Bolivia: la derecha ganaría las elecciones por la división irreconciliable del MAS  

A una semana de las elecciones nacionales en Bolivia todo es incertidumbre y fragmentación. Hay ocho candidatos a presidente – todos hombres -, pero muy pocas certezas de quién va a ganar. Sí es cierto que ante la dispersión del voto se descuenta una segunda vuelta para el 19 de octubre. La segunda es que quedó abonado el camino para que después de veinte años de gobiernos del MAS, dos representantes de la derecha lleguen al balotaje. El proyecto político que encabezó Evo Morales desde el 22 de enero de 2006 – solo interrumpido por un golpe de Estado en 2019 – quedó empantanado por las divisiones entre el actual mandatario, Luis Arce y el líder histórico del Movimiento al Socialismo. Esta realidad coincide con el bicentenario de la independencia de España que se cumplió el miércoles 6 de agosto. 

FERIA DE SAN FRANCISCO

El nuevo escenario emerge sobre una crisis económica que ubica al país muy por debajo de los índices de desarrollo social alcanzados en los primeros gobiernos del MAS. Bolivia tiene hoy las tasas de crecimiento más bajas de Sudamérica junto a Ecuador, de acuerdo con las proyecciones actualizadas al 5 de agosto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Desde el sector de Morales – que fue proscripto por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y llamó a anular el voto – se atribuye la situación actual al “mal gobierno de Arce”. Desde el oficialismo, que se quedó con la nomenclatura del MAS y postula a su ex ministro de Gobierno Eduardo Del Castillo como presidenciable, se cuestiona a Evo por “favorecer el regreso de la derecha”.

Los candidatos de siempre 

Los candidatos mejor posicionados que presentan los sectores más conservadores son el empresario Samuel Doria Medina y el expresidente por apenas un año (2001-2002) Jorge Tuto Quiroga. Se alternaron el primer lugar en las encuestas hasta hoy y si esos sondeos se materializaran en las urnas el domingo 17, definirían el balotaje.

Andrónico Rodríguez, el joven politólogo y referente cocalero surgido al amparo de Evo es el mejor ubicado entre los aspirantes de una izquierda atomizada. Pero sus porcentajes lo ubican lejos de Doria Medina y Quiroga, e incluso detrás del tercer presidenciable por la derecha: el alcalde de la ciudad de Cochabamba y ex militar, Mandred Reyes Villa. El otro candidato de lo que fuera el MAS en su apogeo, Del Castillo, ronda el 3 por ciento en las encuestas, porcentaje que debería alcanzar para que el histórico partido no pierda la personería jurídica que posee el actual oficialismo.

La fractura del MAS es cuestionada por todo el arco progresista de la región que observa un retroceso para mantener los avances que se habían conseguido en Bolivia entre 2006 y 2019. Cuando Arce era ministro de Economía de Evo, este cronista lo entrevistó por primera vez en su despacho de La Paz. Eran otros tiempos. Todo parecía en armonía. “La característica del presidente Evo es que está cumpliendo todo lo que promete”, decía el actual jefe de Estado.

Cinco años más tarde y tras un intento de golpe de Estado contra Arce producido el 26 de junio del 2024 – que Morales no creyó y acusó de inventarlo al presidente -, se repitió el encuentro con Página/12 pero las diferencias ya eran notorias: “Nunca ataqué a Evo Morales y él toda la vida me ha atacado como gobierno desde 2021 y eso, para empezar. Si alguien tiene diferencias es él con nosotros y como lo hemos demostrado, nos hemos mantenido principistas en la izquierda”, declaró.

Evo y Arce aumentaron su encono mutuo y lo hicieron pese al intento de acercarlos que se dio en 2023, cuando intervino Cuba para mediar. Hubo una reunión en La Habana que no arrojó resultados positivos. Álvaro García Linera, el ex vicepresidente que convivió con ambos durante los tres mandatos de Evo, definió la situación como una “guerra fratricida”. Hoy está alejado del escenario político, al igual que otros notorios integrantes del MAS en el pasado.

El vicepresidente actual, David Choquehuanca, quedó algo desdibujado en su función y Juan Ramón Quintana, ministro clave en los tres primeros gobiernos de Evo se mantendría oculto en algún lugar de Bolivia. La Procuraduría General del Estado lo acusa por los delitos de terrorismo y alzamiento armado. Le atribuye incitar a bloqueos de carreteras que son habituales en el país desde hace décadas.

La fractura sin retorno del MAS mermó sensiblemente sus chances de colocar un representante en la segunda vuelta que tenga chances de asumir la presidencia el 8 de noviembre. Ese candidato era Rodríguez, a quien el popio Evo le restó su apoyo convocando al voto nulo o “voto digno” como lo definen en su sector.

El expresidente continúa en el Trópico de Cochabamba, donde está a resguardo de una posible detención si se alejara de esa región. Arresto que ya han prometido algunos candidatos de la derecha si ganan las elecciones.

La seguridad de Evo tampoco parece garantizada en su propio territorio. El 27 de octubre de 2024 sufrió un intento de asesinato en una carretera de Villa Tunari que él atribuye a un grupo comando integrado por militares, policías y personal de la DEA. En su cuenta de X tiene un video fijado con el atentado a balazos donde fue herido su chofer. Una fiscalía rechazó la denuncia y el gobierno proclamó que había sido un autoatentado.

Morales dice que “no es el voto nulo el que le abre las puertas a la derecha”. Y desde sus redes sociales sostiene que el actual presidente y Andrónico Rodríguez son lo mismo: “¿Qué unidad puede haber con la candidatura de Andrónico Rodríguez, sostenida por quienes hasta ayer trabajaban con Arce sin cuestionar su gestión y cuyo cálculo electoral fracasó de manera evidente?. “Entre Arce y Andrónico no existe diferencia, sino convivencia de intereses: reciclar funcionarios a cambio de impunidad”.

El golpe contra Evo en noviembre de 2019 parece haber sido la puerta de entrada a tensiones latentes en el MAS que se profundizaron con el exilio del expresidente y la sucesión de Arce en 2020. Los principales responsables políticos del terrorismo de Estado que siguió, la expresidenta Jeanine Áñez y Luis Fernando Camacho, el exgobernador de Santa Cruz, están detenidos en cárceles de La Paz.

Los pueblos originarios organizados, los movimientos sociales y sindicales, nutridos de campesinos y mineros que resistieron aquel golpe de Estado y sufrieron las masacres de Sacaba y Senkata, hoy están muy divididos. Esa base del electorado histórico del MAS se fragmentó entre el apoyo al voto nulo que promueve Evo, la candidatura de Rodríguez y el oficialismo de Arce. Los veinte años del estado plurinacional que nació con la izquierda boliviana y le dieron una nueva constitución, pueden sufrir un duro revés el próximo domingo.

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Cortesía de Página 12



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