La Meseta (Plateau) Antártica es uno de los lugares más remotos y extremos de la Tierra. Un lugar al que solo han llegado unos pocos seres humanos en toda la historia de nuestra presencia en el Planeta. Es una inmensa y gélida extensión de hielo y nieve a más de 3.000 m sobre el nivel del mar. Alcanzando temperaturas de hasta -89ºC, con escasa precipitación y una altísima radiación ultravioleta durante el verano, es un excelente laboratorio natural para investigar los extremos de la vida en la Tierra, así como para imaginar la que pueda existir en otros planetas.
La escasez de agua líquida y de nutrientes hacen que la vida sea casi tan difícil en la Meseta Antártica como en otros mundos. Es el lugar ideal para probar métodos e instrumentos para la búsqueda de vida extraterrestre en las lunas heladas de Júpiter y Saturno, o a las extensas regiones cubiertas de hielo de Marte.
Sin ser tan complejo como la exploración espacial, acceder y moverse por la Meseta Antártica es todo un reto. El frio, los fuertes vientos, la lejanía de asentamientos humanos, e innumerables limitaciones logísticas, han hecho que históricamente los muestreos biológicos se limitaran a acciones aisladas dentro de las grandes expediciones que empleaban vehículos pesados, con motores de combustión muy costosos y altamente contaminantes.
Un gran trineo movido por el viento para hacer ciencia sobre el hielo
Desde una novedosa plataforma móvil de exploración científica, el Trineo de Viento Windsled, inventado por el explorador español Ramón Larramendi, un equipo internacional liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC-INTA, ha sido capaz de tomar muestras desde el aire hasta 4 m de profundidad en el hielo. El objetivo, descifrar el origen de las bacterias antárticas, así como las comunidades bacterianas atrapadas en la capa de nieve/hielo de los últimos 40-50 años del lugar más inhóspito de la Tierra.
Los cuatro tripulantes del Trineo de Viento han recorrido 2.538 km a través del sector este de la Meseta Antártica, desde las cercanías de la base antártica Novolazarevskaya hasta el Domo Fuji, a 3.500 m de altitud. El WindSled es una plataforma científica móvil especialmente diseñada para este hostil entorno, que además se desplaza produciendo cero emisiones y tiene una gran capacidad de carga. Es ideal para hacer investigación de vanguardia, y al mismo tiempo respetuosa con el planeta, en la inexplorada Meseta Antártica, o en cualquiera de las grandes masas de hielo.
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Instrumentos y experimentos novedosos para trazar la vida microbiana
El WindSled trasladó 200 kg de instrumentación científica para realizar diversos muestreos y experimentos científicos in situ. En él viajaba el LDChip, un inmunosensor portátil diseñado por el equipo del Dr. Parro del CAB-INTA-CSIC para la detección de vida en la exploración planetaria, y el MicroAirCollector, inventado por el equipo del Dr. Quesada y la Dra. Justel de la UAM, para capturar los microorganismos que se mueven por el aire en las condiciones extremas de la expedición.
Durante toda la travesía, la estación meteorológica móvil MAWS, construida por los científicos de la UAM y la AEMET, registró de manera continua las variables meteorológicas cruciales para un experimento de monitorización de procesos de delicuescencia diseñado por el Dr. Dávila, del Centro de investigación Ames de la NASA. Con las mediciones de isotopos estables del oxígeno (18O) e hidrógeno (2H) del agua en testigos de hielo del proyecto del Dr. Mayewski, de la Universidad de Maine, la expedición contaba con todo lo necesario para el estudio de la exploración de la vida antártica microbiana.
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Los microorganismos que se refugian en el hielo polar
El hielo de la Meseta Antártica representa un archivo de los eventos climáticos y atmosféricos pasados, así como de la presencia y acumulación histórica de material biológico. Sin embargo, hasta la llegada de la expedición del Trineo de Viento solo se había conseguido estudiar qué habita en la capa de nieve/hielo más superficial. Con este trabajo se ha logrado superar esta barrera y se ha descrito el primer perfil vertical microbiano, que abarca un periodo que va desde el hielo de los últimos 40-50 años (3-4 m de profundidad), hasta el momento en que se recogieron e identificaron por primera vez microorganismos que circulan por la atmósfera del interior de la Meseta Antártica.
Los muestreos se hicieron en tres localizaciones con vientos dominantes bien diferenciados. Con tan pocas muestras ha sido necesario crear nuevas técnicas de análisis de datos para ayudarnos a entender el origen de las comunidades microbianas de la Meseta Antártica. Los vectores de transporte, como las partículas de nieve/hielo y los bioaerosoles arrastrados por el viento, pueden condicionar la distribución biogeográfica de la carga biológica, dependiendo de los vientos dominantes, como se demuestra en este trabajo.
Con el biochip LDChip se detectó vida, o restos de ella, en los testigos de hielo que se examinaron durante la expedición. Es una demostración más de la gran capacidad del LDChip en la búsqueda de vida en exploración planetaria. Entre otros microorganismos, el biochip detectó la presencia de cianobacterias. Una vez en el laboratorio, se aisló y cultivó una de ellas, que resultó ser una nueva especie de cianobacteria perteneciente al género Gloeocapsopsis. Se aisló de una muestra de hielo tomada a una profundidad de entre 3 y 4 m, con una edad estimada de 30-40 años. Rescatar este material biológico, aún viable, que se depositó hace décadas, ha sido como “viajar en el tiempo”, y es solo una muestra de lo que queda por descubrir en las grandes masas de hielo de la Meseta Antártica.
Los registros que se obtuvieron durante la travesía demostraron que son posibles los fenómenos de delicuescencia, es decir, que una sustancia adsorba la humedad del aire y lentamente vaya formando una fina capa de agua líquida. Esto sugiere que, en determinados microambientes, como pueden ser los cristales de sal transportados desde la costa y depositados en el hielo, o los aerosoles con material biológico concentrado, podría estar teniendo lugar una actividad metabólica mínima para mantener vivos algunos microorganismos. Quizás, fenómenos similares también pueden estar ocurriendo en aquellas regiones de Marte que son análogas a la Meseta Antártica.
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La ciencia de vanguardia y la exploración de los planetas no se detienen
El estudio de los polos es esencial para comprender el papel de las variables climáticas tanto en la distribución de la biodiversidad, como para añadir nuevos datos que mejoren los modelos climáticos actuales. Los resultados de esta investigación multidisciplinar, que se han publicado en la revista científica Nature Communications, demuestran el valor y la importancia de utilizar plataformas de muestreo relativamente baratas, robustas, fiables y libres de emisiones, que además sean capaces de operar incluso en los lugares más remotos de la Antártida, donde se carece de observaciones in situ.
El continente Antártico es un enorme “laboratorio” natural que alberga información muy valiosa sobre la vida en la Tierra, así como otros secretos que nos ayudarán a comprender lo que ocurre en otros mundos helados.
Referencias
- Parro, V., Lezcano, M.A., Moreno-Paz, M., Davila, A.F., Azua-Bustos, A., García-Villadangos, M., Wierzchos, J., Fernández-Martínez, M.A., Larramendi, R., Moreno, H., Oficialdegui, I., Olivera, M., Redondo-Nieto, M., Mustieles-del-Ser, P., Potocki, M., Mayewski, P.A., González-Herrero, S., Justel, A., Quesada, A. (2025). Microbial biogeography along a 2578 km transect on the East Antarctic Plateau. Nature Communications, 16, 775, https://doi.org/10.1038/s41467-025-55997-6
Cortesía de Muy Interesante
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