
El 20 de septiembre, un ciberataque al software de registro utilizado por aeropuertos europeos provocó filas, retrasos y cancelaciones. Heathrow, Berlín, Bruselas y Dublín reportaron afectaciones en la facturación de pasajeros y equipaje, con operaciones trasladadas a procesos manuales.
Collins Aerospace, proveedor del sistema MUSE, informó a AFP que la disrupción se limitó al registro y depósito de maletas, sin detallar el origen del incidente. Autoridades aeroportuarias señalaron que en Bruselas el ataque comenzó la noche del 19 de septiembre y forzó cancelaciones adicionales durante el fin de semana.
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Eurocontrol indicó que el control del tráfico aéreo no tuvo restricciones; aeropuertos pidieron ajustar horarios y cancelar salidas para estabilizar la operación. El episodio exhibe la dependencia del sector de plataformas interconectadas.
En los últimos años, incidentes de ciberseguridad y fallas de software han afectado a aerolíneas, aeropuertos y proveedores críticos. Los impactos económicos incluyen costos directos para las aerolíneas por vuelos cancelados, gasto en recuperación de sistemas, refuerzos de ciberseguridad y afectaciones reputacionales que erosionan la confianza del pasajero.
Riesgos
En entrevista con El Economista, Roberto Esparza, Chief Growth Officer en Bambú Tech Services, señaló que un vuelo cancelado puede costar entre 30,000 y 50,000 dólares. En hubs como Heathrow, con 80 millones de pasajeros anuales, unas horas de interrupción escalan a pérdidas millonarias e impactos en logística y carga.
A ello se suma el gasto en restauración de sistemas, reforzamiento de controles y monitoreo continuo tras el incidente. Explicó que los principales vectores de ataque se ubican en procesos de check-in, manejo de equipaje, sistemas biométricos, plataformas de reservas y módulos de integración entre aerolíneas y aeropuertos.
“La automatización agiliza, pero también concentra riesgos. Cuando el sistema falla, revertir a procedimientos manuales degrada capacidad y tiempos de atención, y cualquier cuello de botella replica su impacto en toda la cadena”.
Sobre la preparación en América Latina, puntualizó: “Las pérdidas anuales por ciberataques en México superan los 8,000 millones de dólares. Las grandes empresas ya asignan entre 5% y 10% del presupuesto de TI a seguridad, con picos de 15% en sectores regulados; sin embargo, persisten brechas en planes de respuesta, talento especializado y estándares obligatorios para infraestructura crítica”.
Recomendaciones
El especialista considera prioritario un marco regulatorio que homologue prácticas, auditorías periódicas y esquemas de reporte. “Los marcos europeos, como GDPR, aceleraron inversiones y madurez. Un enfoque regional, con indicadores comunes y sanciones claras, elevaría la resiliencia del ecosistema”.
En el corto plazo, sugiere cinco líneas de acción para aeropuertos y operadores: segmentación de redes y mínimos privilegios; inventario y parchado continuo de activos; pruebas de penetración y ejercicios de mesa con aerolíneas y autoridades; doble operación de contingencia para procesos críticos (check-in, etiquetado, equipaje); y comunicación al pasajero basada en tableros de tiempo real para reducir congestión y reprogramaciones fallidas.
El incidente europeo refuerza la urgencia de políticas de ciberseguridad alineadas a riesgos operativos. La continuidad del negocio en la aviación depende de sistemas redundantes, pruebas regulares y cooperación entre autoridades, operadores y proveedores tecnológicos para contener el impacto de futuras disrupciones.
Esparza advierte que el uso de inteligencia artificial por atacantes incrementa la velocidad y precisión de campañas de phishing y explotación de vulnerabilidades.
“La respuesta debe incorporar detección basada en comportamiento, telemetría unificada y orquestación automática de contención, con métricas de tiempo medio de detección, aislamiento y recuperación”, concluyó.
Cortesía de El Economista
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