Buen lugar ibérico


En un pequeño y acogedor local, ubicado en una placita en la esquina de la avenida Rubén Darío con la calle Bogotá, se encuentra este restaurante de comida española (vaya que faltan restaurantes españoles en la Zona Metropolitana). Cuenta con apenas seis mesas en su terraza y espacio para alrededor de 10 comensales en su barra.

Abrió en febrero de 2024 y, hasta ahora, se ha convertido en un referente de la cocina española. Ofrecen tapas, platillos ibéricos típicos, paellas y fideuás, todo de la mano del chef español Duncan, quien ha pasado la mayor parte de su carrera en Nueva York, Chicago y Nueva Orleans, llevando siempre consigo su técnica y su cocina española.

Después de dos visitas al lugar —la primera con mi querido Carlo y la segunda, una tarde de toros con el buen Héctor Madrigal y el famoso Trigo—, les escribo por aquí las delicias que probé y te invito a que hagas reservación para asegurar tu lugar cuando decidas acudir.

Como es costumbre en un restaurante español, inicié con unas croquetas de jamón serrano ($180 la orden completa; $90 la media orden). Vienen seis piezas, no muy grandes, servidas en un tazón de cerámica, ideales para dos bocados. Son sumamente cremosas por dentro y con el dorado perfecto por fuera, formando una buena costra de empanizado. Llevan tropiezos de jamón cortado en cuadritos, que sí se perciben.

Seguimos con unas tapas de boquerones ($480; media orden por $240 y un tercio de orden —dos piezas— por $80). Son seis montaditos sobre pan con tomate (que te ahorras pedir aparte, ya que cuesta $150), con ese sabor característico a ajo y tomate, al que se le añade un aceite emulsionado con pimentón de la Vera, que aporta un toque ahumado. Encima va una pieza de boquerón y un pesto de perejil que le queda de maravilla. Es una entrada refrescante y llena de sabor. Utilizan sal Maldon, una de las más populares del mundo, proveniente del estuario del río Blackwater, en el condado de Essex, Inglaterra, reconocida por sus escamas piramidales, sabor intenso y textura crujiente.

No podía cerrar la reseña sin probar una paella, así que pedimos la paella cárnica ($700). Tienen cuatro variedades de paella y otras cuatro de fideuá, platillo similar, pero elaborado con fideos en lugar de arroz. La paella cárnica lleva fuet (similar a un salchichón, pero más delgado y de carne más fina), lomo de cerdo y grasa de res wagyu. La sirven en paellera y es ideal para dos comensales si solo piden ese platillo, o hasta para cuatro si se acompaña con entradas. De sabor, muy buena; a la vista podría parecer que no tiene mucha proteína, pero al servirla se va descubriendo. Está hecha con arroz bomba, que se cuece en una proporción de 4 a 1, es decir, cuatro partes de caldo por una de arroz. Solo diré que es una gran paella y, si te gusta el socarrat, pide que la dejen dorar un poco más.

Larga vida a Santa Lucía 66.

¡Sé feliz!

Santa Lucía 66

D: Rubén Darío 1469 esq. Bogotá, Col. Providencia, Guadalajara.

H: Martes a sábado de 2:00 pm a 10:00 pm, domingo cierran a las 6:00 pm.

IG @santalucia66gdl.

T: 3331601692.

Cortesía de El Informador



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