Desde Brasilia
Es el hombre más peligroso de Brasil, estuvo a punto de dar un golpe de Estado en 2023, cuando planeó asesinar a Luiz Inácio Lula da Silva, y este martes será juzgado como líder del alzamiento de cuño militar. Jair Bolsonaro pasó el fin de semana en prisión domiciliaria, con una tobillera electrónica, a la espera del juicio en el Supremo Tribunal Federal. El expresidente se encuentra bajo una custodia policial reforzada a raíz del plan de fuga descubierto hace dos semanas cuando le incautaron documentos en su celular. El mismo aparato desde donde estaba organizando amenazas contra el Supremo y maniobras desestabilizadoras. Entre los archivos encontrados por la Policía Federal en el teléfono hay un pedido de asilo “urgente” dirigido a Javier Milei, el presidente al cual visitó en Buenos Aires a fines de 2023 y luego recibió en el Balneario Camboriú a mediados de 2024.
A lo largo de esta crónica retomaremos ese supuesto plan de Bolsonaro para asilarse en Argentina y el contexto en el que se inscribió. En la mañana de este domingo policías permanecían apostados en el patio , con piscina, de la amplia residencia de Bolsonaro, para evitar que se fugue por los fondos, qué es una de las posibilidades de escape, y aparezca poco después en alguna embajada amiga. Los servicios de inteligencia tampoco descartan que el reo se valga del vehículo de alguno de los políticos que lo visitan o de cualquier otra artimaña para huir del barrio privado Solar de Brasilia. Allí rige la orden de observar cada movimiento sospechoso. Por determinación del juez Alexandre de Moraes podrán ser requisados hasta los baúles de los coches que circulan por el country cuyos vecinos acaudalados están poco acostumbrados a ver policías circulando entre las mansiones o toparse con periodistas curiosos.
Juicio histórico
El riesgo de que Bolsonaro aparezca de buenas a primeras en una embajada – con la consiguiente humillación del gobierno y desmoralización del Supremo – aumentó en los últimos días según trascendió desde el despacho de Moraes, instructor del proceso más importante de la historia republicana: nunca un militar, como es el caso de Bolsonaro y de sus principales cómplices, fue procesado por golpe de Estado. Este juicio significa , asimismo, un paso hacia la tardía, y necesaria, latinoamericanización de un Brasil que ha sido la excepción del subcontinente a la hora de revisar su pasado.
Esto es así porque en contraste con lo sucedido en Argentina, Uruguay y Chile donde después de las dictaduras de la Doctrina de la Seguridad Nacional y el Plan Cóndor, numerosos militares fueron procesados –no todos y en diferente grado según cada país – , en Brasil nunca un uniformado fue castigado por crímenes ocurridos durante la represión ilegal. Aquí sigue en vigor la (auto)amnistía promulgada en 1979 por el general Joao Baptista Figueireido, último gobernante de facto, que al dejar el poder en 1985 lo hizo garantizando la impunidad para sí y su corporación. Y es esa impunidad castrense la que comienza a erosionarse con el proceso al capitán Bolsonaro y sus generales. Por cierto los dictadores Figueiredo y el chileno Augusto Pinochet (ambos vinculados al Plan Cóndor) están entre los tiranos que gozan de la admiración, declarada, de Bolsonaro.
La trascendencia histórica del juicio no es menor que su contribución a la estabilidad democrática en la que está empeñado Lula desde la noche del 8 de enero de 2023 cuando ingresó al Palacio del Planalto que horas antes había sido convertido en ruinas por las hordas bolsonaristas, comandadas por militares especializados en acciones terroristas, los Kid Pretos. Bolsonaro – que en su juventud fue un aspirante a Kid Preto – no se contentó con el fracaso de la insurrección de 2023 , cuando no contó con el apoyo del entonces presidente norteamericano Joe Biden, y sigue soñando con otro alzamiento en el que seguramente sería respaldado por Milei, y, fundamentalmente por Donald Trump.
Trump: respaldo a Bolsonaro, sanciones a Lula
El republicano no deja dudas de su respaldo hacia su protegido: repudió el juicio contra el capitán retirado y decretó tarifas del 50 % contra los productos brasileños a las que sólo reducirá cuando sea aprobada una amnistía. Esas represalias podrán ser ampliados durante el juicio con sanciones contra los jueces que apoyen la condena que seguro propondrá el relator Moraes, contra quien ya se decargó el garrote de Washington a través de de la ley Mandinsky, con graves consecuencias económicas. El respaldo del jefe de la Casa Blanca hacia el líder de la extrema derecha brasileña, al cual la revista The Economist llamó en su edición de la semana pasada como el “Trump Tropical” podría ampliarse a la concesión de asilo en la embajada en Brasilia, convertida en un cuartel general de la desestabilización contra la administración lulista. Según informaciones publicadas en diversos medios, dirigentes bolsonaristas fueron recibidos en las últimas semanas por el responsable de la misión diplomática, Gabriel Escobar, a quien el Ministerio de Relaciones Exteriores convocó para repudiar la interferencia en la política interna brasileña.
Las sanciones de Trump fueron rechazadas el viernes por Lula. El petista deploró las ínfulas “imperiales” de su colega estadounidense, el golpismo sistemático de Bolsonaro y la “traición a la patria” de Eduardo Bolsonaro, el hijo de Jair y amigo de Milei, radicado en los Estados Unidos, para hacer lobby contra Brasil. El interés global por el proceso contra Bolsonaro, que de alguna manera también lo es contra Trump, se plasmó en la tapa de la revista británica The Economist donde el exgobernante fue recreado con los atuendos, cuernos y piel de bisonte, usados por el militante extremista, Jacob Anthony Chansley, el “ Vikingo del Capitolio” -condenado y luego amnistiado por Trump- por el asalto al palacio del Congreso estadounidense cinco años atrás. Aquel seis de enero de 2021, se encontraba en Washington Eduardo Bolsonaro, de quien se sospecha que estuvo en una reunión de golpistas antes del ataque al Legislativo. Más de quinientos periodistas brasileños y extranjeros fueron acreditados para cubrir el juicio en el Supremo, que deberá acondicionar una sala especial para semejante demanda informativa. Este fin de semana en las vísperas del proceso varios reporteros, incluso extranjeros, hicieron guardia frente al country donde vive Bolsonaro, relativamente próximo al Sector de Embajadas, en el sur de la capital.
Javier Milei
El alerta de fuga de Bolsonaro, que tiene a Brasil en vilo, es el documento destinado a Javier Milei en el que el jefe ultraderechista se describe como un “perseguido político” cuya vida está bajo “amenaza”. Ese arresto sólo podrá ser impedido, sigue el texto, si “Su Excelencia (Milei)” autoriza el “asilo político (en) Argentina”. En el encabezado de la nota aparece la frase bíblica, “Conocereis la verdad, y la verdad os libertará”. La transcripción parcial de la petición se publicó en un informe de 170 páginas elaborado por la Policía Federal, junto a una serie de comentarios. En uno de ellos se “resalta” que el archivo con la solicitud de refugio fue actualizado por última vez en febrero de 2024, dos meses después de un viaje de Bolsonaro a Buenos Aires. A partir de allí se valida la hipótesis de que Bolsonaro lo tuviera consigo el 10 de diciembre de 2023 al encontrarse con Milei en la Casa Rosada.
En otro comentario se dice que a partir de la prueba “material” que constituye el archivo con la solicitud para Milei y otros elementos obtenidos en la investigación, como las comunicaciones con militares para coordinar las declaraciones ante los jueces, la policía llegó a la conclusión de que Bolsonaro, intentó obstruir el juicio. Lo cual justifica que permanezca en prisión domiciliaria con el refuerzo de la vigilancia para impedir su fuga. Antes de que fuera descubierto el documento pidiendo refugio a Milei, la Embajada Argentina en Brasilia ya habría estado en la mira de los servicios de inteligencia. Las sospechas de un ingreso furtivo de Bolsonaro estaban a la orden del día. Tanto que en una visita a Brasilia en abril del año pasado, la entonces canciller Diana Mondino fue indagada por periodistas sobre la posibilidad de que su gobierno acoja a perseguidos políticos extranjeros.
Otra evidencia concreta de los planes de fuga del exgobernante la aportó el diario The New York Times, al divulgar imágenes suyas ingresando a la misión diplomática de Hungria donde pasó dos días. Estas informaciones explican la tensión imperante en esta capital poco antes del proceso contra el llamado “Núcleo Crucial” del golpe, integrado por Bolsonaro y otros siete imputados. Pero si los antecedentes en los predios de Argentina y Hungría, son importantes, mucho más lo es la sospecha de que el capitán retirado y aspirante a Kid Preto Bolsonaro se escabulla del barrio Jardin Botánico y aparezca súbitamente en la Embajada norteamericana, para hacer de ella, con el aval de Trump, su fortaleza política.
Cortesía de Página 12
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