Hace unos 66 millones de años, que se dice pronto, Catalunya era un auténtico paraíso para los dinosaurios carnívoros. Según desvela un estudio liderado por el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP-CERCA) y el Museo de la Conca Dellà (MCD), la región que se extiende entre los actuales Pirineos y las tierras que ahora conocemos como Lleida albergó “numerosos tipos de depredadores” de distintos tamaños durante la última gran era de los dinosaurios en el planeta. “Los yacimientos de los Pirineos contienen los restos de los últimos dinosaurios que vivieron en Europa, pocos millones e incluso miles de años antes de su extinción global”, afirman los impulsores de este estudio, encabezado por el paleontólogo Òscar Castillo, en el que se repasa la historia de estos fascinantes animales que antaños habitaron estas tierras.
“Los yacimientos de los Pirineos contienen los restos de los últimos dinosaurios que vivieron en Europa, pocos millones e incluso miles de años antes de su extinción global”
La investigación, publicada este martes en la revista ‘Cretaceous Research’, refuerza la idea de que esta región fue uno de los últimos refugios de los dinosaurios en Europa. También aporta una “fotografía inédita” sobre cómo era el ecosistema en el que vivían poco antes de su extinción. Un detallado análisis de los hallazgos del yacimiento de Molí del Baró-1, en el Pallars Jussà, ha logrado identificar al menos cuatro tipos distintos de dinosaurios carnívoros que convivieron tan solo 300.000 años antes de la extinción global de estos animales prehistóricos. “Es como tener una fotografía de uno de los últimos momentos de los dinosaurios europeos y nos ofrece una información valiosísima sobre la diversidad de dinosaurios carnívoros en esta zona poco antes de que desaparecieran para siempre”, explica Castillo.
Cuatro especies
Los fósiles hallados en esta zona, que en su mayoría se trata de dientes analizados mediante técnicas de microscopía electrónica, han permitido identificar tres grandes grupos de dinosaurios: velociraptorinos, dromeosaurinos y troodóntidos. Los dos primeros eran depredadores especializados que se alimentaban mediante una técnica conocida como pinchar y estirar, una estrategia que consistía en clavar los dientes y desgarrar con fuerza la carne de sus presas. Los velociraptorinos, pese a la imagen hollywoodiense de Jurassic Park, eran animales más bien pequeños, ágiles y adaptados a la caza rápida.
Los troodóntidos, en cambio, presentaban dientes con características que apuntan a una dieta omnívora, con una proporción significativa de plantas. En Catalunya, este grupo está representado por el Tamarro insperatus, una especie descrita en 2021 en el yacimiento de Sant Romà d’Abella. La convivencia de especies tan cercanas evolutivamente, pero con dietas tan distintas, sugiere un ecosistema altamente estructurado, donde cada especie ocupaba un nicho ecológico distinto. “Todos los dinosaurios de este yacimiento eran de pequeño tamaño, pero cada uno ocupaba un nicho diferente al ecosistema, por lo que creemos que había poca competencia entre ellos”, explica Bernat Vila, paleontólogo del ICP-CERCA y coautor del estudio.
Las excavaciones han documentado la presencia de velociraptorinos, dromeosaurinos y trodóntidos, así como a de un pequeño terópodo aún no identificado
Pero el hallazgo que más ha sorprendido a los investigadores es la presencia de un cuarto tipo de carnívoro, el más pequeño de todos los identificados hasta ahora en Molí del Baró-1 y que aún no se ha podido clasificar de forma exacta. Sus características apuntan a se trata de un pequeño terópodo carnívoro que perteneció a un linaje que se creía extinto durante la última etapa del Cretácico y cuya presencia estaba prácticamente restringida a la actual China. Según explican los expertos, se trata de un descubrimiento que abre nuevas preguntas sobre las conexiones entre faunas de diferentes continentes en los últimos compases del Cretácico.
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Cortesía de El Periodico
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