Broche de oro para Downtown Abbey, que llega a su fin: cómo lagrimear sin haber visto un episodio de la serie

Si siempre resulta difícil escribir y criticar una película que se basa en una obra anterior, en el caso de Downtown Abbey: El gran final todo se vuelve doblemente complejo. Por un lado, si el lector no sabe quiénes son los Crawley (el título oficial de la familia es el de Condes de Grantham), cómo hacer para interesarlo en la trama si nunca vio un episodio de la serie británica.

Y por otro, ya el título (El gran final) no deja margen de especulación alguna: si usted no vio la serie ni las dos películas que preceden a ésta, es probable que ni siquiera haya empezado a leer esta crítica sabiendo que con ésta se termina todo.

O a lo mejor, quién sabe, es un disparador para arrancar a ver la serie desde su primera temporada, que estrenó en 2010 y las seis temporadas completas están tanto en Disney+ como en Amazon Prime Video, y las dos películas en Netflix.

Pero vayamos a esta El gran final mínimamente poniendo en situación al espectador primerizo. Los Grantham son una familia aristocrática que poseen, entre otras propiedades, la finca del título. Corre 1930 y el crack financiero estadounidense parece que, de rebote, hizo mella en la fortuna familiar. La herencia de Violet Crawley (Maggie Smith, que falleció en 2024) era manejada por Harold (Paul Giamatti), y perdió la mitad porque, atención, compró bonos del banco de Córdoba de la Argentina.

La otra mitad se la salvó Gus Sambrook (Alessandro Nivola), un galán de las finanzas que enamora rápidamente en su visita a Inglaterra a Lady Mary (Michelle Dockery), sobrina de Harold. Lady Mary ya tiene bastante con qué lidiar, no solo porque se supone que será el relevo en el manejo de Downtown Abbey de su padre (Hugh Bonneville), sino porque acaba de divorciarse y estaba muy mal visto en la aristocracia de aquel entonces.

Tan es así, que la echan de una fiesta porque están por llegar los príncipes de la realeza.

Downtown Abbey siempre funcionó a la perfección porque el creador de la serie, Julian Fellowes, supo cómo hacer congeniar las historias de los dos pisos del lugar. La planta alta, donde se mueve la familia y sus invitados famosos -en el caso, nada menos que el dramaturgo Noël Coward (Arty Froushand), y la de abajo, donde habita la servidumbre.

La serie (y las películas) son estupendamente interpretadas tanto por los miembros de la familia como por quienes trabajan para mantener la mansión en orden.

De poco servirá al lector que nuca vio la serie explicar en pocas palabras quiénes son el mayordomo, por qué o quiere jubilarse. Y lo mismo ocurre con el resto.

Si vale la pena mencionar que el clima de despedida, aunque no se haya visto una sola imagen de la serie, puede llegar a emocionar al espectador más reacio a las lágrimas.

“Downtown Abbey: El gran final”

Drama. Reino Unido / Estados Unidos, 2025. Título original: “Downtown Abbey: The Grand Final”. 124’, ATP con leyenda. De: Simon Curtis. Con: Michelle Dockery, Hugh Bonneville, Elizabeth McGovern, Jim Carter, Dominic West, Paul Giamatti. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinépolis Recoleta y Pilar, Showcase Belgrano, Norcenter y Rosario.

Cortesía de Clarín



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