
La Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas recibirá el próximo 10 de octubre a Illapu, una de las agrupaciones más representativas de la música popular latinoamericana y de raíz. El conjunto chileno, con más de cinco décadas de trayectoria, regresa a Guadalajara con su nuevo espectáculo titulado “Que broten las canciones”, un recorrido sonoro que reúne distintos momentos de su carrera y que, en palabras de Roberto Márquez, líder y vocalista de la banda, refleja la esencia de un proyecto que se ha mantenido vivo y en constante transformación.
“Que broten las canciones es, en realidad, justamente eso: un brote constante que experimentamos cada día. Llevamos más de 50 años y seguimos generando nuevos brotes, ya sea en canciones o en poesía. Hemos tomado elementos de distintos conciertos que hemos realizado y los hemos condensado en una síntesis que es la que ahora vamos a presentarles”, explica Márquez en conversación con EL INFORMADOR.
El concierto, que tendrá una duración aproximada de 90 minutos, ofrecerá una selección de clásicos que han acompañado a varias generaciones, junto con temas que reflejan la diversidad de su propuesta musical.
Una historia ligada a los cambios sociales
Illapu nació en 1971 en Antofagasta, en medio de un clima político y cultural efervescente. El país vivía los primeros meses del gobierno de Salvador Allende y la Nueva Canción Chilena se expandía como un movimiento artístico comprometido con la sociedad. Márquez recuerda esos días iniciales en que la música se convirtió en un medio de expresión y resistencia.
“Nosotros, enamorados de eso, decidimos formar nuestro grupo, mirar hacia lo que es nuestra región en el norte de Chile, ligada a la música andina que nos llegaba de Bolivia y Perú. Empezamos a buscar una propuesta que recogiera todo eso, fusionada con la nueva canción y la poesía de Violeta Parra, de Víctor Jara, la música de Quilapayún y Los Parra”.
Esa mezcla de tradiciones dio origen a una sonoridad innovadora que trascendió las fronteras del folclore. Para Márquez, la clave estuvo en la apertura a la experimentación y en la capacidad de sumar influencias de distintas latitudes.
“Somos gente muy abierta a vivir cada momento. Hemos hecho camino al andar e incorporado instrumentos de distintos lugares de América Latina y del mundo. Vivimos un largo exilio en Europa que nos permitió convivir con la nueva canción del mundo, y también muchos años en México, lo que hizo que tengamos un vínculo muy especial con este país”.
Evolución sonora y búsqueda constante
A lo largo de más de cinco décadas, Illapu ha incorporado nuevas sonoridades sin perder la esencia de su raíz andina. Instrumentos como el bajo eléctrico, el saxofón o la batería se sumaron en distintos momentos para ampliar las posibilidades expresivas de la banda.
“Estamos siempre abiertos, somos muy busquilla y escuchamos la música de todas las corrientes que nos permiten enriquecernos. Incorporamos el bajo eléctrico cuando era visto como raro, después un saxo inspirado en la música de Huancayo en Perú, teclados y batería que nos dieron apertura hacia el rock. Siempre buscamos elementos que nos permitan hacer una canción que llegue más”, relata Márquez.
Llegar a más de cincuenta años de trayectoria es un logro que pocas agrupaciones pueden presumir. Illapu lo ha conseguido con honestidad y fidelidad a un estilo que dialoga con las realidades de América Latina. Cuando se le pregunta por los retos que aún quedan, Márquez responde con serenidad: “Ponerse metas hoy es más difícil porque hemos hecho mucho. Hemos recorrido el mundo y tocado en grandes salas. No es que hayamos hecho todo, pero lo que más nos interesa es llegar a cada lugar posible con nuestra canción. Desde ahí nos enriquecemos nosotros y también quienes nos escuchan”, finaliza.
Los boletos para el concierto van de los 400 a los mil 800 pesos y están disponibles en taquillas y plataformas oficiales del recinto.
México y Chile: lazos de música y memoria
Cabe señalar que el paso de Illapu por México durante su exilio en los años ochenta dejó una huella profunda. La agrupación encontró refugio y público receptivo que hizo de su música parte de la memoria colectiva. “México tiene una significación muy especial, es como nuestra segunda tierra madre. El idioma, el diario vivir, la razón de cantar… todo nos devolvió esa sensación que extrañábamos en el exilio”.
El músico señala que México y Chile comparten historias y sensibilidades similares, lo que ha permitido que las expresiones artísticas de ambos países dialoguen con facilidad. “Son tierras hermanas. Hay pueblos en el sur de Chile que celebran festivales de música ranchera, donde si uno asistiera, pensaría que está en México. Del mismo modo, artistas chilenos como Lucho Gatica, Mon Laferte o Los Bunkers han tenido una fuerte llegada aquí. Es un hilo de plata que nos hermana y que hace que tanto los mexicanos en Chile como los chilenos en México nos sintamos en una tierra muy nuestra”.
Arte, mensaje y equilibrio
Uno de los rasgos que ha caracterizado a Illapu es la capacidad de vincular lo artístico con lo social y político. Sin embargo, para Márquez, el compromiso nunca ha estado por encima del arte mismo. “Lo nuestro es arte, primero que nada. Para pararte en un escenario tienes que hacerlo de la manera más excelsa. Nos hemos preocupado de la poesía latinoamericana y de distintas corrientes musicales para enriquecer nuestra obra. Buscamos que la canción llegue por lo que es musical y poéticamente, y que también sea capaz de enamorar a esa persona que busca un camino. A veces una canción te da un poquito de luz, y eso es lo que buscamos”.
Ese equilibrio entre contenido y estética ha permitido que canciones del grupo trasciendan modas y contextos, convirtiéndose en himnos de resistencia, esperanza y celebración.
CT
Cortesía de El Informador
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