Ayotzinapa: ¿11 años de silencio militar que Sheinbaum no romperá?


Hace once años, la historia reciente del país se quebró. Cuarenta y tres estudiantes mexicanos desaparecieron sin dejar rastro. Gobernaba el PRI, la llamada Cuarta Transformación todavía no existía y la indignación atravesó fronteras. El nombre de Ayotzinapa se volvió herida abierta, un reclamo que aún hoy no cicatriza.

Cuatro años después de la desaparición, Andrés Manuel López Obrador, en campaña, prometía verdad y justicia. Garantizó a madres y padres que su gobierno no solo encontraría a sus hijos, sino que, además, rompería el pacto de impunidad. Siete años después, la promesa es un eco vacío. Ni verdad ni justicia, solo la prolongación de la impunidad.

Hoy, en el primer aniversario de Ayotzinapa bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, el escenario es el mismo: Palacio Nacional abre sus puertas a los familiares, se reiteran promesas y se anuncian investigaciones que “continuarán”. La reiteración cansa.

Ese desgaste, sin embargo, no debe ser excusa para el olvido. Sheinbaum no puede reducir el caso a una ceremonia conmemorativa ni a un acto de cortesía política. No partimos de la nada. Durante el sexenio pasado hubo intentos de reconstruir la red de macrocriminalidad que operaba en Iguala en 2014, una red que involucraba a autoridades de los tres órdenes de gobierno y que hoy no puede entenderse sin la participación del Ejército, en particular del 27 Batallón de Infantería. Sin embargo, desde Palacio Nacional y Lomas de Sotelo se levantaron muros: resistencias para procesar a militares y para entregar la información que guardan en sus archivos.

Hace unos días, en pleno desfile del 16 de septiembre, el secretario de Marina, Raymundo Pedro Morales, reconoció públicamente la corrupción interna vinculada al huachicol fiscal: “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido imperdonable callarlo. El mal tuvo un fin determinante, en la Marina no encontró lugar ni abrigo”. La frase resuena inevitable: ¿por qué no escuchar algo semejante de la Secretaría de la Defensa sobre Ayotzinapa? ¿Por qué la necesidad de callar y dar abrigo a la impunidad?

Claudia Sheinbaum ya mostró que puede tomar decisiones de alto calibre. Permitió que la Marina fuera investigada por sus vínculos con el crimen organizado, algo impensable en el sexenio pasado. Ese gesto marcó distancia con su antecesor. ¿Por qué no hacer lo mismo con el Ejército en el caso Ayotzinapa?

Hoy, incluso con Vidulfo Rosales en la Suprema Corte de Justicia bajo el equipo del ministro Hugo Aguilar, la justicia debe impulsarse desde todos los frentes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. No basta con recibir a los familiares en Palacio Nacional ni con repetir que las investigaciones siguen abiertas. Se requiere un compromiso real que se traduzca en resultados concretos: apertura total de archivos militares, rendición de cuentas de quienes han protegido la mentira y procesamiento de quienes participaron en la desaparición.

La historia demanda que este aniversario no sea solo un ritual más. Once años después, Ayotzinapa sigue siendo la prueba de fuego de un Estado que prefiere callar antes que confrontar a sus propias Fuerzas Armadas. Para Sheinbaum, esta es la oportunidad de romper con el silencio militar y demostrar que la transformación no puede construirse sobre la impunidad.

Cortesía de El Informador



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