El cambio climático ya no solo trae olas de calor, huracanes intensos o sequías prolongadas. Ahora, también se suma a la lista una amenaza que hasta hace poco parecía independiente del clima: los terremotos. De acuerdo con una investigación publicada en Earth and Planetary Science Letters, por primera vez se ha documentado con evidencia cómo el calentamiento global puede inducir actividad sísmica en regiones montañosas como los Alpes.
La clave de estos acontecimientos está en el deshielo de glaciares y la filtración de agua hacia las profundidades del subsuelo, lo que cambia la presión en las fallas geológicas y puede desencadenar temblores.
El caso de los Alpes: un laboratorio natural de sismos por deshielo
Los datos provienen de la zona de Grandes Jorasses, parte del macizo del Mont Blanc, donde científicos detectaron un patrón inusual. A partir del otoño de 2015, una serie de pequeños terremotos comenzaron a registrarse de forma estacional y con mayor frecuencia.
Según la investigación, esta secuencia sísmica, conocida como GJES, coincide con intensas olas de calor que derritieron de forma abrupta glaciares en la región. El agua del deshielo se filtró rápidamente a través de antiguas fallas geológicas conectadas con el famoso Túnel del Mont Blanc y aumentó la presión en el subsuelo y provocando la activación de esas fallas.
De hecho, los modelos hidráulicos utilizados por los investigadores muestran que este tipo de sismos pueden incrementarse hasta en cuatro órdenes de magnitud respecto al periodo previo a 2015.
Cómo el agua puede activar un terremoto
La idea de que el agua influye en los terremotos no es nueva. Según Science, se sabe que al infiltrarse en las rocas, el agua aumenta la presión de poro, lo que reduce la fricción en las fallas geológicas. Es el mismo principio por el cual la fracturación hidráulica (fracking) o la inyección de aguas residuales pueden provocar microsismos.
En el caso de los Alpes, el agua del deshielo penetra a varios kilómetros de profundidad, con un retardo de uno a dos años y activa terremotos tanto superficiales como profundos. Los investigadores observaron que tras la ola de calor de 2015, los temblores aumentaron de forma notable en 2016 y 2017.
Este patrón se repitió en años posteriores con nuevas olas de calor. “La Tierra está en un estado relativamente crítico en todas partes”, afirma William Ellsworth, sismólogo de Stanford en declaraciones a Science.
No es solo en Europa: otros glaciares también están en riesgo
Un estudio anterior y realizado en las montañas de Sangre de Cristo, en Colorado, encontró resultados similares. Según ese estudio, durante la última glaciación, el peso del hielo mantenía inmóvil una falla activa. Pero al derretirse los glaciares, la falla empezó a deslizarse con mayor velocidad, lo que sugiere un aumento en la actividad sísmica inducido por el retroceso glaciar.
Esto plantea una preocupación global. Cordilleras como los Himalayas o los Andes, donde hay una fuerte actividad tectónica y un acelerado derretimiento glaciar, podrían enfrentar un mayor riesgo de sismos en las próximas décadas.

En el caso del Mont Blanc, se estima que los terremotos inducidos por el deshielo no superarían la magnitud 6. Sin embargo, en otras regiones más activas, como el Himalaya, esta dinámica podría tener consecuencias mucho más graves.
“Nuestros hallazgos sugieren que el cambio climático puede elevar significativamente el peligro sísmico local en regiones alpinas”, concluye el estudio.
El túnel del Mont Blanc, por ejemplo, no corre peligro inmediato, pero el estudio advierte que es urgente mejorar la evaluación del riesgo sísmico en comunidades alpinas y glaciares, ahora que el cambio climático ha mostrado que también puede mover la Tierra.
Cortesía de Xataka
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