
El circo llevado al arte y las posibilidades ilimitadas del cuerpo atestiguaron los tapatíos este miércoles con la inauguración de “OVO”, uno de los espectáculos más queridos del Cirque du Soleil, y con el cual la prestigiosa compañía internacional festejó dos décadas de éxitos e historia en Guadalajara.
La puesta en escena, que muestra el desorden que la repentina aparición de un huevo desata en un mundo de insectos – y que es una metáfora visual de la biodiversidad y los ciclos de la vida-, fue un viaje de emociones, sorpresas y silencios atónitos para los espectadores. La multitud se quedó boquiabierta con las proezas acrobáticas y performativas de los 53 artistas que llevaron el cuerpo al terreno de lo incomprensible y lo fascinante, entrelazándose unos con otros en rompecabezas humanos, doblándose en posiciones difíciles, girando y bailando en el aire, como si fuesen inmunes al arrastre de la gravedad.
El escenario fue tomado por flores, plantas, tallos y pastos, y un tropel de acróbatas personificando insectos; abejas, chapulines, catarinas, arañas y mariposas, luciérnagas y hormigas, entre tantos otros, que mientras avanzaba la noche, minuto a minuto, no hacían más que aumentar la dificultad en cada movimiento efectuado. Ya fuera suspendidos sobre cuerdas, sostenidos en una sola mano, colgados a considerables metros de altura; una artista, emergiendo de un amasijo de telas como una crisálida, emuló en pleno vuelo el aleteo de una polilla nocturna. Más que una historia lineal, “OVO” está construido en torno a secuencias de talento en donde cada expresión circense se lleva al límite. La medida de los aplausos de los tapatíos era la respuesta a la dificultad mostrada en el escenario.
Este impactante despliegue visual, acompañado de un ensamble musical en vivo con notable esencia latina e inspiración de la samba -el espectáculo fue concebido por la brasileña Deborah Colker-, representó la emotiva contraparte de una noche marcada por la maestría, el talento, el equilibrio y la habilidad. Música que fungió como el termómetro emocional de la velada, desde las risas hasta el silencio exótico, la inquietud, los suspiros conmovidos.
“La verdad es que quedé muy sorprendida con todas las cosas que hacen”, comentó Claudia, de 49 años, acompañada de su familia, respecto a las habilidades de los artistas. “Yo no sé cómo no les da miedo, qué habiles y qué impresionante. Y qué bonito que sea para toda la familia”. El pequeño Efraín, de 9 años, se sintió emocionado pues nunca había vivido una experiencia de circo como la de esta noche. “Me gustó mucho, era como si volaran”, dijo.
Desde su estreno en 2009 en Montreal, “OVO” ha recorrido más de 40 países y se ha convertido en una de las piezas favoritas del Cirque du Soleil, pero nunca se había presentado en Guadalajara. El espectáculo marcó la celebración de dos décadas en las cuales han conquistado el corazón de los tapatíos una y otra vez, ahora con las pequeñas glorias y desastres de ese mundo de insectos, una celebración al vivir, pero también un reflejo nuestro. “OVO” tendrá funciones hasta el 9 de noviembre.
CT
Cortesía de El Informador
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