Un equipo de cirujanos del Hospital Universitario de Anhui, en China, anuncia que ha conseguido por primera vez en la historia trasplantar un hígado de un cerdo genéticamente modificado a un paciente vivo y mantenerlo en funcionamiento durante poco más de un mes. Según explican los impulsores de este trabajo, encabezado por el doctor Beicheng Sun, es la primera vez que se demuestra que un órgano de cerdo puede integrarse temporalmente en el cuerpo humano y cumplir funciones vitales. Los expertos afirman que, aunque el paciente falleció 38 días después debido al avance de su enfermedad, el procedimiento abre una “vía revolucionaria” para combatir la escasez mundial de órganos disponibles para trasplantes.
El protagonista de este procedimiento pionero fue un hombre de 71 años con cirrosis hepática asociada al virus de la hepatitis B y carcinoma hepatocelular derivado de una cirrosis. Los médicos explican que, debido a su delicado estado de salud y a su avanzada edad, este paciente no podía acceder a un trasplante convencional ni someterse a una cirugía de resección. Es por eso que, ante la falta de alternativas, el equipo médico optó por realizar un trasplante hepático auxiliar (es decir, realizar un injerto en el hígado sin extraer completamente el órgano original, con el objetivo de proporcionar soporte funcional adicional).
Los expertos afirman que es la primera vez que se demuestra que un órgano de cerdo puede integrarse temporalmente en el cuerpo humano y cumplir funciones vitales
Según relata el equipo médico encargado de este caso en un artículo publicado este jueves en la revista ‘Journal of Hepatology’, el órgano seleccionado para este procedimiento era de un cerdo miniatura de la raza Diannan que había sido modificado genéticamente con diez alteraciones específicas destinadas a evitar el rechazo inmunológico y mejorar la compatibilidad entre especies. Entre las principales ediciones genéticas a las que se sometió el animal destacan la eliminación de antígenos que suelen desencadenar reacciones de rechazo hiperagudo y la incorporación de genes humanos relacionados con la coagulación y la regulación inmunitaria.
Un mes en funcionamiento
El paciente fue operado con éxito en el Hospital Universitario de Anhui. Las primeras semanas tras la intervención, el paciente se mostró en buena salud y, según reportan los médicos, el injerto funcionó sorprendentemente bien. Los análisis indican que el nuevo hígado produjo bilis, factores de coagulación y otras proteínas esenciales, sin mostrar signos de rechazo agudo por parte del paciente. “Este caso demuestra que un hígado porcino modificado genéticamente puede desempeñar funciones humanas durante un periodo prolongado”, destaca el doctor Sun.
“Este caso demuestra que un hígado porcino modificado genéticamente puede desempeñar funciones humanas durante un periodo prolongado”
Sin embargo, con el pasar de los días, la situación fue empeorando. En el día 38 tras la cirugía, el paciente desarrolló una grave microangiopatía trombótica asociada al xenotrasplante. Los especialistas afirman que se trata de una complicación vinculada a la activación del sistema del complemento y al daño en el endotelio vascular. A raíz de esto, el injerto tuvo que ser retirado y el paciente fue tratado con eculizumab, un fármaco que inhibe el complemento, además de recambios plasmáticos. La terapia logró controlar el cuadro, pero el enfermo sufrió posteriormente episodios de hemorragia gastrointestinal y falleció 171 días después de la operación.
Una promesa con límites
Pese al fatal desenlace, la comunidad científica considera que el procedimiento puede considerarse, al menos en parte, un éxito y, en cierta forma, marca un punto de inflexión. “Estamos ante un paso fundamental, que demuestra tanto el potencial como los obstáculos del xenotrasplante”, esgrime Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
Hasta ahora, solo se habían realizado experiencias similares en personas con muerte cerebral, lo que limitaba el tiempo de observación. “En este caso, se logró comprobar de manera directa el funcionamiento del órgano durante más de un mes”, afirma Domínguez-Gil en un comentario al Science Media Centre, donde también recuerda que los trasplantes de órganos animales a humanos (xenotrasplantes) siguen siendo estrictamente experimentales y que, antes de convertirse en una opción clínica viable, se deberán “perfeccionar las modificaciones genéticas, ajustar los tratamientos inmunosupresores y aprender a detectar precozmente las complicaciones”.
“Podría actuar como terapia puente, manteniendo con vida a pacientes hasta la llegada de un órgano humano compatible, o incluso como tratamiento definitivo en el futuro”
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, miles de personas mueren cada año esperando un órgano que nunca llega. En Europa, más de 22.000 pacientes esperaban un hígado en 2024, y más de 2.300 fallecieron antes de recibirlo. En China, hogar de este procedimiento, se estima que cientos de miles de pacientes desarrollan insuficiencia hepática anualmente, pero las estadísticas apuntan a que apenas 6.000 llegan a recibir un trasplante. Frente a esta brecha, el xenotrasplante surge como una de las soluciones más prometedoras. “Podría actuar como terapia puente, manteniendo con vida a pacientes hasta la llegada de un órgano humano compatible, o incluso como tratamiento definitivo en el futuro”, afirman los especialistas.
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Cortesía de El Periodico
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