Björn Borg desvela la época de los premios del tenis ‘en negro’: “Daba miedo”

Cada día de la vida de Björn Borg bien merece un libro, aunque el legendario tenista ha optado recientemente por comprimir su frenética existencia en una biografía en la que trata de tocar los momentos principales que le marcaron dentro y fuera la pista Latidos: memorias de Björn Borg. Muchos son destacables, pero hay un relato que sobresale por encima del resto, ese en el que narra la época de los pagos ‘en negro’ de los premios de los torneos de tenis de exhibición. 

El exnúmero uno del mundo ha revelado ahora, a sus 69 años, cómo se las ingeniaban las estrellas de esa época para llenarse los bolsillos con torneos de exhibición —al igual que hacen ahora las grandes estrellas como Alcaraz y Sinner— en los que los pagos eran ciertamente ‘irregulares’. 

Este pasaje del libro corresponde a la época en la que Borg, ya retirado, apuesta por mantenerse en las pistas con una frenética gira de espectáculos en los que era acompañado por otros gigantes de la época como John McEnroe.

“Eran amistosos sin mayor trascendencia y con retribución garantizada: te pagaban por presentarte independientemente del resultado”, recuerda el tenista sobre unos partidos en los que “el espíritu competitivo había desaparecido por completo” y en los que acordaban “de antemano quién perdería”.

Las razones para disputarlos eran claras, con ellas ganaban mucho más que con los grandes torneos que repartían cifras ridículas en comparación con las actuales (Wimbledon 1976 le reportó 12.500 libras por las 2,7 millones que reparte ahora el torneo al ganador).

Así, Borg y sus coetáneos empezaron a viajar por el mundo para ‘recaudar’. El problema surgía cuando en muchos de esos lugares, el dinero pactado era pagado en metálico. “La verdad es que los tenistas lo preferíamos (…) el lado negativo era transportarlo, viajar con una bolsa de tenis repleta de fajos de billetes daba un poco de canguelo”, recuerda.

A partir de ahí rememora episodios como el de un atraco que sufrió a punta de pistola en la habitación del hotel en Rusia o el paso por las aduanas con más dinero del permitido. “No sé cuántas bolsas de efectivo he perdido, solo me quedaba resignarme, formaba parte de las reglas del ‘juego'”.

Llevaba fajos de billetes escondidos en las cajas de compresas de mi madre

Entre otras de las anécdotas, no olvida cuando nadie le pagó los 100.000 dólares prometidos por una exhibición en Roma o el maletín de dinero que ganó en un torneo de Sudamérica que nunca pudo cambiar porque eran billetes falsos. “No hubo nada que hacer, por razones obvias no firmábamos contratos”, escribe en sus memorias.

“Un saco como el de Papa Noel…”, “billetes escondidos en las cajas de compresas de mi madre”, “una bolsa con 100.000 coronas suizas perdida por mi abuela en la calle”… la enumeración de historias no deja indiferente a nadie que tenga la oportunidad de leer el libro. 

Borg, enemigo público de Suecia por evadir impuestos

El dinero en efectivo no es el único tema relacionado con el dinero del que habla sin tapujos en sus memorias. De hecho, en las primeras páginas, aborda el momento en el que firma sus primeros grandes acuerdos publicitarios y su representante le aconseja abandonar Suecia.

“Me dijeron que era un completo disparate seguir viviendo allí, que el 90% de mis ingresos se iría en impuestos. Me advirtieron de que durante mi carrera habría un buen flujo de dinero pero que, después, se cortaría de golpe y no quedaría nada”, rememora.

Me dijeron que era un completo disparate seguir viviendo en Suecia

Entonces fue cuando se convirtió en uno de los pioneros en trasladarse a Montecarlo. “Pronto se volvería algo común entre atletas de todo el mundo, pero ningún otro sueco recibió tantas críticas como me lanzaron a mí“, explica.

Eso sí, asegura que la decisión “en realidad no fue difícil” y que “lo insensato habría sido no tomarla”, pese a lo que le tocó vivir después. “La prensa sueca no tardó en cebarse conmigo (…) me convirtieron en símbolo de todo lo relacionado con la evasión fiscal y falta de compromiso con el estado de bienestar. Lo entiendo, pero creo que ahora muchos me entienden mejor que entonces”, zanja. 

Cortesía de 20 Minutos



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