Brasil: Lula o la extrema derecha

La extrema derecha retoma su ofensiva contra Lula da Silva (foto), contando con la participación activa de los medios de comunicación. Ella sabe que si no destruye la imagen de Lula, no tiene ninguna posibilidad de volver al gobierno.

Por eso juega todas sus cartas en insinuaciones de todo tipo contra Lula, para lo cual se apoya en los medios de comunicación, que diariamente se encargan de levantar críticas infundadas al presidente. Ya que Lula supuestamente hizo declaraciones inapropiadas y no se pronunció sobre temas preferidos por la derecha.

Las que serían alternativas centristas prácticamente han desaparecido. Los tucanos, que tradicionalmente habían polarizado la escena política con el PT durante varias décadas, desaparecieron como partido político, dejando sólo al gobernador de un estado. La derecha se ha dejado llevar por la extrema derecha. A la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT), el PSOL, que había surgido con la idea de que el PT estaba equivocado y Lula fracasaría, fracasó, porque el PT no estaba equivocado y Lula no fracasaría.

Esta polarización entre la extrema derecha y el PT marca profundamente la situación política brasileña. Frente a la hegemonía de las políticas neoliberales adoptadas por el capitalismo en este período histórico, el PT propone la prioridad de las políticas sociales, el fortalecimiento del Estado y la reanudación del desarrollo económico.

Estas políticas permitieron que la economía brasileña volviera a crecer, que el nivel de empleo llegara a ser el más alto que el país haya visto jamás y que la democracia se consolidara. Sin embargo, este rescate de la economía brasileña y de la propia democracia no se traduce –al menos en algunas encuestas– en un apoyo más amplio al gobierno. Según estos, el nivel de rechazo a Lula habría aumentado y el apoyo a la derecha estaría en un proceso de aumento.

La extrema derecha centra sus ataques en la política y la democracia, identificándose con el PT. En las viejas, pero siempre repetidas acusaciones de corrupción contra Lula y el PT, que refuerzan la idea de descalificación de la política y del Estado.

Al mismo tiempo, la extrema derecha ataca las reivindicaciones de las minorías, incluida el feminismo, pero también las de los negros y los homosexuales.

Lo sorprendente es que Lula y el PT tienen un legado, de varios gobiernos, que redujo las desigualdades en el país, mientras que el legado de la derecha –el de Bolsonaro– es totalmente negativo, desde todos los puntos de vista.

Lula también está haciendo un buen trabajo en el gobierno, pero está perdiendo la batalla de la comunicación. El propio Lula ya se dio cuenta de esto y ahora busca una nueva política de comunicación. Pero este no es estrictamente el papel del gerente de comunicaciones. Es toda la relación entre el gobierno y la sociedad la que tiene que cambiar. Es una disputa política y no sólo comunicacional.

Objetivamente, las alternativas para Brasil son éstas: Lula o la extrema derecha. Subjetivamente, esta opción no se presenta de esta manera para la mayoría de la población. El mayor desafío político contemporáneo es llevar esta alternativa a la conciencia de la gente. ¿Lo lograremos?

Cortesía de Página 12



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