Cuando dos personas se enamoran y deciden vivir juntas, no solo comparten rutinas, emociones o responsabilidades. También comparten bacterias. Esa es una de las sorprendentes conclusiones de un nuevo estudio que sugiere que los microorganismos presentes en la boca podrían desempeñar un papel clave en la transmisión de síntomas de ansiedad, insomnio y depresión entre parejas recién casadas. El hallazgo plantea una posibilidad fascinante: que el bienestar emocional podría ser, en parte, una cuestión de microbioma compartido.
El estudio, publicado en Exploratory Research and Hypothesis in Medicine en 2025, fue realizado por un equipo internacional liderado por el investigador Reza Rastmanesh, con la colaboración de científicos de Irán, India, Italia y Reino Unido. Se basaron en el análisis de 268 parejas que llevaban seis meses de matrimonio, una de las cuales presentaba un cuadro combinado de insomnio, ansiedad y depresión (fenotipo DA). A lo largo de medio año, los investigadores midieron cómo cambiaban los niveles de cortisol salival, el estado emocional y la composición microbiana oral de sus cónyuges.
Los resultados fueron tan reveladores como inquietantes. A los seis meses de convivencia, los cónyuges sanos mostraban mayores niveles de estrés, peores hábitos de sueño, y puntuaciones más altas en pruebas de ansiedad y depresión. Lo más llamativo: su microbiota oral se había vuelto sorprendentemente parecida a la de su pareja afectada. Estas coincidencias biológicas sugieren un vínculo directo entre el intercambio microbiano y los cambios en la salud mental.
El microbioma oral: una vía poco explorada hacia el cerebro emocional
Durante años, la investigación sobre el microbioma humano ha estado centrada principalmente en el intestino. Pero en los últimos tiempos, los científicos han comenzado a prestar más atención a los microorganismos que habitan en la boca, y sus posibles efectos sobre el estado de ánimo, el sueño y la ansiedad. El microbioma oral, formado por cientos de especies bacterianas, actúa como una puerta de entrada al organismo y puede influir en sistemas clave, incluido el sistema nervioso.
Diversos estudios han vinculado un desequilibrio en estas bacterias con trastornos neurológicos y psiquiátricos como el Alzheimer, la esquizofrenia o el trastorno depresivo.
Una de las vías propuestas es la conexión entre la microbiota oral y el eje oral-cerebro, que podría afectar la barrera hematoencefálica o modificar señales neuroendocrinas como el cortisol, la hormona del estrés. En este contexto, la hipótesis del nuevo estudio es clara: si las parejas comparten microbiota, ¿es posible que también compartan síntomas psicológicos?
Para poner a prueba esta idea, los investigadores se enfocaron en una población única: parejas recién casadas, que compartían no solo el hogar, sino también hábitos diarios y una estrecha cercanía física. Esta cercanía es clave para la transmisión bacteriana. Al analizar muestras orales y niveles hormonales al inicio y después de seis meses, los científicos encontraron un patrón de convergencia biológica y psicológica que no puede atribuirse únicamente al entorno.

Síntomas emocionales que se contagian en la intimidad
Los datos recogidos durante el estudio revelan un fenómeno de sincronización emocional con raíces fisiológicas. Los cónyuges sanos comenzaron a experimentar una disminución en la calidad del sueño y un aumento en los niveles de ansiedad y depresión, medidos mediante herramientas clínicas validadas como el Inventario de Depresión de Beck (BDI-II) y el Índice de Ansiedad de Beck (BAI).
Además, se observó un aumento significativo en los niveles de cortisol salival, un marcador biológico de estrés. Este efecto fue más marcado en las mujeres, quienes mostraron una mayor sensibilidad a los cambios emocionales y hormonales a lo largo del tiempo.
El impacto fue lo suficientemente notable como para sugerir que la convivencia con una persona que sufre trastornos del sueño y del estado de ánimo podría inducir síntomas similares en su pareja.
Aunque el estudio no prueba una relación causal definitiva, los autores encontraron correlaciones robustas entre la alteración del microbioma oral, el aumento del cortisol y los cambios emocionales. Esto apoya la hipótesis de que el intercambio de bacterias en la pareja puede mediar, al menos parcialmente, la aparición de síntomas de salud mental.
Bacterias compartidas, emociones compartidas
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio fue la transformación del perfil bacteriano en la boca de los cónyuges sanos. Al cabo de seis meses, su microbiota oral se parecía mucho a la de su pareja afectada por insomnio, ansiedad y depresión.
El análisis identificó un aumento de bacterias como Clostridia, Veillonella, Bacillus y Lachnospiraceae, conocidas por estar relacionadas con disbiosis y alteraciones emocionales.
Este fenómeno de “convergencia microbiana” sugiere que las bacterias no solo se transmiten durante el beso, sino que podrían establecerse y alterar funciones fisiológicas más profundas. El patrón microbiano incluso permitió predecir con cierta precisión el perfil emocional de los participantes, según el modelo de mediación estadística desarrollado por los autores.
La microbiota oral no actúa sola. Su interacción con el sistema endocrino, inmunitario y nervioso sugiere que podría ser parte de un complejo sistema de comunicación que influye en el comportamiento y el estado de ánimo. En este caso, parece actuar como un transmisor biológico que replica síntomas entre personas en contacto estrecho.

¿Puede una bacteria romper el equilibrio emocional?
Aunque la idea pueda parecer sacada de la ciencia ficción, los resultados se alinean con otras investigaciones recientes que muestran cómo el microbioma puede afectar el cerebro.
En modelos animales, la transferencia de microbiota fecal de personas con depresión a ratones ha inducido comportamientos depresivos en los animales. Asimismo, se ha demostrado que los probióticos pueden reducir los efectos del estrés y mejorar la salud emocional.
El nuevo estudio va más allá al proponer que este efecto puede darse también en el ámbito de la vida cotidiana humana, especialmente en relaciones íntimas como la de los cónyuges.
Si se confirma que la transmisión microbiana entre parejas influye en su salud mental, podrían abrirse nuevas vías terapéuticas y preventivas que incluyan intervenciones sobre el microbioma compartido.
Sin embargo, el estudio tiene limitaciones. Se basa en asociaciones estadísticas y no controla del todo por factores como la dieta compartida, el nivel socioeconómico o el uso de productos de higiene bucal. Aun así, el diseño longitudinal y la riqueza de los datos hacen que las conclusiones sean relevantes para futuras investigaciones.
Sincronía fisiológica: cuando dos cuerpos se alinean
El estudio también pone sobre la mesa un concepto cada vez más aceptado en la ciencia: la sincronía fisiológica entre personas que comparten la vida.
Estudios previos han documentado cómo las parejas tienden a sincronizar sus ritmos cardíacos, sus ciclos de sueño y sus patrones hormonales. Ahora, este nuevo trabajo añade la microbiota oral a esa lista de sistemas que se alinean con la convivencia.
La idea de que el estrés, el insomnio o la ansiedad pueden transmitirse no solo por contagio emocional, sino también por vía biológica, plantea nuevas preguntas sobre cómo entendemos las relaciones humanas y la salud mental en pareja. En lugar de centrarnos solo en el individuo, podríamos empezar a hablar de la salud emocional como un fenómeno compartido.
Estas conclusiones podrían tener implicaciones en áreas tan diversas como la terapia de pareja, la medicina personalizada, la psicología comunitaria y la promoción del bienestar. En contextos de convivencia prolongada, el cuidado de la microbiota oral podría convertirse en una estrategia para proteger no solo la salud bucal, sino también la estabilidad emocional mutua.

Un nuevo enfoque para la medicina de pareja
Más allá del romanticismo, el estudio sugiere que los intercambios invisibles en una relación —las bacterias, los ritmos hormonales, las emociones compartidas— pueden tener un peso mayor del que imaginamos. El cuerpo y la mente no se aíslan en el amor: se sincronizan, se afectan y se moldean mutuamente.
Este tipo de hallazgos nos invita a pensar en una “medicina relacional”, donde no solo se trata al paciente individual, sino que se consideran los vínculos cercanos como parte del diagnóstico y del tratamiento.
La salud mental, en este enfoque, se convierte en un fenómeno colectivo, un equilibrio delicado entre biología y afecto.
Futuras investigaciones tendrán que confirmar estos resultados, idealmente con diseños experimentales más controlados y en otras poblaciones. Pero por ahora, este estudio aporta una poderosa idea: lo que ocurre en tu boca podría estar influyendo en la mente de quien más amas.
Referencias
- Rastmanesh R, Vellingiri B, Isacco CG, Sadeghinejad A, Daghnall N. Oral Microbiota Transmission Partially Mediates Depression and Anxiety in Newlywed Couples. Explor Res Hypothesis Med. (2025). doi: 10.14218/ERHM.2025.00013
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: