Fuente de la imagen, Jim Stewart
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- Autor, Myles Bonnar
- Título del autor, BBC News, Escocia
En enero de 1997, mucho antes del fenómeno moderno de “cazadores de pedófilos” en línea, una abuela escocesa alcanzó la fama de la noche a la mañana al expulsar con éxito a un delincuente sexual infantil convicto de la urbanización Raploch en la ciudad de Stirling.
Margaret “Big Mags” Haney y su estilo de justicia popular la transformaron en una personalidad mediática matriarcal.
Una de sus apariciones más famosas fue en el popular programa de televisión diurno Kilroy, donde fue invitada a hablar sobre el “pánico por la pedofilia” que azotaba el condado.
Haney discutió con el famoso presentador del programa, riñó con otros invitados y amenazó a dos hombres del público, claramente disfrazados, que habían sido condenados por abuso infantil.
Su perfil se disparó y, en su nuevo rol como autoproclamada activista antipedófila, comenzó a aparecer en protestas por todo el país.
Una mujer de armas tomar

Fue aclamada como una persona directa y sencilla, aplaudida en muchos círculos por defender a la gente decente y por actuar para -como ella misma decía- solucionar un problema que nadie más abordaba.
A veces con un micrófono, a veces con una pancarta, si Mags formaba parte de la turba, la prensa se interesaba, y las apariciones en los medios no paraban.
“Creo que era algo en su interior que realmente creía que estaba mal”, dice Cassie Donald, nieta de Haney, quien habló por primera vez en un podcast de la BBC.
“La comunidad ya sufría lo suficiente sin pedófilos.
“No fue la única que se alzó. Simplemente, fue la que gritó más fuerte.”
Pero Haney guardaba un secreto y no tardó en salir a la luz.
Un oscuro secreto
Seis meses después del vigilantismo de Haney y su rápido ascenso a la fama, la prensa se centró en los antecedentes penales de su familia.
Big Mags encabezaba una “ola de delincuencia familiar”, responsable de robos y violencia en Stirling.
La prensa sensacionalista los apodaba “La familia del infierno de Escocia”.
“Algunos podían tener decenas de delitos en su haber”, recuerda Mark McGivern, del Daily Record.
“La cantidad de delitos cometidos en Stirling por esa familia era legendaria, así que no era agradable tenerlos cerca”.

Con los crímenes de la familia expuestos y la paciencia de la comunidad local agotada, Big Mags y los Haney se vieron obligados a abandonar la urbanización por una turba de 400 personas, mayor que la que se había movilizado para expulsar al pedófilo Alan Christie seis meses antes.
La multitud se congregó cerca del apartamento de Mags y coreó: “¡Enciendan una hoguera y pongan a los Haney en la cima!”.
A medida que los cánticos se intensificaban, las furgonetas policiales irrumpieron en Huntly Crescent para evitar disturbios.
Haney salió con una camiseta y zapatillas rosas y les hizo un gesto obsceno a los presentes mientras se la llevaban para su propia seguridad.

Tras su exilio de la urbanización Raploch, Haney fue alojada en una vivienda social temporal.
Pero como ninguna otra autoridad local en Escocia, ni en el norte de Inglaterra, estaba dispuesta a realojarla, finalmente se instaló en Lower Bridge Street, a tiro de piedra de su antiguo territorio.
A pesar de todo, siguió siendo una causa célebre y la prensa escocesa seguía adorando las historias de Big Mags.
En el año 2000, se reveló un secreto aún más oscuro sobre la matriarca y el clan Haney.
El periódico de Mark McGivern lanzó su campaña “Shop-A-Dealer“, que animaba a los lectores a denunciar anónimamente a los mayores traficantes de heroína en sus tramas.
Los teléfonos se llenaron de gente, con muchas llamadas para poner a Big Mags en el punto de mira, exponiéndola como la gran jefa de una dinastía de narcotraficantes que traficaba heroína desde sus pisos.
La temida Mags

McGivern recuerda cómo el estatus de Mags pasó de ser célebre a temida.
“Era una figura pública, una líder comunitaria, una importante traficante de heroína y, además, una gánster”, dice.
El periodista contaba con una fuente bien posicionada que le desveló la operación de drogas de Haney, con Mags al mando, así que investigó y presenció a familiares vendiendo droga desde los pisos.
McGivern incluso compró un par de bolsas de heroína a lugartenientes de Haney de rangos inferiores como parte de sus investigaciones.
A pesar de tener las herramientas para publicar la historia, pensó en intentar un trato directo con la propia jefa.
“Entré, me pidieron que pasara a la sala y me sorprendió bastante que Mags estuviera sentada en un trono, una gran silla en medio de la habitación”, recuerda el reportero.
“Pedí comprar drogas, heroína, y me miró y me dijo: ‘Aquí no vendemos heroína’,”.
“Yo pensaba: ‘¿Cómo voy a salir de aquí?’.”

Desorientado y algo intimidado, McGivern escapó de la “Fortaleza Haney”, como se la conocía, y volvió para escribir su historia.
El Daily Record publicó la imagen de Mags en el periódico con el titular “Traficante número uno”.
A raíz de una operación policial encubierta, cuatro miembros del clan Haney fueron arrestados por delitos de drogas y juzgados en el Tribunal Superior de Edimburgo.
El tribunal supo que Haney ganaba hasta 1.000 libras esterlinas al día con la operación, además de recibir 1.200 libras al mes en prestaciones estatales.
La jueza, Lady Smith, declaró que Mags, de 60 años, era el cerebro detrás de la operación, traficando grandes cantidades de heroína desde lo que se conocía como el “hotel Haney”.
Haney fue condenada a 12 años de prisión, su hija Diane, de 35 años, a nueve años, su sobrina Roseann, de 40 años, a siete años y su hijo Hugh, de 31 años, a cinco años.
Las consecuencias

La hija de Diane, Cassie, tenía solo 10 años cuando su madre y su abuela fueron a prisión.
“Recuerdo que fui a la escuela la mañana de la sentencia y llegué a casa y simplemente no estaban”, contó Cassie a la BBC.
“Era como: ‘Tu madre está en prisión, pero pronto la verás'”, dice.
“En aquella época, la actitud hacia ellas era muy parecida a: ´Tú te metiste en ese problema, ahora acéptalo´, y no se pensaba mucho enlos demás”.

A pesar de estas condenas, residentes locales y periodistas seguían desconcertados por el tiempo que tardó tanto en desmantelar la red de narcotráfico de los Haney, que supuestamente era rampante durante la década de 1990.
Los miembros de la familia Haney fueron condenados por su participación en una red de narcotráfico que duró 18 meses hasta su arresto en 2001.
Simon McLean, un policía retirado que investigó a los Haney, explicó en el podcast de la BBC por qué creía que su red de narcotráfico no se había desmantelado antes.
“La respuesta obvia es que ella estaba informando”, afirmó.
“Familias criminales y líderes del crimen organizado; he conocido a todas estas personas y nunca he conocido a una que no hablara con la policía en algún momento”.
Otra fuente policial confirmó que Big Mags proporcionarba información a los agentes.

Mags Haney falleció en 2013, a los 70 años, tras una batalla contra el cáncer.
Doce años después, Cassie cree que el legado de su abuela es más complejo de lo que se retrató en los medios.
“Dos cosas pueden ser ciertas a la vez”, dice.
“Puedes ser un narcotraficante que ha vendido drogas que potencialmente han matado personas, pero también puedes ser una abuela cariñosa y una buena persona.
“Sigo sintiendo que le debemos contar su historia”.

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Cortesía de BBC Noticias
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