Bill Condon, invitado estrella de este 40° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se queda pensando un rato al ser consultado por qué después de casi medio siglo sigue siendo relevante una adaptación musical de la novela de Manuel Puig El beso de la mujer araña, la última película que escribió y dirigió y fue elegida para la ceremonia de apertura del festival.
El director de Dioses y monstruos y Soñadoras, además de guionista de Chicago, enseguida explica que “el manual de la opresión nunca cambia. Sentí una conexión clara al empezar el guión y ver que, durante la última campaña presidencial, las personas trans estaban siendo demonizadas como estrategia”.
Prosigue: “Ahí ya había algo en el aire, pero ahora ya tratan a los trans como terroristas y persiguen a la gente de piel marrón con tanques y agentes de inmigración encapuchados. El manual ampliado de una autocracia dictatorial es una dictadura. Así que sentí que esta película es importante para lo que vivimos en Estados Unidos, pero también en el resto del mundo porque estos movimientos están ocurriendo en todas partes”.
La película transcurre durante el final de la última dictadura argentina, con la llegada del vidrierista gay Luis Molina (Tonatiuh), detenido por comportamiento inmoral, a la celda donde está recluido el inflexible militante político de izquierda Valentin Arregui (Diego Luna). Molina comienza a inventar un telenovelesco musical clásico protagonizado por Aurora Luna (Jennifer Lopez) para escapar de la dura realidad de la prisión y aflojar las tensiones con Arregui.
El beso de la mujer araña fue el comienzo ideal para un festival que arrancó politizado, gracias a una burocrática gala de apertura, repleta de funcionarios del gobierno nacional y municipal frente a los que Marilina Ross, desde el escenario, recibió el premio Astor de Plata a la Trayectoria que le dedicó, según sus palabras textuales, a una “injustamente condenada” Cristina Fernández de Kirchner.
Enseguida comenzó El beso de la mujer araña, pero las placas iniciales de la película volvieron a provocar la reacción fervorosa del público al responsabilizar a la dictadura por “más de 30 mil desaparecidos”. Condon justifica que “leí El beso de la mujer araña siendo muy joven y no se define un lugar. Luego vino la película de Héctor Babenco y el cine es un medio literal. Si se muestra una prisión, hay una pregunta ineludible: ‘¿Dónde y cuándo está ambientada?’. Él la situó en Brasil”.
Y agrega: “A mí me pareció que tenía más sentido que fuera en Argentina, aunque eso viniera con otras dificultades. La novela estuvo tan adelantada a su tiempo que nos llevaron cinco décadas ponernos al día con algunas de las cosas que Puig examinaba sobre la fluidez de género y la liberación del individuo. Mover ligeramente la línea de tiempo a los primeros 80 hizo que el sacrificio de Molina y la historia de amor tuvieran un atisbo de ética, de esperanza, que encaja con el relato de un musical”.
Tonatiuh le pone el cuerpo a Molina y destaca haber hecho “una transformación física extrema al bajar 20 kilos porque quería asegurar que mi cuerpo viviera la realidad de estar dentro de una prisión en una dictadura, de vivir esa opresión. Y al mismo tiempo quise hacer un papel que no tiene género”.
“No importa si es hombre o mujer. Quería que el público solo viera sus ojos, sus chistes, su corazón, para que cuando llegue ese amor con Valentín, solo importa la naturaleza de la conexión. Filmamos la película en orden, así que la primera vez que Valentín conoce a Molina es la primera vez que yo, como Tonatiuh, conocía a Diego Luna. Con cada escena estábamos creando confianza. Entendiendo la vulnerabilidad entre nosotros dos”, asegura el actor.
El músical plantea dos universos de entrada: uno gris y oscuro, encerrado en la celda que comparten Molina y Arregui, y otro brillante en Technicolor, producto de las fantasías que Luis le narra a Valentín.
Para Bill, “el gran desafío fue que los dos mundos, la prisión hiperrealista y la fantasía kitsch de Hollywood, se fueran fusionando. En realidad es un error decir que una parte es fantasía y la otra es realidad porque la prisión también es falsa, se muestra como una obra con dos personajes encerrados hablando, ninguna cárcel es así. La clave estuvo en la fusión. De repente, la Mujer Araña sale de la pantalla y está en la enfermería. El clímax de la celda, cuando Valentín desarrolla la comprensión del poder de la imaginación, hace que la iluminación y la cámara empiecen a reflejar un enfoque romántico similar al del musical. Esa fusión es el reflejo de cómo los dos personajes empiezan a moverse el uno hacia el otro”.
“Si tuviera que elegir la idea más subversiva de la película, diría que es una historia de amor. Si la idea de que dos personas, despojadas de etiquetas de clase, política, o sexualidad, pueden simplemente conectarse y amarse fuera más importante, los gobiernos podrían caer. Esa es la idea que intenté capturar”, explica el cineasta, que eligió a un elenco exclusivamente latino para la película. Tonatiuh declara que “la batalla por la libertad y la igualdad nunca va a parar. En un tiempo donde parece que muchos les están dando la espalda a las comunidades latinas y LGBTQ, nuestra película está diciendo ‘te vemos, te queremos y te estamos dando el tratamiento de Hollywood’”.
“Me resulta gracioso que ahora me alaben la actuación porque, si sos una minoría, siempre estás actuando para sobrevivir en este mundo. Amo que esta película en vez de enfocarse en las cosas que nos hacen diferentes, le enseña al alma y busca qué es lo que nos hace iguales”, cierra el actor esperanzado en haber aportado su granito de arena para un mundo con más amor y menos grietas.
Cortesía de Clarín
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