Científicos confirman que la lepra ya existía en América antes de Colón: el hallazgo que desmonta una de las grandes creencias sobre la colonización

Durante siglos, los manuales escolares y los libros de Historia han sostenido una misma narrativa: que la lepra llegó a América con los conquistadores europeos. Esta enfermedad, ligada al estigma social y al miedo, habría cruzado el Atlántico entre las bodegas de los barcos coloniales, acompañando a soldados, religiosos y comerciantes desde el Viejo Mundo. Sin embargo, una investigación publicada recientemente en la revista Science ha sacudido los cimientos de esta teoría. Según los datos revelados por el Institut Pasteur, la lepra ya estaba presente en el continente americano al menos 1.000 años antes de la llegada de los europeos. Y no solo eso: lo hacía bajo una forma bacteriana que hasta hace poco era prácticamente desconocida para la ciencia moderna.

El estudio, liderado por un equipo internacional de más de 40 científicos y realizado en estrecha colaboración con comunidades indígenas de América del Norte y del Sur, ha revelado que Mycobacterium lepromatosis, una de las dos bacterias conocidas responsables de la lepra, circulaba por el continente mucho antes del contacto con Europa. Utilizando tecnología de ADN antiguo, los investigadores analizaron casi 800 muestras —tanto de restos humanos precolombinos como de pacientes contemporáneos— para rastrear la historia genética de este patógeno. Los resultados, lejos de confirmar lo esperado, desvelan una verdad mucho más compleja, y profundamente americana.

Una historia enterrada en el tiempo

La clave de esta investigación se encuentra en el análisis genético de restos humanos procedentes de sitios arqueológicos en el norte de Canadá y el sur de Argentina. A pesar de la distancia de más de 10.000 kilómetros entre ambos puntos, los investigadores descubrieron que los genomas bacterianos encontrados eran sorprendentemente similares, con diferencias mínimas a nivel genético. Esto sugiere que la enfermedad se propagó rápidamente a lo largo y ancho del continente, probablemente en apenas unos pocos siglos. Es un dato que cuestiona profundamente la visión clásica de unas sociedades precolombinas aisladas entre sí y sin grandes redes de contacto.

Aunque la lepra causada por Mycobacterium leprae ha sido ampliamente documentada en contextos históricos de Europa, Asia y África, M. lepromatosis fue descrita por primera vez en 2008 en un paciente mexicano. Desde entonces, su historia ha sido un misterio. La nueva investigación demuestra que este linaje bacteriano tiene raíces profundas en América, y que su diversificación genética podría haberse iniciado hace más de 9.000 años.

Este dato, tan sorprendente como revelador, invita a replantear no solo el origen de esta variante de lepra, sino también la historia médica y epidemiológica de las sociedades precolombinas. ¿Qué papel tuvo esta enfermedad en las dinámicas sociales de los pueblos originarios? ¿Qué grado de conocimiento tenían sobre su transmisión? ¿Existían prácticas culturales o rituales asociados con su tratamiento o con el aislamiento de los enfermos? La arqueología aún no tiene respuestas claras, pero el hallazgo abre una nueva línea de investigación que promete redefinir muchos supuestos históricos.

A partir de este tipo de muestras, las técnicas de ADN antiguo permiten reconstruir genomas humanos y de patógenos del pasado. Al fondo, una bandera Wiphala, símbolo de las comunidades indígenas de América del Sur
A partir de este tipo de muestras, las técnicas de ADN antiguo permiten reconstruir genomas humanos y de patógenos del pasado. Al fondo, una bandera Wiphala, símbolo de las comunidades indígenas de América del Sur. Foto: Nicolas Rascovan/Institut Pasteur

El silencio de los huesos

Una de las razones por las que esta forma de lepra pasó desapercibida durante tanto tiempo es su casi total invisibilidad en los restos óseos. A diferencia de M. leprae, que deja huellas visibles y características en el esqueleto, como deformaciones en el rostro y extremidades, la variante americana tiende a afectar sobre todo a los vasos sanguíneos y órganos internos. En muchos casos, los pacientes morían antes de que la enfermedad pudiera dejar rastros esqueléticos reconocibles.

Esto explicaría por qué la lepra nunca había sido identificada en restos precolombinos, incluso en yacimientos bien estudiados. La falta de evidencia física alimentó la narrativa de que la enfermedad no existía en América antes de la colonización. Pero el ADN ha contado otra historia. En este caso, los avances tecnológicos han sido decisivos para dar voz a los restos humanos que, hasta ahora, guardaban silencio.

Además, los investigadores hallaron en muestras modernas una línea de M. lepromatosis extremadamente antigua que sigue circulando en América del Norte. Esta cepa, que diverge del resto del árbol evolutivo conocido por más de 9.000 años, constituye una prueba viva de la larga y continua presencia de la enfermedad en el continente.

Un salto transatlántico inesperado

La historia de M. lepromatosis no termina en América. En 2016, veterinarios en el Reino Unido detectaron la bacteria en ardillas rojas con lesiones cutáneas similares a las de la lepra. En su momento, este descubrimiento fue considerado anecdótico. Pero los nuevos datos genómicos sugieren que estas cepas británicas son descendientes directos de una línea americana que llegó a las islas británicas en el siglo XIX. ¿Cómo cruzó el océano? ¿Fue a través del comercio de animales? ¿O tal vez por humanos infectados que no presentaban síntomas evidentes? Por ahora, son preguntas sin respuesta.

Este hallazgo también invita a reflexionar sobre el papel que los animales podrían estar jugando como reservorios de la enfermedad, tanto en el pasado como en el presente. La posibilidad de que roedores americanos hayan transportado la bacteria desde el Nuevo Mundo hasta Europa añade un nuevo nivel de complejidad a la historia de esta dolencia milenaria.

La lepra es una enfermedad que puede originarse por dos especies distintas de bacterias: Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis
La lepra es una enfermedad que puede originarse por dos especies distintas de bacterias: Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis. Foto: Alamy

Ciencia, ética y memoria

Uno de los aspectos más destacados del proyecto ha sido su compromiso con la ética y la colaboración activa con comunidades indígenas. En un gesto poco habitual en investigaciones genéticas a gran escala, los científicos implicaron a los representantes de las comunidades originarias desde las primeras fases del estudio. La toma de decisiones sobre el uso de restos ancestrales, la devolución de materiales, y el acceso compartido a los datos se realizaron bajo principios de respeto mutuo y transparencia.

Este enfoque marca un precedente valioso para futuros trabajos paleogenómicos en contextos sensibles, donde los derechos culturales y la memoria histórica son tan importantes como los descubrimientos científicos. La lepra, además de una enfermedad, ha sido durante siglos un símbolo de exclusión y sufrimiento. Contar su historia desde una perspectiva más inclusiva y honesta no solo enriquece la ciencia, sino también nuestra comprensión de la humanidad.

Un nuevo capítulo en la historia de América

El descubrimiento de que la lepra ya circulaba por el continente americano siglos antes de la llegada de los europeos no es solo una curiosidad científica: es un hito que obliga a reescribir parte de nuestra historia. Revela que las poblaciones indígenas no vivían en un mundo aislado y “salvaje”, sino en sociedades complejas, interconectadas y expuestas a los mismos desafíos de salud que otras culturas del mundo.

Además, demuestra que la historia de las enfermedades humanas es mucho más antigua, diversa y global de lo que creíamos. Y, como tantas veces, ha sido el estudio del pasado el que nos ha proporcionado las claves para comprender mejor nuestro presente.

Referencias

  • Maria Lopopolo et al, Pre-European contact leprosy in the Americas and its current persistence, Science (2025). DOI: 10.1126/science.adu7144.

Cortesía de Muy Interesante



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