Cirrosis hepática, entre las principales causas de muerte en México


La cirrosis hepática representa hoy la cuarta causa de muerte en adultos mexicanos, situación que, de acuerdo con especialistas del Hospital Civil de Guadalajara, se agravará drásticamente en las próximas décadas si no se detecta y atiende a tiempo y de forma adecuada. En rueda de prensa ofrecida este jueves, señalaron que el crecimiento epidémico del hígado graso, impulsado por el síndrome metabólico, está encaminado a convertirse en el motor principal de la enfermedad hepática avanzada en el País.

Ante este avance que, consideraron como “silencioso y constante”, los médicos emitieron una alerta urgente, en el marco del Día de la Concientización sobre el Cáncer de Hígado, que se conmemora en México el 30 de octubre, a fin de visibilizar y promover la detección oportuna de este tipo de cáncer o carcinoma hepatocelular, siendo esta es la única estrategia eficaz para contrarrestar la alta mortalidad asociada.

El doctor José Antonio Velarde, jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital Civil de Guadalajara Fray Antonio Alcalde, refirió que el incremento en las enfermedades hepáticas crónicas se ha transformado en un reto de salud pública con características muy particulares. Explicó que el hígado es un órgano conocido por ser “silencioso”, y los datos clínicos que podrían alertar al médico sobre una enfermedad subyacente pueden tardar entre 20 y 40 años en manifestarse.

Este largo periodo de “incubación asintomática”, señaló el especialista, dificulta enormemente la detección de la enfermedad en fases iniciales, lo que contribuye a que el diagnóstico de cáncer de hígado ocurra generalmente cuando el daño ya es significativo. Anualmente, refirió, en México se diagnostican alrededor de ocho mil nuevos casos de este tipo cáncer, una cifra que, según reportes globales, se suma a los más de 900 mil casos detectados a nivel mundial.

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Nueve de cada diez casos de cáncer de hígado ocurren en un hígado que habitualmente ya está enfermo, que está con fibrosis avanzada o que está con cirrosis. Las enfermedades hepáticas crónicas, como la cirrosis, puede producir en muchas ocasiones cáncer de hígado o carcinoma hepatocelular y sabemos que esto representa actualmente un reto creciente en la salud pública”, lamentó el especialista.

Los factores que llevan al deterioro hepático, comentó en rueda de prensa, son diversos, pero destacó en que la mayoría son prevenibles. El consumo crónico de alcohol sigue siendo un factor de riesgo mayor, pues aumenta hasta tres veces la probabilidad de desarrollar cáncer de hígado. Sin embargo, el fenómeno más preocupante que se gesta actualmente es el ascenso del hígado graso metabólico o esteatosis hepática metabólica.

En este sentido, el doctor Velarde alertó que, debido a que el síndrome metabólico (al cual contribuye el presentar obesidad, diabetes, dislipidemias e hipertensión) afecta a un porcentaje muy alto de la población mexicana, que alcanza a entre el 30% y 50%, y de cuya gran mayoría de pacientes está en riesgo.

“De manera creciente y preocupante, (tenemos) el hígado graso metabólico, llamado también esteatosis hepática metabólica, y como ustedes saben en nuestro País, el síndrome metabólico y sus componentes como la obesidad, la diabetes, los lípidos alterados, la hipertensión arterial, son muy prevalentes entre 30 y 50% de la población. Estas personas tendrán alto riesgo de tener hígado graso por disfunción metabólica, y esto hace que sea un paciente de alto riesgo que se proyecta que para el 2050 sean la causa número uno de cirrosis, y, por supuesto, una causa importante de cáncer de hígado”, indicó el especialista.

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El médico también mencionó la existencia de otras amenazas, como la contaminación por aflatoxina B1, una toxina derivada de un hongo denominado Aspergillus, que se ha detectado en productos básicos de la dieta mexicana, como el maíz y el cacahuate, identificado particularmente en tortillerías del sureste del País. Señaló que la exposición a esta toxina representa un alto riesgo de daño hepático, especialmente en pacientes que ya cursan con Hepatitis B, enfermedad para la cual promovió la vacunación como una medida de prevención indispensable.

Por su parte, el doctor Edgar Santino García Jiménez, médico adscrito al servicio de Gastroenterología, advirtió que la falta de síntomas se extiende incluso hasta llegar a que los pacientes lleguen a desarrollar tumores sin previo aviso. Es decir, los pacientes que ya tienen un diagnóstico de cirrosis o fibrosis hepática pueden desarrollar el carcinoma hepatocelular sin notarlo, lo que subraya la necesidad de un seguimiento activo. Señaló que, cuando aparecen manifestaciones como dolor en la zona superior derecha del abdomen (donde se encuentra el hígado), ictericia o coloración amarilla de piel y ojos, u orina oscura, además de cuando un paciente cirrótico sufre una descompensación repentina, el tumor probablemente ya se encuentra en una etapa avanzada.

“Pasan años para que se comiencen a expresar y justamente la parte desafortunada y la parte que conocemos acerca del cáncer también tiene que ver con esto que puede resultar asintomático. Es decir, los pacientes incluso que tienen ya una enfermedad del hígado conocida pueden no darse cuenta de que están desarrollando este tipo de lesiones de cáncer hepático”, alertó el médico.

Debido a que esperar a los síntomas implica, en la mayoría de los casos, “llegar demasiado tarde”, los especialistas insistieron en la implementación de estrategias de detección de anormalidades en el hígado. Por ejemplo, el doctor García Jiménez destacó que estas van dirigidas a la población de alto riesgo, incluyendo a pacientes con Hepatitis B crónica, consumidores crónicos de alcohol o aquellos a quienes ya se les detectó hígado graso avanzado o fibrosis.

Afirmó, mediante programas bien establecidos, se busca la detección temprana a través de marcadores en la sangre y la realización de un ultrasonido (ecosonograma) cada seis meses. También destacó la importancia de la participación activa del paciente para mantener sus citas de control y permitir el monitoreo constante de su enfermedad hepática crónica.

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Por último, el doctor Job Lagunes Muñoz, médico adscrito al Servicio de Oncología, abordó el tema del tratamiento, haciendo hincapié en que este debe ser abordado por un equipo multidisciplinario que incluya gastroenterólogos, radiólogos intervencionistas y cirujanos. Si bien reconoció que la mayoría de los pacientes llegan en escenarios tardíos, recalcó que la meta es encontrarles en fases tempranas, donde las opciones son curativas.

Esto incluye, dijo, procedimientos que van desde cirugías que extirpan el tumor, hasta procedimientos de ablación menos invasivos en los que de “queman”. Hay también casos “selectos”, pues al final no todas las personas son candidatas, a acceder a un trasplante hepático, el cual tiene la capacidad de curar simultáneamente tanto el cáncer como la cirrosis subyacente.

“El mensaje más puntual tendría que ser detectarles en escenarios más tempranos y modificar los factores de riesgo para desarrollarlo. Si en ese sentido trabajamos, les encontraremos más temprano o mejor, y con el tema de ultrasonidos periódicos, encontraremos lesiones potencialmente curables”, comentó el especialista.

Por último, dijo, las herramientas actuales, como la inmunoterapia y otros fármacos, han marcado una “nueva era” para el control de la enfermedad avanzada, al conseguir reducir el tamaño del tumor y, en ocasiones, permitir que un paciente antes inoperable pueda ser considerado para un tratamiento de índole curativa. Sin embargo, insistió en que la mejor defensa contra el cáncer de hígado sigue siendo la prevención a través de la modificación de los factores de riesgo, la supervisión periódica y la detección temprana.

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OB 

Cortesía de El Informador



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