Bolivia: Paz, Tuto Quiroga y el neoliberalismo que avanza

Desde La Paz

FERIA DE SAN FRANCISCO

Con la derecha ya acomodada hacia la segunda vuelta, los presidenciables Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga empiezan a pescar votos en el electorado que no los eligió. La transición hacia el 19 de octubre cuando se definirá quién gobierna Bolivia por los próximos cinco años, empezó como se esperaba. En materia económica, los candidatos apuntan a reinstalar un modelo neoliberal con anabólicos libertarios. El ganador del primer turno y exalcalde de Tarija, sintetizó su idea en tres palabras: “Capitalismo para todos”. Su rival declaró que “quiere salir de la cárcel del Mercosur, porque Brasil es proteccionista”, además de los países europeos con los que el bloque comercia. 

Si ambos coinciden en terminar con “el milagro” económico boliviano que se gestó en los veinte años de dominio del MAS, en política hay ciertos matices que los diferencian. A Paz lo corren por derecha los extremistas de ese arco ideológico y el expresidente es uno de ellos. Una sola frase define su pensamiento. Del dictador Hugo Banzer, con quien compartió fórmula presidencial en 1997, comentó: “Su contribución democrática es innegable”.

Paz, hijo de Jaime Paz Zamora, perseguido por el régimen de Banzer en los años ’70, grabó un mensaje por el bicentenario de Bolivia que se cumplió el 6 de agosto donde recordó el calvario familiar en esa etapa: “Yo tenía tres años cuando salí exiliado y viví en más de diez países, estudié en más de diez colegios, vi la muerte de cerca, a hombres y mujeres luchando por la libertad, he visto a mis padres entrar a la cárcel, ser torturados y cuando tenía trece años iba en un taxi en Sopocachi (barrio de La Paz) y escuché que se había caído el avión donde viajaba mi padre y decían que todos habían muerto. Pero el sobrevivió”.

Voto rechazo al desgaste del MAS

Ese autorretrato, una secuencia dolorosa y préterita, tal vez explique lo que se decía en Bolivia en las horas posteriores a la elección. Que Paz recibió votos de un sector descontento de las bases del MAS que lo ven más digerible a Quiroga. Álvaro García Linera, el exvice de Morales, declaró en estos días que “el voto de Paz es el antiguo voto de Evo”. Eso no lo ubica al candidato mejor posicionado para el balotaje en la centro izquierda, ni mucho menos en la izquierda. En Bolivia hubo un voto rechazo al desgaste de cuatro gobiernos consecutivos del Movimiento al Socialismo que fueron de mayor a menor. En el último de Luis Arce la economía se derrumbó, el gas dejó de ser el commodity que hacia ingresar divisas como antes, la moneda se devaluó y los conflictos internos del MAS hicieron el resto.

En un país donde todo lo que hizo esa fuerza política colosal, que edificó el estado plurinacional, creó una nueva constitución y elevó los índices de igualdad al nivel más alto de Latinoamérica, Paz y Quiroga confirmaron que irán en la dirección contraria. Detrás del primero está Jaime Dunn, ex aspirante frustrado a la presidencia y economista libertario con el que coincidió en sus estudios. En un video que puede verse en X, los dos juntos dicen que “el voto liberal hay que ganarlo” y el candidato demócrata cristiano sugiere que aquel le redactó el plan económico.

Los lazos de Dunn con el ideólogo neofascista detrás del presidente argentino, Javier Milei, reúnen evidencia. Nicolás Laje, en un diálogo poselectoral, lo felicitó por el programa económico – que también se atribuyó – y definió al boliviano como “un libertario absoluto”.

Dunn quiere ser presidente de su país en 2030, aunque por este año se quedó con la sangre en el ojo. Se postuló el 25 de junio pasado por el partido Nueva Generación Patriótica (NGP). Pero el Tribunal Supremo Electoral (TSE) inhabilitó su candidatura el 2 de julio. Adujo que no presentó la documentación que acreditaba su solvencia fiscal. A ese personaje, Laje lo despidió en el diálogo que se puede ver en youtube con su frase de cabecera sobre la “batalla cultural”. Esta vez en Bolivia.

Tuto Quiroga, que corre de atrás por el resultado del primer turno, suavizó su discurso de mano dura después de la campaña y aparenta correrse hacia el centro, aunque es una especie de lobo con piel de cordero. Definió al Mercosur como una “cárcel”, criticó al Brasil de Lula por su proteccionismo y ya anunció que correrá presuroso a los brazos del FMI si accede a la presidencia. Como buen tecnócrata se siente cómodo en su papel de redentor por su llegada al sector financiero. Aseguró que tiene un plan de salvataje de varios organismos: consiste en pedir 12.000 millones de dólares con el objetivo de estabilizar la economía de Bolivia hasta fines de este año. O sea, entrar al círculo poco virtuoso del endeudamiento.

Evo y el voto nulo

Dice que le tiene “alta estima” a su adversario y en política mostró algunas cartas: lo seduce la liberación de los golpistas de 2019, la expresidenta Jeanine Áñez y el cruceño Fernando Camacho, los dos detenidos en cárceles del departamento de La Paz. Cuestionó sus enjuciamientos. En un programa de TV emitido por el grupo El Deber de Santa Cruz, comparó al dictador Banzer -con quien compartió fórmula presidencial y lo sucedió por un año para completar su mandato-, con la figura de Evo. Dijo que este último hizo el camino inverso al presidente de facto porque “fue elegido en democracia y se convirtió en un dictador”.

A Morales lo critican de derecha a izquierda. Andrónico Rodríguez, el joven senador del MAS que se formó en las luchas del Trópico de Cochabamba junto al histórico líder cocalero, dijo que “el voto nulo perdió”, marcando la diferencia con su mentor.

En estos tiempos de redes sociales omnipresentes, el candidato perdedor de Alianza Popular apeló a ellas para dar su opinión: “Lo único que lograron con la campaña del voto nulo es promover la victoria de la derecha, además de confundir, desanimar, dividir y dispersar el voto del movimiento popular. El voto nulo perdió, pero algunos dirigentes de izquierda festejaron que la derecha haya ganado. El interés personal prevaleció ante todo, ‘soy yo o nadie’ con una mezquindad a gran escala”.

El tres veces presidente de Bolivia entre 2006 y 2019, mantiene su posición de que anular el voto fue un acto de “dignidad” ante lo que consideró su proscripción. Y que el 19.87% de rechazo a la elección que él promovió, no fue una derrota y sí una victoria. La imagen de la futura Asamblea Nacional desmiente ese aserto. La mayoría de la que gozó el MAS en el Parlamento durante veinte años quedó deshecha y su fuerza reducida a una participación testimonial. Deberá reiventarse para volver al poder y desmentir a la derecha que ya lo ubica en un pasado sin retorno.

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Cortesía de Página 12



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