Cada año hay una película que es “la” película del Festival. De Había una vez… en Hollywood a Los asesinos de la luna, es la que nadie se quiere perder, la que se lleva toda la atención, genera más reacciones en los medios y las redes sociales. En esta edición de Cannes es Misión: Imposible – La sentencia final, que protagoniza Tom Cruise.
El miércoles a la nochecita fue la première, a la que la prensa y la crítica acreditada en el Festival no podía ingresar, por lo que el acceso a la función de hoy a las 8.30 de la mañana en el Grand Théâtre Lumière se presumía complicado, una misión casi imposible.
Pero llegando 40 minutos antes se pudo conseguir hasta la mejor butaca de la Sala, en la fila I, en la que sientan al elenco y el director de las películas que se exhiben en las galas nocturnas con un pasillo adelante con suficiente espacio como para estirar las piernas y que nadie le tape la visión de la pantalla. Tal vez, Cruise estuvo sentado en esa misma butaca.
Tom Cruise, el único que puede salvar la Tierra (y el cine)
Hoy por hoy, Tom Cruise es en Hollywood -y no me olvido de James Cameron- el único intérprete en Hollywood que es capaz de llevar él sólo, con su nombre, el público que antes llenaban las salas las películas de Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis o hasta Harrison Ford en el género de acción.
Pero ¿en qué consiste su imán?
Viendo Misión: Imposible – La sentencia final (estrena el 22 de mayo en la Argentina) se entiende: además de porque él mismo hace, sin doble de riesgo, las escenas más intrépidas, temerarias, por momentos se transforma en un nuevo y moderno Buster Keaton.
El propio Cruise lo dijo aquí, ayer martes: la película de Christopher McQuarrie recuerda e imita al cine mudo por esas secuencias parecidas a las que Buster Keaton hacía en las que arriesgaba su integridad física, desafiaba la gravedad y la capacidad de sorpresa del espectador, todo.
Y las mejores secuencias de acción aquí no tienen diálogo.
Cómo es “la” escena de “la” película
Veamos: “la” escena de “la” película este año en Cannes lo tiene a Ethan Hunt (Cruise) a bordo de una avioneta en pleno vuelo. Bueno, tal vez no a bordo, sino agarrado del fuselaje, caminado sobre una de las alas, colgado de una barra de la misma, todo con el avión a velocidad en el aire, a cientos de metros de altura en el cielo de Africa.
Con la cara como aplastada por la fuerza del viento, falta lo mejor: Ethan salta de esa avioneta roja hacia la amarilla en la que viaja el villano de turno, Gabriel (Esai Morales, el de La bamba). Y si antes caminaba, ahora está de costado. Y luego agarrado boca abajo. Y sí, es él, y la escena ya hace transpirar las manos y sentir esa bendita adrenalina que solo el buen cine de acción puede transmitir en una sala cuando logra lo más importante: que creamos lo que estamos viendo.
Misión: Imposible – La sentencia final es la más larga de la saga iniciada en 1996, hace casi 30 años, pero todo hay que decirlo, también es la que menos acción tiene. Sin embargo, esperen a que lleguen esas escenas de acción…
¿Recuerdan cómo terminaba Misión imposible: Sentencia mortal – Parte uno? Se estrenó no hace tanto, en 2023. Ethan (Cruise) huía de los restos del tren en parapente con la famosa llave completa, que le quitó a Gabriel durante la pelea. Y se reunía con Benji (Simon Pegg) para continuar la misión de encontrar el hundido Sebastopol (el submarino ruso de última generación que utilizaba Inteligencia Artificial, a la que llaman “la Entidad”, debido a su conciencia y el peligro que representa) e intentar destruir “la Entidad”, ese parásito digital de enorme poder destructivo.

La suerte del mundo depende de Ethan y de su team. ¿Cómo lo harán, ante tantos escollos? “Lo resolveremos” es la frase de cabecera del grupo.
La Sentencia final, por su estructura narrativa, por su extensión, por la ubicación de los clímax, también se asemeja a ver dos o tres capítulos de una serie en alguna plataforma. Obvio que sin la presencia de Cruise esta película se hundiría como el Sebastopol.

Un consejo: más que ver la película anterior, la séptima de la saga, vuelvan a ver la primera, la que dirigió Brian De Palma. No por buena, porque debe estar entre las más flojas de las ocho de Ethan Hunt, pero es con la que más relación tiene La sentencia final.
Y las películas en competencia
Y así como las estrellas llegan de Hollywood, las películas en la competencia por la Palma de Oro viajan desde más cerca: Europa. Toda una definición en la programación del primer día “completo” de Cannes.
Sound of Falling, de la alemana Mascha Schilinski, dura casi lo mismo que la de Tom Cruise: dos horas y media. El drama de la directora berlinesa, que hace así su debut en Cannes, agrupa no de manera lineal a cuatro mujeres de distintas generaciones que han habitado una granja.
Y Deux procureurs (Dos fiscales), de Sergei Loznitsa, que debe ser un Récord Guinness, ya que trajo cuatro películas en las últimas cinco ediciones. Varias veces en competencia oficial, solo ganó una como mejor director en Un certain regard.
La trama del director nacido en lo que hoy es Bielorrusia transcurre en solamente dos días en 1937, cuando Stalin está en su apogeo. Una carta de un prisionero político escapa a la destrucción del régimen, llega a manos del fiscal Kornev, un idealista dispuesto a desentrañar la corrupción.
Misión: Imposible – La sentencia final se exhibió fuera de la competencia, claro. No necesita premios para llevar público, sino a Tom Cruise, y la visibilidad que le da la pantalla de Cannes y su campaña de promoción. El cine también es esto.
Cortesía de Clarín
Dejanos un comentario: