, fue candidateada a tres estatuillas por los jurados de la Academia de Hollywood. La ceremonia ocurrirá el próximo domingo en Los Angeles, California.

Para peor (desde el punto de vista del líder derechista) el film se reveló como un éxito de taquilla habiendo registrado cuatro millones de espectadores en los cines brasileños superando, por mucho, las previsiones comerciales. La producción Aún Estoy Aquí es un fenómeno cultural. Y político: demuestra que un sector de la sociedad está interesado en conocer la verdad sobre el terrorismo de Estado.

Entre los brasileños que no asistieron, ni asistirán a la obra del director Walter Salles sobre el secuestro y desaparición del diputado Rubens Paiva, están los militantes de derecha adoctrinados en las redes sociales y los templos evangélicos. Ámbitos donde la película es vista como un producto destinado a desmoralizar a las Fuerzas Armadas y al propio Bolsonaro en medio de una “batalla cultural”. Vade Retro.

Al revés de los bolsonaristas, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva vio la película y la recomienda. Este lunes a la noche se realizará una proyección privada de Aún Estoy Aquí en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial, a la que fueron invitados ministros y legisladores del Partido de los Trabajadores (PT), además de parlamentarios conservadores. El presidente envió una invitación especial al escritor Marcelo Rubens Paiva, hijo del congresista desaparecido.

Rio de Janeiro, 1971

El 20 de enero de 1971 Rubens Paiva (interpretado en la película por el actor Selton Mello), un diputado proscripto por la dictadura que en los años 60 apoyó al presidente derrocado Joao Goulart (eliminado en Argentina por el Plan Cóndor),  fue secuestrado en su casa, ubicada a 20 metros de la playa de Leblon, en la zona sur de Rio de Janeiro.

Sus captores se lo llevaron ante la mirada atónita de su esposa, Eunice (recreada por la notable Fernanda Torres, heroína del film y candidata al Oscar como mejor actriz). 1971 y 1970 fueron los años más sangrientos del régimen. En ese bienio, bajo la presidencia del general Emilio Garrastazú Médici (1969-1974), hubo decenas de asesinatos y desapariciones de opositores que dan por tierra con la leyenda de la supuesta “dictablanda” brasileña.

A pesar de estar informado sobre los métodos de Médici (documentos desclasificados indican que ya en febrero de 1971 la Embajada norteamericana en Brasil alertó a Washington sobre el secuestro de Paiva), su colega, Richard Nixon, lo recibió en la Casa Blanca, en diciembre de aquel fatídico 1971. En la reunión estuvo el Consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, patrono del Plan Cóndor, aparato que articuló el terrorismo de Estado regional.

Repercusión en la Corte

Rubens Paiva, un ingeniero especializado en grandes obras de infraestructura que colaboraba con la resistencia a Médici, permanece desaparecido desde hace 54 años, luego de haber fallecido en una unidad de la policía política del Ejército, el Departamento de Operaciones de Información – Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-CODI).

El caso fue uno de los tantos que se perdieron en el olvido de un país cuyas elites militares y económicas apostaron a la impunidad. Sin embargo esa amnesia de masas fue sacudida por Aún Estoy Aquí, que al movilizar tantos millones de espectadores y proyectarse con las postulaciones al Oscar, hizo que el Supremo Tribunal Federal Federal decida analizar demandas por la derogación de la Ley de Amnistía gracias a la cual ningún militar fue preso hasta hoy.

Hubo que aguardar hasta 2014 para que la Comisión de la Verdad, creada por la presidenta, Dilma Rousseff (ella también presa durante la gestión del general Medici) descubriera los nombres de los responsables del secuestro, tortura y desaparición de Rubens Paiva. No faltaron presiones para impedir que Rousseff ponga en funciones a la Comisión, lo cual finalmente hizo durante un acto realizado en 2012 en el Palacio del Planalto, el cual contó con la presencia de todos los presidentes civiles posteriores a la dictadura: Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Henrique Cardoso, Fernando Collor de Mello y José Sarney.

El factor Bolsonaro 

En contraste con ese respaldo amplio del campo democrático, los comandantes de las Fuerzas Armadas demostraron su descontento con el organismo. Y comenzaron a presionar en consecuencia. Entre 2012 y 2014, conforme se conocían informaciones sobre la represión militar (incluyendo el caso Paiva), y aumentaba el enojo castrense, comenzó a ganar notoriedad el hasta entonces ignoto Jair Bolsonaro.

El diputado por Rio de Janeiro unió su retórica desestabilizadora en el Parlamento al proselitismo político dentro del principal centro de formación de cuadros del Ejército, la Academia de las Agujas Negras, donde percibió que su discurso era bien recibido por los cadetes. Así Bolsonaro comenzó a dar rienda suelta a su verbo sanguinario: dijo que Dilma era una terrorista, que el dictador chileno Augusto Pinochet había sido un modelo de presidente y aseguró hasta el cansancio, que su libro de cabecera es “La Verdad Sofocada”, escrito por el represor más icónico del gobierno militar, el coronel Brilhante Ustra.

Al mismo tiempo Bolsonaro no dejaba de hostilizar a los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado. Una de sus provocaciones más recordadas sucedió en 2014 cuando escupió un busto de Rubens Paiva que acababa de ser descubierto en la Cámara Baja. Con su incipiente habilidad para propalar fake news, Bolsonaro dijo que la muerte del exparlamentario Paiva no debía atribuirse al Ejército, haciéndose eco de la versión apócrifa sostenida durante años por la dictadura.

Bolsonaro “llegó a decir que mi padre fue asesinado por la guerrilla VPR (Vanguardia Popular Revolucionaria) porque había hablado demasiado durante la tortura. Eso fue una afronta a la historia brasileña. Eso fue un tiro en nuestro corazón”, declaró el escritor Marcelo Rubens Paiva. Su libro “Aún Estoy Aquí”, que también fue un éxito editorial, inspiró la primera película homónima, la primera producción brasileña que logró tres candidaturas al Oscar (mejor película, filme extranjera y actriz femenina).

Y antes de ello fue aplaudida de pie en el festival de Venecia donde obtuvo el premio al Mejor Guión en 2024. Por último, en enero de este año, Fernanda Torres, que encarna a la viuda de Paiva, Eunice, que enfrentó a la dictadura mientras criaba sus cinco hijos, (la mayor de sus hijas, la psicóloga Vera, la comparó con las Madres de Plaza de Mayo), obtuvo el Globo de Oro estadounidense como mejor actriz de drama.

La recuperación democrática 

Sin las informaciones obtenidas por la Comisión de la Verdad entre 2012 y 2014 , hubiera sido imposible para el escritor Marcelo Rubens Paiva producir un libro sobre el crimen del cual fue víctima su padre. A través de la Comisión se obtuvieron documentos, militares retirados hicieron confesiones y algunos medios realizaron investigaciones importantes.

“2014 fue el año en que muchas cosas fueron reveladas sobre la muerte de mi padre, mi libro hace un balance de nuestra vida, de nuestra familia que no fue la única perseguida por la dictadura. Yo quise desde lo vivido por nuestra familia contar lo que fue la dictadura”, dijo Paiva. Si la redacción del libro se apoyó en los datos descubiertos por la Comisión de la Verdad, y otras informaciones aparecidas entre 2012 y 2014, la realización de la película enfrentó otros problemas entre comienzos de 2019 y finales de 2022, durante el mandato de Jair Bolsonaro.

En una entrevista a la periodista Christiane Amanpou, de la CNN, el director Walter Salles declaró que trabajó durante siete años en la preproducción, pero que sólo fue posible finalizar su filmación una vez finalizada la administración de “extrema derecha” de Bolsonaro. “La película es producto del retorno de Lula (al gobierno), el retorno de la democracia permitió que la película existiera”, dijo Salles.

El temor de un nuevo golpe

En esa misma entrevista Salles y la protagonista, Fernanda Torres, coinciden en que la película echa luz respecto de un pasado por muchos desconocido y se enciende un alerta sobre el presente de un país que estuvo al borde del precipicio autoritario durante el asalto al Planalto y otros palacios públicos ocurrido el 8 de enero de 2023. De acuerdo con el director y la actriz si el golpe hubiera sido victorioso, difícilmente Aún Estoy Aquí podría ser exhibida.

El alzamiento de enero de 2023 , según indica la denuncia presentada por la Procuraduría la semana pasada, tuvo como líder y autor intelectual a Jair Bolsonaro, quien en caso de ser condenado por el Supremo tendrá que purgar una condena de más de 20 años de prisión. Según la acusación formal de la Procuraduría los insurgentes planearon asesinar a Luiz Ignácio Lula da Silva, su vice, Geraldo Alckmin, y el juez Alexandre de Moraes, del Supremo.

Los ganadores de los Oscar se conocerán en la noche del domingo próximo, casi a la misma hora en que comenzarán a desfilar las carrozas por el sambódromo Marques de Sapucai, el mayor templo del carnaval mundial. Está previsto que a través de pantallas gigantes se informe al público reunido en el sambódromo sobre la evolución de la entrega de los premios de la Academia de Hollywood. Y en caso de que Aún Estoy Aquí conquiste alguna estatuilla, la ovación está garantizada.

Cortesía de Página 12



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