Bolivia parece ir en tobogán a las elecciones 

Desde La Paz

FERIA DE SAN FRANCISCO

El tránsito automotor puede obrar como una metáfora de lo que es Bolivia hoy. Bajar en taxi desde los 4.150 metros de altitud de El Alto hacia esta capital es como deslizarse por un tobogán. La economía cayó de esa manera. Rápidamente, con un nivel de inflación que llega al 15,53% interanual. En los alimentos se siente más, con un porcentaje que ronda el 25 por ciento. Lejos quedó el milagro boliviano de los tiempos en que gobernaba Evo Morales y su ministro de Economía era Luis Arce, el presidente actual. La crisis política del MAS los separó y sus diferencias son irreconciliables. En vísperas de la elección de este domingo, la derecha tiene la chance concreta de volver al poder, en buena medida por los errores de esos dos liderazgos que convivieron durante veinte años.

Los candidatos

Bolivia cambió demasiado la correlación de sus fuerzas políticas. La izquierda atomizada entre dos candidaturas jóvenes, más el voto nulo que propone Morales, no sedujeron al electorado, y en la suma no juntan los apoyos que sí tendrían los cuatro presidenciables de la derecha. Dos de ellos, Jorge Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, pasarían a la segunda vuelta.

Evo podría haber apoyado al senador Andrónico Rodríguez pero lo considera un traidor porque se postuló. Arce delegó en su delfín Eduardo Del Castillo el proyecto del MAS oficialista que podría perder la personería jurídica si no saca el 3% de los sufragios. Esos son, a grandes trazos, los datos básicos de una votación que recién se definirá el 19 de octubre en el balotaje. A ninguno de los ocho candidatos le alcanzan sus porcentajes para imponerse en primera vuelta.

La agenda

Si siete colores tiene la wiphala y siete también son los pecados capitales, podría decirse que el país convive con siete problemas. La caída de su economía, el retorno posible del neoliberalismo alineado con Estados Unidos, las divisiones que quebraron al MAS, los niveles de violencia, el avance del narcotráfico sobre todo en el departamento de Santa Cruz, el siempre latente saqueo de sus recursos naturales y una muy precaria paz social que se expresa en el conflicto por la falta de combustibles para el transporte.

Bolivia es una nación plurinacional de contrastes que está ante el advenimiento de un nuevo retroceso. Latinoamérica expresa como ningún continente esas tensiones cíclicas. Richard, el chofer que nos lleva por la autopista desde el aeropuerto hasta los 3.650 metros de La Paz, tiene 55 años, seis hijos y un trabajo inestable. Votó al primer Evo, pero ahora lo detesta. Parece tener conciencia de clase, pero la economía de subsistencia a que se ve empujado, mata cualquier relato. “Un boliviano de El Alto cobra por mes 2000 pesos”, dice. Depende la cotización del dólar que se tome (uno por siete pesos en el mercado oficial o hasta casi el doble en el paralelo) un salario muy bajo puede fluctuar entre 285 y 145 de la divisa estadounidense.

Si el coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) era en Bolivia uno de los mejores del continente hasta 2019, la pandemia lo empeoró y la crisis por la merma en las exportaciones de gas, la escasez de dólares, la caída del PBI y la inflación hicieron el resto.

Oro blanco

Pero el país tiene litio, el llamado oro blanco y sus reservas ascienden a 23 millones de toneladas aunque con una capacidad de producción todavía baja para los estándares internacionales. Aun cuando ella se incrementara, no alcanzaría la cantidad de divisas que Bolivia percibió en el pasado por la producción de gas.

El litio se ha metido en la campaña electoral y fue tema de discusión entre los diferentes candidatos. A Arce le cuestionan los contratos firmados para su extracción con empresas de China y Rusia. Aunque si gana un candidato de derecha las elecciones es probable que aparezcan nuevamente en escena las de capitales estadounidenses. Es conocido el interés estratégico que declaró el Comando Sur de EE.UU cuando estaba a su frente la generala Laura Richardson. Quiere controlar las reservas ubicadas en el llamado triángulo del litio.

Por otras vías, Estados Unidos está apareciendo de a poco otra vez en Bolivia. La OEA, organización funcional a Washington a lo largo de toda su historia, volvió a enviar a este país una delegación interesada en el desarrollo de los comicios. Está ahora aquí junto a representantes de la Unión Europea. Las dos jugaron un papel clave en el derrocamiento de Evo Morales en 2019 cuando apoyaron el relato de los golpistas y les dieron cobertura. Arce recibió a ambos grupos en la Casa Grande del Pueblo. 

“Así como en 2019, la OEA llegó para avalar el golpe de Estado que abrió las puertas a la derecha; hoy, en 2025, viene a bendecir un proceso electoral diseñado a la medida de los intereses imperiales”, escribió el expresidente en sus redes sociales. Evo se encuentra hoy refugiado en el Trópico de Cochabamba y repite una y otra vez que no abandonara Bolivia sea cual fuere el resultado de las elecciones.

Los tres candidatos de la derecha mejor posicionados en las encuestas, Tuto Quiroga, el empresario Doria Medina y el exmilitar Manfred Reyes Villa anticiparon que van a encarcelar al ex jefe de Estado basados en la denuncia por abuso de una menor que Morales niega. Las órdenes de detención que pesan sobre él no se materializaron durante el gobierno de Arce, con quien se distanció definitivamente en 2020.

Desgaste

El actual presidente que desistió de postularse a la reelección declaró que “vamos a acatar lo que el pueblo boliviano decida, pero es importante que participe activamente”. Desgastado por la crisis económica, la interna del MAS y las denuncias en su contra por el presunto enriquecimiento ilícito de sus tres hijos, el presidente continuará haciendo política desde el llano pero volverá al mundo académico de donde proviene.

Bajo el lema “Elecciones en paz”, el Tribunal Supremo Electoral que inhabilitó a Evo para presentarse como candidato, es el mismo que tras un referéndum revocatorio le permitió ir por un tercer mandato que no llegó a completar por el golpe de Estado en 2019. En esa etapa surgieron las primeras diferencias entre los dos líderes políticos del MAS que habían cohabitado en el gobierno por más de diez años. Los gestores del llamado milagro boliviano.

Esa relación está tan quebrada que ni siquiera la mediación del ex vicepresidente Álvaro García Linera y el gobierno cubano pudieron recuperarla.  Si hay una certeza en los comicios es que habrá segunda vuelta. La otra es que la Asamblea Legislativa Plurinacional ya tendrá a sus candidatos elegidos y según los sondeos previos, las distintas expresiones de la derecha boliviana conformarán un bloque mayoritario por primera vez en veinte años.

El clima preelectoral está caldeado y se prevé un gran operativo policial y militar para custodiar las urnas y los centros de votación. Sobre todo en el eje Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba, El Alto y La Paz, las principales ciudades y departamentos que reúnen la amplia mayoría de los empadronados, sobre un total de 7.937.138 bolivianos habilitados para votar.

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Cortesía de Página 12



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