La contaminación por microplásticos ha alcanzado un nuevo territorio: el sistema reproductivo humano. Un equipo de científicos españoles identificó fragmentos diminutos de plástico, conocidos como microplásticos, en el semen masculino y en el fluido folicular femenino, el entorno en el que se desarrollan los óvulos. La investigación, presentada esta semana en París durante la 41ª Reunión Anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), analizó muestras de pacientes en tratamiento de fertilidad, y los resultados sorprenden.
Según el estudio publicado en Human Reproduction, se encontraron microplásticos en el 69% de las muestras de fluido folicular y en el 55% de las de semen. Para Emilio Gómez-Sánchez, investigador principal y director del laboratorio de reproducción asistida de Next Fertility Murcia, el hallazgo confirma sospechas previas: “No se trata de un caso aislado; parece ser bastante común”.
Teflón, PET, nailon: ¿qué tipos de plásticos están dentro de nosotros?
El estudio utilizó una técnica avanzada de microscopía infrarroja por láser para identificar los tipos de polímeros presentes. En total, se hallaron nueve materiales diferentes, entre ellos politetrafluoroetileno (PTFE, conocido como Teflón), polietileno (PE), poliuretano (PU), poliamida (PA) y tereftalato de polietileno (PET), típicos en utensilios de cocina, textiles, envases y plásticos industriales.
En las muestras femeninas, el PTFE apareció en más del 30% de los casos. En las masculinas, se encontró en un 56%. En algunos fluidos se identificaron hasta cinco partículas plásticas por muestra, aunque la mayoría presentaban concentraciones bajas. El equipo también analizó los recipientes de almacenamiento para descartar contaminación externa, como destacó la investigación: no se hallaron microplásticos en los contenedores de vidrio utilizados.
¿Debemos preocuparnos por la fertilidad?
Aunque los científicos no han encontrado evidencia directa de que los microplásticos afecten la fertilidad humana, sí consideran que el hallazgo justifica más estudios. “La reproducción es una ecuación compleja, y los microplásticos son una variable en ella”, explicó Gómez-Sánchez. El Dr. Matthew Campen, que ha estudiado microplásticos en cerebro y testículos, señaló que estos hallazgos “preparan el terreno para estudios más avanzados”.
Por ahora, no se han observado alteraciones en la motilidad de los espermatozoides ni en la viabilidad de los ovocitos. Sin embargo, el estudio advierte que los efectos inflamatorios y oxidativos observados en animales podrían extrapolarse a humanos, y existe preocupación por el potencial daño al ADN.
Reducir la exposición plástica es difícil, pero no imposible
Para algunos expertos, este estudio debería ser una llamada de atención. “Es sensato considerar formas de reducir nuestra exposición”, declaró Gómez-Sánchez. Entre las recomendaciones destacan evitar calentar alimentos en recipientes plásticos, usar botellas reutilizables de vidrio o acero inoxidable y reducir el consumo de alimentos ultraprocesados. El pediatra Philip Landrigan dio declaraciones a CNN:
“La conversación debe centrarse en los responsables políticos. Esperar que las decisiones individuales marquen la diferencia ha sido claramente una estrategia fallida”

Una amenaza global y silenciosa que apenas empieza a entenderse
De acuerdo al estudio, los microplásticos han llegado a todos los rincones del planeta: desde el Ártico hasta la Fosa de las Marianas, pasando por la atmósfera y el cuerpo humano. Se han encontrado en pulmones, leche materna, intestinos y ahora, en los fluidos que dan origen a la vida.
Aunque la investigación aún es preliminar y basada en un grupo reducido de personas, la doctora Rocío Núñez Calonge, del Grupo UR Internacional, considera que “abre una vía de investigación urgente para evaluar los riesgos en la reproducción”. Y no solo por los plásticos en sí, sino por su capacidad de transportar otras toxinas, como metales pesados.
Con la producción de plástico proyectada para triplicarse hacia 2060, como advierte Landrigan, los expertos coinciden que entender cómo nos afecta esta amenaza invisible ya no es solo una cuestión ambiental, sino de salud reproductiva global.
Cortesía de Xataka
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