Charles Pinet busca aliados para salvar el Centro Cultural Breton


El Centro Cultural Breton, uno de los espacios independientes más emblemáticos de Guadalajara, atraviesa su momento más incierto desde que abrió sus puertas a mediados de los años dos mil. Su director y propietario, el francés Charles Pinet, anunció a inicios de noviembre que el foro cerrará de manera indefinida el próximo 20 de diciembre. Aunque el mensaje parecía marcar el final del proyecto, Pinet sostiene que no se trata de un cierre definitivo y que mantiene la esperanza de una continuidad. Su intención, dice, es que el Breton siga abierto bajo un nuevo modelo de operación que permita sostener la carga que por años ha asumido solo.

“En la víspera de mis 20 años a la cabeza de este foro, tomé la decisión de pausar este proyecto. Me tomó muchísimo tiempo tomar una decisión tan grande e importante en mi vida y en la de los que me rodean”, escribió en el comunicado donde dio a conocer la noticia. El texto reconoce que llegó a un límite después de la pandemia, de la recuperación lenta y de las deudas acumuladas, pero también deja abierta la posibilidad de un renacer.

Pinet explica que desde que anunció el cierre, la reacción del público ha sido abrumadora y positiva. “Ha sido impresionante la reacción del público, el cariño que tienen al lugar. Aquí hemos tenido bodas, pedidas de mano, primeras citas, conciertos memorables. En el cariño tanto del público como de los músicos, sí es un lugar referente y con mucha historia enraizada”, compartió en entrevista con EL INFORMADOR. Esa respuesta colectiva reafirmó el querer que el foro no desaparezca. Busca apoyo, alianzas o un nuevo liderazgo que permita mantenerlo vivo.

Una historia de dos décadas

El espacio abrió como Café Breton en Juan Manuel 175, en el Centro Histórico, hacia mediados de los dos mil. En los primeros años funcionó como café literario y restaurante, con exposiciones fotográficas y una incipiente programación cultural. Con el tiempo se consolidó como un foro que combinaba música en vivo con propuestas plásticas. Bajo la dirección de Charles Pinet, quien asumió el espacio en 2006 tras dos propietarios anteriores -el fundador Didier Machillot por tres años y posteriormente Christophe Culoma en ocho meses-, el lugar dio un giro definitivo hacia la música independiente con la formalización de una galería.

Machillot, fundador del proyecto, reaccionó públicamente al anuncio del cierre y recordó el origen de la propuesta. En un amplio mensaje, señaló que “al crear al Breton siempre quisimos que fuera un lugar para recibir a los artistas o gente interesada por el arte”. Recordó que eligieron el nombre en honor a André Breton y a su vínculo con México, y evocó una época en la que no existía la figura legal de “centro cultural”, por lo que los cafés culturales se organizaban para mantener vivos los proyectos artísticos. Sobre la gestión de Pinet, escribió: “Luego, fueron 20 años con Charles. El lugar creció, se consolidó… Y ahora viene esa noticia. Ojalá la crisis dé lugar a un nuevo comienzo, tal vez con un nuevo socio como lo desea Charles”.

La programación que caracterizó al Breton -jazz, blues, son cubano, música alternativa y ciclos dedicados a bandas locales- lo convirtió en referente de la escena independiente. Por el pequeño escenario del foro pasaron artistas como Carla Morrison, Benito Cerati, Flor Amargo, La Phaze, Radaid, Troker, Gerardo Enciso, Jonás González (Plastilina Mosh) y proyectos iberoamericanos en gira. Además de su carácter musical, el foro mantuvo una intensa agenda expositiva a través de la Galería Apollinaire.

Cada rincón del lugar cuenta parte de la historia artística de la ciudad. EL INFORMADOR/ H. Navarro

Operación sostenida por un equipo mínimo

Pinet detalla que el desgaste acumulado es consecuencia de haber llevado durante años una operación amplia de manera casi individual. Explica que, desde la cocina hasta la producción técnica, la programación y la administración, recaían en él. “Necesito apoyo porque yo solito no lo estaba logrando”, afirma. “Por más que uno se aferra y ama lo que hace, hay un momento de tomar distancia y decir: ‘Ya no puedo yo solo. Necesito refuerzo’”.

Describe una rutina que implica múltiples funciones: dirigir la cocina -pues también es chef-, acudir a compras, administrar el lugar, coordinar la comunicación, supervisar el diseño de materiales digitales, gestionar las redes sociales, producir eventos y apoyar en sonido. Por años estuvo a cargo de la consola como ingeniero. También cubría tareas de barra, caja y atención al público. “Va desde la operación hasta la organización, la administración, la producción… muchas cosas”, resume.

Aunque ahora cuenta con un pequeño equipo, reconoce que el foro funciona gracias a la experiencia acumulada de quienes lo acompañan desde hace más de una década. Menciona a Javo Badilla como su mano derecha en las operaciones nocturnas y a Manuel Orozco como apoyo en el área restaurantera. En total, actualmente trabajan poco más de diez personas, aunque antes de la pandemia llegaron a ser veinte.

Un futuro posible: socios, traspaso o un modelo compartido

Pinet aclara que el cierre es indefinido porque no quiere descartar opciones. Para él, la solución pasa por una reestructuración que divida la operación del Foro Breton en distintas áreas manejadas por más personas. “Estoy abierto a un traspaso, a una sociedad o a dividir los rumbos del negocio en diferentes áreas bajo el mismo techo”, señala. Explica que el Breton abarca música en vivo, restaurante y galería, y que sostener esas líneas simultáneamente resulta inviable para una sola persona.

Respecto al apoyo gubernamental, comenta que no ha sido una opción. “Por parte del gobierno ni en la pandemia recibí apoyo”. Debido a que el foro opera en propiedad privada, las convocatorias y apoyos estatales para espacios culturales suelen estar fuera de su alcance, por lo que históricamente ha dependido del público, de iniciativas privadas y del esfuerzo del propio equipo.

A pesar de las dificultades, su interés no es poner fin al proyecto. Insiste en que el Breton tiene potencial para mantenerse como foro independiente si nuevas generaciones asumen un rol en su conducción. “Es tiempo de que las nuevas generaciones tomen las riendas del lugar y lo inyecten con nuevos bríos y con la nueva escena”, afirma.

Su mensaje es una invitación. “Yo tengo fe y espero que siga el proyecto… Tiene muchísimo potencial. Bienvenidos quienes se quieran acercar conmigo; esperamos que pronto siga el Breton”.

Entre fogones y música, la propuesta culinaria del lugar se convirtió en un sello personal del recinto. EL INFORMADOR/ H. Navarro

La pandemia: el punto de quiebre

Para Pinet, la pandemia marcó el inicio de una crisis que nunca terminó de resolverse. La música en vivo -el mayor atractivo del lugar- se suspendió durante meses y las actividades digitales no permitieron recuperar los ingresos necesarios para sostener la operación. Aunque logró mantener a su equipo gracias a un crowdfunding y al apoyo del público, la recuperación fue más lenta de lo que esperaba. Recién en los últimos meses, afirma, el flujo de conciertos y público comenzó a parecerse al de antes de 2020.

Sin embargo, las deudas acumuladas se volvieron insostenibles. “Los créditos y las deudas que nos mantuvieron se hacen más grandes y generan un ‘efecto bola’ de nieve. Llegaron a tronarme económicamente”, explica. Añade que, aunque actualmente hay buen movimiento en la escena, no dispone de las herramientas necesarias para llevar el foro al nivel que considera mínimo para su operación. “No me gusta hacer las cosas a la mitad; me gusta hacer las cosas bien. Y para regresar a esa excelencia, yo solo no puedo”. Esa imposibilidad financiera es, dice, el motivo central del cierre anunciado.

Una despedida abierta

Mientras busca alternativas, Pinet planea realizar un concierto de despedida el 20 de diciembre, convocando a las bandas que han formado parte de la historia del foro. Quiere cerrar la etapa con música, del mismo modo en que el Breton se consolidó durante dos décadas como un espacio para el encuentro artístico en Guadalajara.

El futuro del Centro Cultural Breton dependerá ahora de quienes decidan sumarse a la reconstrucción del proyecto.

CT

Cortesía de El Informador



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