Tras ganar las elecciones, el primer ministro canadiense, Mark Carney, deberá asumir el compromiso de defender los intereses de sus votantes y la soberanía de Canadá ante el presidente estadounidense, Donald Trump, con quien se reunirá este martes en la Casa Blanca para comenzar la negociación sobre los aranceles y la nueva relación bilateral entre ambos países.
En diálogo con la prensa, Carney señaló que espera tener una reunión “difícil pero constructiva” con el magnate republicano, en un contexto donde además Canadá y Estados Unidos, junto a México, integran el T-MEC, el tratado de libre comercio que vincula a los tres países. “Nuestro enfoque estará puesto tanto en las presiones comerciales inmediatas como en la futura y más amplia relación económica y de seguridad entre nuestras dos naciones soberanas”, explicó.
Aunque evitó dar más detalles sobre su estrategia, el premier electo señaló que Estados Unidos se ha tomado en serio la negociación, ya que participarán miembros de alto perfil del equipo de Trump y se ha reservado un tiempo considerable para la reunión. “Lucharé por obtener el mejor acuerdo para Canadá. Nos tomaremos todo el tiempo que sea necesario para hacerlo”, aseguró el premier electo. “Y de forma paralela, fortaleceremos nuestras relaciones con socios comerciales confiables y aliados”, remarcó.
“Para nosotros, la cuestión es lograr un acuerdo que represente una victoria tanto para Estados Unidos como para Canadá, en un mundo cada vez más dividido y peligroso. Uno de los puntos clave es definir si, en sectores estratégicos para ambos países (como los minerales críticos, la industria automotriz o la energía), queremos cooperar o dividir el mercado norteamericano”, indicó Carney. “En estos momentos eso no es claro. La segunda opción desde luego no es una buen elección. Pero si (Trump) decide que es lo que quiere hacer, Canadá tiene otras opciones”, aclaró.
La relación bilateral
Solange Márquez, Doctora en Derecho y profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Toronto (UofT), señaló a Página/12 que lo que puede esperarse es una relación bilateral tensa, marcada por la lógica transaccional de Trump y el uso de los aranceles como arma no solo económica y comercial, sino también política. “La narrativa provocadora de Trump no es meramente simbólica. Más allá del T-MEC, su administración está utilizando los aranceles como herramienta de política exterior, lo que genera incertidumbre para sectores clave como el automotriz, los minerales críticos y la agroindustria”, afirmó.
En la misma línea, la académica añadió que la idea del mandatario republicano de convertir a Canadá en el “Estado 51” de Estados Unidos no implica una invasión militar, pero sí revela una lógica estratégica. “Igual que con Groenlandia, Trump ve a Canadá como un territorio clave por sus recursos —particularmente minerales críticos y tierras raras— y busca debilitarlo políticamente para desestabilizarlo desde dentro”, subrayó. “Esta narrativa puede alimentar, con el tiempo, corrientes internas favorables a una integración más profunda con Estados Unidos, por lo que Canadá necesita una respuesta que combine diplomacia firme, diversificar sus alianzas (comerciales y geopolítica) y unidad interna para contener el impacto de un socio impredecible”, apuntó.
Márquez también estimó que el sentimiento nacionalista en Canadá seguirá en ascenso, en parte como reacción a la narrativa de anexión impulsada por Trump. “De hecho, el triunfo del Partido Liberal en las recientes elecciones puede leerse también como una respuesta directa a esas amenazas: apenas en enero, las encuestas colocaban al Partido Conservador con hasta 24 puntos porcentuales de ventaja sobre los liberales”, recordó. “Ese panorama cambió a medida que las declaraciones de Trump activaron un fuerte reflejo nacionalista en el electorado canadiense. La mayoría terminó viendo en Mark Carney una figura más sólida para enfrentar la amenaza que representa Washington”, agregó.
El nuevo gobierno canadiense asumirá sus funciones en la semana del 12 de mayo, y el 27 de mayo el rey Carlos III de Inglaterra, quien es el jefe de Estado de Canadá, visitará el país. “El rey, acompañado de la reina, asistirá a la apertura oficial del Parlamento de Canadá, en Ottawa”, informó el viernes el palacio de Buckingham en un comunicado.
El soberano británico, de 76 años, que está siendo tratado desde febrero de 2024 de un cáncer, de cuya naturaleza nunca se ha informado, pronunciará el discurso de apertura del Parlamento, anunció Carney en redes sociales, poco después del comunicado del palacio. “Se trata de un honor histórico”, destacó el político canadiense, quien había sido recibido por el rey en su palacio en marzo. “Esto muestra claramente la soberanía de nuestro país”, añadió el premier, en referencia a las aspiraciones del gobierno de Donald Trump de anexar Canadá.
Gobernar en minoría
En cuanto a sus objetivos de gobierno a nivel interno, Carney —economista de profesión y exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra— afirmó que su programa apunta a iniciar la mayor transformación de la economía canadiense desde la Segunda Guerra Mundial. Propuso eliminar las barreras federales al comercio interno, recortar impuestos y establecer un organismo que proporcione 25.000 millones de dólares canadienses (18.126 millones de dólares estadounidenses) a promotores inmobiliarios para duplicar la construcción de viviendas en el país. Además, dijo que endurecerá el código penal para dificultar que los acusados de robos de vehículos, invasiones domésticas y tráfico de personas puedan obtener la libertad bajo fianza.
El Partido Liberal de Carney obtuvo 169 escaños, tres menos de la mayoría absoluta en la Cámara Baja del Parlamento. Los conservadores, liderados por Pierre Poilievre, consiguieron 144; el Bloque Quebequés (BQ), 22 —11 menos que en las elecciones de 2021—; y el Nuevo Partido Democrático (NDP), 7, es decir, 18 menos que en 2021. Para Márquez, gobernar en minoría hará que el primer ministro enfrente dificultades significativas para avanzar en reformas estructurales, sobre todo si intenta redefinir la estrategia económica de Canadá frente a un entorno más proteccionista en Estados Unidos.
“La fragmentación parlamentaria podría limitar su margen de maniobra en temas clave como transición energética, inversión extranjera y defensa frente al aislacionismo estadounidense”, explicó la Doctora en Derecho. “Gobernar en minoría en Canadá implica negociar caso por caso con otros partidos, ya que no existen coaliciones formales como en otras democracias parlamentarias; eso obliga al gobierno a construir mayorías temáticas para cada legislación, lo que complica la gobernabilidad, ralentiza decisiones y obliga a constantes concesiones políticas”, detalló.
En sintonía con el análisis de Márquez, el BQ afirmó que está dispuesto a colaborar con el Partido Liberal en algunos temas, como lo referente a las amenazas de Trump. “Sin segundas intenciones, reitero mi oferta de colaboración al Gobierno de Carney. Pero no se trata de una colaboración ciega o ingenua. La economía de Quebec es distinta a la de Ontario”, declaró el líder del partido, Yves-François Blanchet, en una rueda de prensa.
Blanchet sugirió que los líderes políticos firmen una tregua partidista para que Ottawa negocie una nueva relación bilateral con Washington. “Seguiremos siendo diferentes y no estaremos de acuerdo en todo. Habrá siempre zonas de disensión. Pero creo sinceramente que los quebequenses y canadienses esperan que la nueva Cámara de los Comunes sea estable y responsable durante la negociación (con Trump)”, añadió.
Cortesía de Página 12
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